Text 25
vikṛṣyamāṇaḥ prasabhaṁ
yavanena balīyasā
nāvindat tamasāviṣṭaḥ
sakhāyaṁ suhṛdaṁ puraḥ
vikṛṣyamāṇaḥ—arrastrado; prasabham—por la fuerza; yavanena—por el yavana; balīyasā—que era muy poderoso; na avindat—no pudo recordar; tamasā—por la oscuridad de la ignorancia; āviṣṭaḥ—cubierto; sakhāyam—a su amigo; suhṛdam—siempre bienqueriente; puraḥ—desde el mismo principio.
Violentamente arrastrado por el poderoso yavana, el rey Purañjana, debido a su gran ignorancia, ni siquiera entonces pudo recordar a su amigo y bienqueriente, la Superalma.
SIGNIFICADO: En el Bhagavad-gītā (5.29), el Señor Kṛṣṇa dice:
bhoktāraṁ yajña-tapasāṁ
sarva-loka-maheśvaram
suhṛdaṁ sarva-bhūtānāṁ
jñātvā māṁ śāntim ṛcchati
Para ser plenamente consciente de Kṛṣṇa y estar feliz y satisfecha, la persona solo necesita saber tres cosas: que Kṛṣṇa, el Señor Supremo, es el disfrutador de todo beneficio, que es el propietario de todo, y que es el amigo supremo de todas las entidades vivientes. El que no sabe esto y, por el contrario, actúa bajo la influencia del concepto corporal, vive siempre hostigado por los sufrimientos que inflige la naturaleza material. En realidad, el Señor Supremo está al lado de todos: īśvaraḥ sarva-bhūtānāṁ hṛd-deśe ’rjuna tiṣṭhati (Bg. 18.61). La entidad viviente y la Superalma están la una al lado de la otra en el mismo árbol, pero la necia entidad viviente, a pesar del sufrimiento que le infligen las leyes de la naturaleza material, no se vuelve a pedir protección a la Suprema Personalidad de Dios; cree que puede protegerse a sí misma de las estrictas leyes de la naturaleza material; eso, sin embargo, no es posible. La entidad viviente debe volverse hacia la Suprema Personalidad de Dios y entregarse a Él. Solo entonces se salvará del violento ataque del poderoso yavana, Yamarāja.
La palabra sakhāyam («amigo») es muy significativa en este verso, porque la presencia de Dios al lado de la entidad viviente es eterna. Al Señor Supremo se Le describe también con la palabra suhṛdam («eterno bienqueriente»). El Señor Supremo es siempre nuestro bienqueriente, como un padre o una madre. A pesar de todas las ofensas que el hijo pueda cometer, los padres siempre son sus bienquerientes. De la misma manera, a pesar de todas nuestras ofensas, y de que desafiamos los deseos de la Suprema Personalidad de Dios, el Señor siempre está dispuesto a liberarnos de todas las dificultades con que nos atosiga la naturaleza material; solo tenemos que entregarnos a Él, como se confirma en el Bhagavad-gītā (mām eva ye prapadyante māyām etāṁ taranti te). Por desgracia, debido a las malas compañías y al gran apego que sentimos por la complacencia de los sentidos, no podemos recordar a nuestro mejor amigo, la Suprema Personalidad de Dios.