Text 65
rājovāca
suto me bālako brahman
straiṇenākaruṇātmanā
nirvāsitaḥ pañca-varṣaḥ
saha mātrā mahān kaviḥ
rājā uvāca—el rey contestó; sutaḥ—hijo; me—mío; bālakaḥ—tierno infante; brahman—mi querido brāhmaṇa; straiṇena—el que está demasiado apegado a su esposa; akaruṇā-ātmanā—el que tiene el corazón muy duro y carece de misericordia; nirvāsitaḥ—enviado al destierro; pañca-varṣaḥ—aunque es un niño de cinco años; saha—con; mātrā—madre; mahān—gran personalidad; kaviḥ—devoto.
El rey contestó: ¡Oh, tú, el mejor de los brāhmaṇas!, yo estoy muy apegado a mi esposa, y he caído tan bajo que no hay en mí el menor rastro de misericordia, ni siquiera para mi hijo, que solo tiene cinco años. A él y a su madre los he enviado al destierro a pesar de que es una gran alma y un gran devoto.
SIGNIFICADO: En este verso hay algunas palabras que merecen una atención especial. El rey dijo que por estar muy apegado a su esposa había perdido toda su misericordia. Ese es el resultado de apegarse demasiado a las mujeres. El rey tenía dos esposas, Sunīti y Suruci; sin embargo, debido al apego excesivo que sentía por Suruci, su segunda esposa, no pudo comportarse bien con Dhruva Mahārāja. Esa fue la razón de que Dhruva Mahārāja abandonase el hogar para hacer austeridades. Como padre, el rey sentía afecto por Dhruva Mahārāja, pero debido al excesivo apego que sentía por su segunda esposa, minimizó el afecto por su hijo. Ahora se arrepentía de haber prácticamente desterrado a Dhruva Mahārāja y a su madre, Sunīti. Dhruva Mahārāja se marchó al bosque, y debido al menosprecio del rey, su madre prácticamente también vivía desterrada. El rey se arrepintió de haber desterrado a su hijo, pues Dhruva tenía solo cinco años, y un padre no debe desterrar a su esposa e hijos, ni dejar de lado su sustento. Arrepentido de haberles repudiado, se sentía triste, y su rostro tenía un aspecto marchito. Según el Manu-smṛti, la esposa y los hijos nunca deben ser abandonados. En caso de que sean desobedientes y no sigan los principios de la vida en familia, a veces se les abandona. Pero esto no se podía aplicar a Dhruva Mahārāja, pues era obediente y tenía buenos modales; además, Dhruva era un gran devoto. Aunque nunca se debe desatender a una persona así, el rey se vio obligado a desterrarle, y ahora se lamentaba.