Text 32
matir vidūṣitā devaiḥ
patadbhir asahiṣṇubhiḥ
yo nārada-vacas tathyaṁ
nāgrāhiṣam asattamaḥ
matiḥ—inteligencia; vidūṣitā—contaminada; devaiḥ—por los semidioses; patadbhiḥ—que caerán; asahiṣṇubhiḥ—intolerantes; yaḥ—yo, que; nārada—del gran sabio Nārada; vacaḥ—de las enseñanzas; tathyam—la verdad; na—no; agrāhiṣam—pude aceptar; asat-tamaḥ—el más infame.
Como los semidioses que están en el sistema planetario superior van a tener que descender de nuevo, sienten envidia de que yo, mediante el servicio devocional, me eleve a Vaikuṇṭhaloka. Esos intolerantes semidioses han disipado mi inteligencia, y esa ha sido la única razón que me ha impedido aceptar la bendición que el sabio Nārada me ofreció con sus veraces enseñanzas.
SIGNIFICADO: Como se muestra en numerosos ejemplos de las Escrituras védicas, cuando una persona se somete a rigurosas austeridades, los semidioses se perturban, debido a que temen perder sus puestos como deidades regentes de los planetas celestiales. Ellos saben que su posición en el sistema planetario superior no es permanente, como se confirma en el capítulo nueve del Bhagavad-gītā: kṣīṇe puṇye martya-lokaṁ viśanti: Una vez agotados los resultados de sus actividades piadosas, los semidioses, que habitan en el sistema planetario superior, tienen que regresar a la Tierra.
Lo cierto es que los semidioses controlan las distintas actividades de los miembros de nuestros cuerpos. De hecho, no somos libres ni para mover los párpados. Todo está bajo su control. Dhruva Mahārāja llegó a la conclusión de que esos semidioses, envidiando su posición superior en el servicio devocional, conspiraron contra él para contaminar su inteligencia, de manera que, a pesar de ser discípulo del gran vaiṣṇava Nārada Muni, no pudiera aceptar las acertadas enseñanzas de su maestro. Ahora Dhruva Mahārāja lamentaba mucho no haber hecho caso de esas instrucciones. Nārada Muni le había preguntado: «¿Por qué te tiene que afectar el que tu madrastra te insulte o te adore?». Por supuesto, estaba diciendo que, como no eres más que un niño, ¿qué tenía él que ver con esos insultos y adoraciones? Pero como Dhruva Mahārāja estaba decidido a conseguir la bendición de la Suprema Personalidad de Dios, Nārada le aconsejó que, por el momento, regresase a casa, y ya vendrían tiempos más maduros para intentar practicar servicio devocional. Dhruva Mahārāja lamentó haber rechazado el consejo de Nārada Muni y haberse obstinado tanto en pedirle cosas temporales, esto es, vengarse del insulto de su madrastra y poseer el reino de su padre.
Dhruva Mahārāja lamentó mucho no haber podido asumir con seriedad la instrucción de su maestro espiritual y que, por ello, su conciencia se hubiese contaminado. Aun así, el Señor es tan misericordioso que recompensó el servicio devocional de Dhruva ofreciéndole el objeto supremo de las aspiraciones vaiṣṇavas.