Text 2
yadā hi dvija-varasyeṣu-mātrāvalokānugater na samāhitā puruṣa-gatis tadā viṣama-gatāṁ sva-śibikāṁ rahūgaṇa upadhārya puruṣān adhivahata āha he voḍhāraḥ sādhv atikramata kim iti viṣamam uhyate yānam iti.
yadā—cuando; hi—ciertamente; dvija-varasya—de Jaḍa Bharata; iṣu-mātra—a una distancia igual al tamaño de un flecha (un metro); avaloka-anugateḥ—de moverse solo después de mirar; na samāhitā—no al unísono; puruṣa-gatiḥ—el movimiento de los porteadores; tadā—en ese momento; viṣama-gatām—haciéndose desigual; sva-śibikām—su propio palanquín; rahūgaṇaḥ—el rey Rahūgaṇa; upadhārya—entender; puruṣān—a los hombres; adhivahataḥ—que llevaban el palanquín; āha—dijo; he—¡oh!; voḍhāraḥ—porteadores del palanquín; sādhu atikramata—por favor, camina bien, que no haya balanceo; kim iti—por qué razón; viṣamam—a trompicones; uhyate—está siendo llevado; yānam—el palanquín; iti—así.
Sin embargo, debido a su actitud no violenta, Jaḍa Bharata llevaba el palanquín de un modo muy irregular. Caminaba, pero antes de dar un paso se aseguraba de que no hubiera hormigas delante, pues no quería pisar ninguna. En consecuencia, no podía seguir el paso de los demás porteadores. Ante las sacudidas del palanquín, el rey Rahūgaṇa preguntó de inmediato a los porteadores: «¿Se puede saber qué son esos bandazos? Más les vale que lleven el palanquín como es debido».
SIGNIFICADO: Jaḍa Bharata fue obligado a llevar el palanquín, pero no por ello dejó de sentir compasión por las pobres hormigas que pasaban por el camino. El devoto del Señor no olvida su servicio devocional ni otras actividades positivas ni siquiera en medio de grandes sufrimientos. Jaḍa Bharata fue obligado a llevar el palanquín a pesar de que era un brāhmaṇacualificado, muy elevado en el conocimiento espiritual. Eso no le importaba, pero mientras caminaba no podía olvidar su deber, y tenía cuidado de no matar ni a una hormiga. El vaiṣṇava nunca es envidioso, ni innecesariamente violento. En el camino había muchas hormigas, pero Jaḍa Bharata se aseguraba antes de cada paso; solo ponía el pie en el suelo cuando veía que ya no había hormigas. El corazón del vaiṣṇava es siempre muy bondadoso con todas las entidades vivientes. En Susāṅkhya-yoga, el Señor Kapiladeva explica: suhṛdaḥ sarva-dehinām. Las entidades vivientes adoptan distintas formas corporales. Los no vaiṣṇavas solo consideran dignos de su compasión a los seres humanos, pero Kṛṣṇa declara que Él es el padre supremo de todas las formas de vida. Por consiguiente, el vaiṣṇava procura no matar prematura o innecesariamente ninguna forma de vida. Todas las entidades vivientes tienen que completar un determinado período de tiempo enjauladas en un tipo particular de cuerpo material. Antes de elevarse o evolucionar a otro cuerpo, tienen que completar el período de tiempo asignado al que ahora tienen. Al matar a un animal o a cualquier otro ser vivo, lo que se está haciendo es crear un obstáculo que le impide completar su período de prisión en determinado cuerpo. Por lo tanto, no se debe matar ningún cuerpo por complacer los propios sentidos, pues eso trae consigo la responsabilidad por la actividad pecaminosa.