Text 11
evaṁ tato vāruṇīṁ saumyām aindrīṁ ca punas tathānye ca grahāḥ somādayo nakṣatraiḥ saha jyotiś-cakre samabhyudyanti saha vā nimlo-canti.
evam—de este modo; tataḥ—de ahí; vāruṇīm—a la morada de Varuṇa; saumyām—a la morada de la Luna; aindrīṁ ca—y a la morada de Indra; punaḥ—de nuevo; tathā—así también; anye—los demás; ca—también; grahāḥ—planetas; soma-ādayaḥ—encabezados por la Luna; nakṣatraiḥ—todas las estrellas; saha—con; jyotiḥ-cakre—en la esfera celestial; samabhyudyanti—se levantan; saha—junto con; vā—o; nimlocanti—se ponen.
De la morada de Yamarāja, el Sol se desplaza hasta Nimlocanī, la morada de Varuṇa, y de ahí a Vibhāvarī, la residencia del dios de la Luna, desde donde vuelve a la morada de Indra. Del mismo modo, la Luna, junto con las demás estrellas y planetas, se hace visible en la esfera celestial, se oculta, y vuelve de nuevo a ser visible.
SIGNIFICADO: En el Bhagavad-gītā (10.21), Kṛṣṇa dice: nakṣatrāṇām ahaṁ śaśī: «De las estrellas, Yo soy la Luna». Esto indica que la Luna es como las demás estrellas. Las Escrituras védicas nos informan de que en el universo hay un único Sol, y que se mueve. La teoría occidental de que todos los astros luminosos del cielo son soles no se confirma en las Escrituras védicas. Tampoco se puede aceptar que sean soles de otros universos, pues cada universo está cubierto por varias capas de elementos materiales, lo cual impide que desde un universo se puedan ver los demás, a pesar de que todos están juntos como en un racimo. En otras palabras, todo lo que vemos está dentro de este universo. En cada universo hay un brahmā, y en otros planetas hay otros semidioses, pero Sol solamente hay uno.