Text 56
tvaṁ tāta nārhasi ca māṁ kṛpaṇām anāthāṁ
tyaktuṁ vicakṣva pitaraṁ tava śoka-taptam
añjas tarema bhavatāpraja-dustaraṁ yad
dhvāntaṁ na yāhy akaruṇena yamena dūram
tvam—tú; tāta—mi querido hijo; na—no; arhasi—debes; ca—y; mām—a mí; kṛpaṇām—muy pobre; anāthām—sin protector; tyaktum—abandonar; vicakṣva—mira; pitaram—al padre; tava—tuyo; śoka-taptam—afectado por tanta lamentación; ajñaḥ—fácilmente; tarema—podemos atravesar; bhavatā—por ti; apraja-dustaram—muy difícil de atravesar para quien no tiene hijos varones; yat—el cual; dhvāntam—el reino de la oscuridad; na yāhi—no te vayas; akaruṇena—cruel; yamena—con Yamarāja; dūram—no más lejos.
Mi querido hijo, estoy desamparada y muy afligida. No abandones mi compañía. Mira cómo se lamenta tu padre. Estamos desamparados porque, sin un hijo, tendremos que sufrir en las regiones más oscuras del infierno. Tú eres nuestra única esperanza de salir de esas oscuras regiones. Por eso te ruego que dejes al cruel Yama y no vayas con él.
SIGNIFICADO: Los mandamientos védicos señalan que el matrimonio tiene la finalidad de traer al mundo a un hijo varón que pueda liberar a sus padres de las garras de Yamarāja. Si no tienen un hijo que ofrezca oblaciones a los pitās, es decir, a los antepasados, los esposos tendrán que sufrir en el reino de Yamarāja. El rey Citraketu estaba muy afligido, pues, si su hijo se iba con Yamarāja, él tendría que sufrir de nuevo. Esta ley sutil se aplica a los karmīs; el que se vuelve devoto ya no tiene por qué seguir con las leyes del karma.