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Text 42

na hi kaścit priyaḥ strīṇām
añjasā svāśiṣātmanām
patiṁ putraṁ bhrātaraṁ vā
ghnanty arthe ghātayanti ca

na—no; hi—ciertamente; kaścit—nadie; priyaḥ—querido; strīṇām—para las mujeres; añjasā—en realidad; sva-āśiṣā—por sus propios intereses; ātmanām—muy querido; patim—esposo; putram—hijo; bhrātaram—hermano; vā—o; ghnanti—ellas matan; arthe—por sus propios intereses; ghātayanti—hacen matar; ca—también.

Para satisfacer sus propios intereses, las mujeres tratan a los hombres como si les fuesen muy queridos, pero en realidad no quieren a nadie. Aunque se las considera muy santas, por satisfacer sus intereses pueden matar incluso a sus esposos, hijos o hermanos, o hacer que otros los maten.

SIGNIFICADO: Kaśyapa Muni ha estudiado la naturaleza femenina con especial acierto. Las mujeres son egoístas por naturaleza; por consiguiente, deben recibir la mayor protección posible, a fin de evitar que esa tendencia natural a ser demasiado egoístas llegue a manifestarse. Las mujeres necesitan la protección de los hombres. En la infancia deben ser cuidadas por el padre, en la juventud por el marido, y en la vejez por sus hijos adultos. Ese es el mandamiento de Manu, que dice que a la mujer no se le debe dar independencia en ninguna etapa de la vida. Las mujeres deben ser protegidas, de manera que no se vean libres para manifestar su tendencia natural al egoísmo burdo. Son muchos los casos, incluso en la actualidad, de mujeres que han matado a sus esposos para cobrar sus pólizas de seguro. Esto no es una crítica a las mujeres, sino un análisis práctico de su naturaleza. Esos instintos naturales de la mujer y del hombre solo se manifiestan bajo la influencia del concepto corporal de la vida. Cuando el hombre o la mujer son avanzados en el cultivo de conciencia espiritual, el concepto corporal de la vida prácticamente desaparece. Debemos ver a todas las mujeres como unidades espirituales (ahaṁ brahmāsmi), cuyo único deber es satisfacer a Kṛṣṇa. Entonces, las influencias de las modalidades de la naturaleza, que son consecuencia del hecho de poseer un cuerpo material, dejarán de actuar.

El movimiento para la conciencia de Kṛṣṇa es tan beneficioso que puede neutralizar fácilmente la contaminación de la naturaleza material derivada del hecho de poseer un cuerpo material. Por eso el Bhagavad-gītā nos enseña desde su mismo comienzo que, tanto hombres como mujeres, todos tenemos que saber que no somos el cuerpo, sino un alma espiritual. Todo el mundo debe centrar su interés en las actividades del alma espiritual, y no en las actividades del cuerpo. Mientras actuemos bajo el impulso del concepto corporal de la vida, siempre existirá el peligro de desviación, tanto para el hombre como para la mujer. Al alma se la describe a veces con la palabra puruṣa, pues, sea cual sea su traje, de hombre o de mujer, siente inclinación por disfrutar del mundo material. Aquel que manifiesta este espíritu de disfrute recibe el nombre de puruṣa. Sea hombre o mujer, su interés no está en servir a los demás; todo el mundo aspira, ante todo, a la satisfacción de sus propios sentidos. El proceso de conciencia de Kṛṣṇa, sin embargo, dota al hombre y a la mujer de la más elevada educación. Al hombre debe educársele para que sea un devoto perfectamente cualificado del Señor Kṛṣṇa; la mujer debe aprender a ser muy casta y a seguir a su esposo. De ese modo, tanto el hombre como la mujer vivirán felices.

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