Text 32
śṛṇvatāṁ gṛṇatāṁ vīryāṇy
uddāmāni harer muhuḥ
yathā sujātayā bhaktyā
śuddhyen nātmā vratādibhiḥ
śṛṇvatām—de aquellos que escuchan; gṛṇatām—y cantan; vīryāṇi—las maravillosas actividades; uddāmāni—que pueden neutralizar los pecados; hareḥ— de la Suprema Personalidad de Dios; muhuḥ—siempre; yathā—como; su-jātayā— fácilmente sacados a la luz; bhaktyā—con servicio devocional; śuddhyet—puede purificarse; na—no; ātmā—el corazón y el alma; vrata-ādibhiḥ—mediante la práctica de ceremonias rituales.
Aquel que escucha y canta constantemente el santo nombre y las actividades del Señor puede alcanzar sin dificultad el plano del servicio devocional puro, que puede limpiar la suciedad del corazón. Para obtener esa purificación no basta con seguir votos y realizar las ceremonias rituales de los Vedas.
SIGNIFICADO: Cantar y escuchar el santo nombre del Señor es algo muy fácil, y con esa práctica podemos alcanzar una condición de vida espiritual extática. El Padma Purāṇa afirma:
nāmāparādha-yuktānāṁ
nāmāny eva haranty agham
aviśrānti-prayuktāni
tāny evārtha-karāṇi ca
Al cantar el mahā-mantra Hare Kṛṣṇa es posible incurrir en ofensas, pero esas ofensas llegan a evitarse si se continúa cantando sin desviación. Aquel que se acostumbra a esta práctica siempre permanece en una posición trascendental pura, sin que las reacciones pecaminosas puedan afectarle. Śukadeva Gosvāmī llamó la atención del rey Parīkṣit sobre este hecho para que lo considerase con especial cuidado. Sin embargo, de la celebración de las ceremonias rituales védicas no se obtiene el menor beneficio. Con la práctica de esas actividades, podemos elevarnos a los sistemas planetarios superiores, pero, como se afirma en el Bhagavad-gītā (9.21): kṣīṇe puṇye martya-lokaṁ viśanti: Cuando el período de disfrute en los planetas celestiales se termina, debido a que los resultados de las actividades piadosas son limitados, tenemos que regresar a la Tierra. De nada sirve esforzarse por recorrer el universo hacia arriba y hacia abajo. Mejor cantar el santo nombre del Señor y, de este modo, purificarnos por entero y capacitarnos para ir de regreso al hogar, de vuelta a Dios. Ese es el objetivo de la vida, así como también su perfección.