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Text 36

śrī-dakṣa uvāca
aho asādho sādhūnāṁ
sādhu-liṅgena nas tvayā
asādhv akāry arbhakāṇāṁ
bhikṣor mārgaḥ pradarśitaḥ


śrī-dakṣaḥ uvāca—Prajāpati Dakṣa dijo; aho asādho—¡oh, muy deshonesto no devoto!; sādhūnām—de la sociedad de devotos y grandes sabios; sādhu-liṅgena—que llevas las ropas de una persona santa; naḥ—a nosotros; tvayā—por ti; asādhu—una falta de honestidad; akāri—ha sido hecha; arbhakāṇām—de pobres muchachos sin experiencia; bhikṣoḥ mārgaḥ—la senda del mendigo o sannyāsī mendicante; pradarśitaḥ—mostrada.


Prajāpati Dakṣa dijo: ¡Ah, Nārada Muni!, llevas las ropas de una persona santa, pero no eres un verdadero santo. En verdad, la persona santa soy yo, aunque ahora lleve vida de gṛhastha. Al mostrar a mis hijos la senda de la renunciación, has cometido una injusticia abominable contra mí.


SIGNIFICADO: Śrī Caitanya Mahāprabhu dice: sannyāsīra alpa chidra sarva-loke gāya (CcMadhya 12.51). Vemos que en la sociedad hay muchos sannyāsīsvānaprasthasgṛhasthas brahmacārīs, pero, si viven conforme a sus deberes, a todos ellos se les considera sādhus. No cabe duda de que Prajāpati Dakṣa era un sādhu, pues había ejecutado unas austeridades tan grandes que la Suprema Personalidad de Dios, el Señor Viṣṇu, había aparecido ante él. No obstante, en su mentalidad estaba la tendencia a buscar defectos, y cuando Nārada echó por tierra sus planes, cayó en el error de pensar que Nārada Muni era asādhu, es decir, que no era santo. Con el deseo de educar a sus hijos para que fuesen gṛhasthas perfectamente dotados de conocimiento, Dakṣa les había enviado a realizar austeridades a Nārāyaṇa-saras. Sin embargo, Nārada Muni se aprovechó de que habían alcanzado un elevado nivel de austeridad para darles la instrucción de que fuesenvaiṣṇavas miembros de la orden de renuncia. Ese es el deber de Nārada Muni y de sus seguidores: tienen que mostrar a todo el mundo la senda que lleva de regreso al hogar, de vuelta a Dios, a través de la renuncia al mundo material. Prajāpati Dakṣa, sin embargo, no sabía percibir el carácter excelso de los deberes de Nārada Muni en relación con sus hijos. Incapaz de apreciar su conducta, Dakṣa acusó a Nārada de ser asādhu.


Las palabras bhikṣor mārga, «la senda de la orden de renuncia», son muy significativas en este aspecto. El sannyāsī recibe el nombre de tridaṇḍi-bhikṣu, pues tiene el deber de ir a casa de los gṛhasthas para pedirles limosna y darles instrucciones espirituales. Al sannyāsī se le permite mendigar de puerta en puerta, pero no así al gṛhastha. Los gṛhasthas pueden ganarse la vida en el marco de las cuatro divisiones de la vida espiritual. El gṛhastha brāhmaṇa puede elevarse a la posición de sabio erudito y ganarse el sustento enseñando a la gente cómo adorar a la Suprema Personalidad de Dios. También puede ocuparse personalmente en la adoración. Por eso se dice que solo los brāhmaṇas pueden adorar a la Deidad y aceptar como prāsada lo que la gente ofrezca a la Deidad. El brāhmaṇa, en ocasiones acepta caridad, pero no para su propio sustento, sino para la adoración de la Deidad. Por lo tanto, el brāhmaṇa no almacena nada para usarlo en el futuro. Los kṣatriyas, por su parte, pueden recaudar impuestos de los ciudadanos; también tienen el deber de proteger a los ciudadanos, imponer reglas y regulaciones, y mantener la ley y el orden. Los vaiśyas deben ganarse el sustento a través de la agricultura y la protección de la vaca, y los śūdras deben ganarse la vida sirviendo a las tres clases superiores. Nadie puede entrar en la orden de sannyāsa sin haberse elevado hasta el nivel de brāhmaṇa. Los sannyāsīs brahmacārīs pueden pedir limosna de puerta en puerta, cosa que les está prohibida a los gṛhasthas.


Prajāpati Dakṣa condenó a Nārada Muni porque este, como brahmacārī que mendigaba de puerta en puerta, había llevado a sus hijos a la orden de sannyāsa, cuando él los estaba educando para que fuesen gṛhasthas. Dakṣa estaba muy irritado con Nārada, porque pensaba que este había sido muy injusto con él. En opinión de Dakṣa, Nārada Muni había desorientado a sus inexpertos hijos (asādhv akāry arbhakāṇām). Para Dakṣa, sus hijos eran muchachos inocentes a los que Nārada había desencaminado al mostrarles la orden de vida de renuncia. Basándose en todas esas consideraciones, Prajāpati Dakṣa acusó a Nārada Muni diciéndole que era asādhu, y que no debía vestir los hábitos de un sādhu.


A veces los gṛhasthas no saben entender a las personas santas, sobre todo cuando estas instruyen a sus hijos jóvenes para que sean conscientes de Kṛṣṇa. Por lo general, los gṛhasthas piensan que no es correcto entrar en la orden de renuncia sin haber pasado por la vida de gṛhastha. Cuando un joven emprende directamente la senda de la orden de renuncia, siguiendo las instrucciones de Nārada o de un miembro de su sucesión discipular, sus padres se enfadan mucho. Ese mismo fenómeno se está dando en nuestro movimiento para la conciencia de Kṛṣṇa, debido a que estamos instruyendo a todos los jóvenes occidentales para que sigan la senda de la renunciación. Permitimos la vida de gṛhastha, pero el gṛhastha también sigue la senda de la renunciación. Tiene que abandonar tantos malos hábitos, que sus padres creen que su vida ha sido prácticamente destruida. No permitimos comer carne, ni vida sexual ilícita, ni juegos de azar, ni consumo de sustancias embriagantes; los padres entonces se preguntan qué puede tener de positivo una vida con tantas restricciones. En Occidente, esas cuatro actividades prohibidas vienen a ser la esencia misma de la vida de la población actual. Debido a ello, a veces a los padres no les gusta nuestro movimiento, del mismo modo que a Prajāpati Dakṣa no le gustaron las actividades de Nārada y le acusó de falta de honestidad. No obstante, y aunque los padres se enfaden con nosotros, no dudamos en cumplir con nuestro deber, pues pertenecemos a la sucesión discipular de Nārada Muni.


La gente adicta a la vida familiar se pregunta cómo es posible abandonar el disfrute de la vida de gṛhastha —que es una concesión para el disfrute sexual— para pasar a ser un mendicante consciente de Kṛṣṇa. No saben que esa vida de mendicante es la única manera de regular la autorización para la vida sexual que supone la vida de gṛhastha. Por esa razón, la civilización védica establece que, al cumplir los cincuenta años, hay que abandonar la vida de familia. Es obligatorio. Sin embargo, la civilización moderna se ha descarriado, de manera que los casados desean permanecer en la vida familiar hasta que se mueren, y eso no les aporta más que sufrimiento. En estas circunstancias, los discípulos de Nārada Muni aconsejan a las generaciones jóvenes que se unan inmediatamente al movimiento para la conciencia de Kṛṣṇa. No hay nada de malo en ello.

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