Text 19
tata enaṁ gurur jñātvā
jñāta-jñeya-catuṣṭayam
daityendraṁ darśayām āsa
mātṛ-mṛṣṭam alaṅkṛtam
tataḥ—a continuación; enam—a él (a Prahlāda Mahārāja); guruḥ—sus maestros; jñātvā—sabiendo; jñāta—sabido; jñeya—que deben saberse; catuṣṭayam—los cuatro principios de la diplomacia (sāma, pacificar; dāna, dar dinero como regalo; bheda, dividir; y daṇḍa, castigar); daitya-indram—a Hiraṇyakaśipu, el rey de los daityas;darśayām āsa—presentaron; mātṛ-mṛṣṭam—bañado por la madre; alaṅkṛtam—adornado con alhajas.
Pasado algún tiempo, los maestros Ṣaṇḍa y Amarka pensaron que la formación diplomática de Prahlāda Mahārāja en cuanto a pacificar a los líderes políticos, ganárselos con cargos bien remunerados, gobernarles tras fomentar disensiones y castigarles en caso de desobediencia, era suficiente. Así, un día, después de que su madre le bañase y le vistiese con sus mejores ropas y adornos, le llevaron ante su padre, Hiraṇyakaśipu.
SIGNIFICADO: El aprendizaje de estos cuatro principios de la diplomacia es esencial para el estudiante que se prepara para ser gobernante o rey. Entre el rey y los súbditos siempre hay rivalidad. Por eso, cuando un ciudadano agita al pueblo contra el rey, este tiene el deber de llamarle y tratar de calmarle con palabras dulces, diciendo: «Tú eres muy importante en el estado. ¿Para qué vas a molestar al pueblo con nuevas causas de agitación?». Si entonces no se calma, el rey debe ofrecerle un cargo bien remunerado, como gobernador, ministro, o cualquier otro puesto que suponga un buen salario, a fin de que recapacite en su actitud. Si el enemigo continúa con sus actividades de agitación, el rey debe tratar de crear disensiones entre sus partidarios, y si aún persiste, debe recurrir al argumentum ad baculum, imponiéndole un castigo severo, como la prisión o el pelotón de fusilamiento. Los maestros que Hiraṇyakaśipu había designado enseñaron a Prahlāda el arte de la diplomacia, de manera que supiera desenvolverse en el gobierno de sus súbditos.