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Text 21

svarṇaṁ yathā grāvasu hema-kāraḥ
kṣetreṣu yogais tad-abhijña āpnuyāt
kṣetreṣu deheṣu tathātma-yogair
adhyātma-vid brahma-gatiṁ labheta


svarṇam—oro; yathā—como; grāvasu—en las piedras que contienen oro; hema-kāraḥ—el experto que sabe de oro; kṣetreṣu—en las minas de oro; yogaiḥ—por diversos procesos; tat-abhijñaḥ—el experto que puede determinar dónde hay oro; āpnuyāt—obtiene con mucha facilidad; kṣetreṣu—de los campos materiales; deheṣu—los cuerpos humanos, y las restantes 8 400 000 formas corporales; tathā—de manera similar; ātma-yogaiḥ—mediante procesos espirituales;adhyātma-vit—el que es experto en entender la diferencia entre espíritu y materia; brahma-gatim—la perfección en la vida espiritual; labheta—puede obtener.


Un geólogo experto puede comprender qué minerales tienen oro, y, mediante distintos procesos, extraerlo de esos minerales. Del mismo modo, la persona avanzada espiritualmente puede entender la existencia de la partícula espiritual dentro del cuerpo; así, mediante el cultivo de conocimiento espiritual, puede alcanzar la perfección en la vida espiritual. Sin embargo, del mismo modo que alguien sin experiencia no sabe determinar dónde hay oro, el necio que no ha cultivado conocimiento espiritual no puede entender la existencia del alma espiritual dentro del cuerpo.


SIGNIFICADO: He aquí un ejemplo muy bueno acerca de la comprensión espiritual. Los necios sinvergüenzas, entre los que incluimos a los mal llamados jñānīs, filósofos y científicos, no pueden entender la existencia del alma dentro del cuerpo, pues carecen de conocimiento espiritual. Los Vedas afirman: tad-vijñānārthaṁ sa gurum evābhigacchet: Para comprender el conocimiento espiritual, debemos acudir a un maestro espiritual genuino. El que no ha estudiado geología, no sabe detectar el oro en las piedras, y, del mismo modo, quien no ha sido educado por un maestro espiritual, no puede entender qué es espíritu y qué es materia. En este verso se dice: yogais tad-abhijñaḥ. Esto indica que, cuando alguien está en contacto con el conocimiento trascendental, puede entender que dentro del cuerpo hay un alma espiritual. Sin embargo, el que se encuentra bajo la influencia del concepto animal de la vida y carece de cultura espiritual, no puede entenderlo. Del mismo modo que un geólogo o mineralogista experto puede comprender dónde hay oro, e invierte su dinero en excavaciones y en separar por medios químicos el oro de la ganga, el espiritualista experto sabe dónde está el alma dentro de la materia. Sin una formación adecuada, no se puede distinguir entre el oro y la piedra. De manera similar, los necios y sinvergüenzas que no han aprendido de un maestro espiritual experto qué es alma y qué es materia, no pueden comprender la existencia del alma dentro del cuerpo. Para entender ese conocimiento, es necesario recibir la formación adecuada mediante el sistema de yoga místico, o, en última instancia, mediante el sistema de bhakti-yoga. Como se afirma en el Bhagavad-gītā (18.55): bhaktyā mām abhijānāti: Solo si nos refugiamos en el proceso de bhakti-yogapodremos comprender la existencia del alma dentro del cuerpo. Por esa razón, el Bhagavad-gītā comienza con la siguiente enseñanza:

dehino ’smin yathā dehe
kaumāraṁ yauvanaṁ jarā
tathā dehāntara-prāptir
dhīras tatra na muhyati


«Del mismo modo que el alma encarnada pasa en este cuerpo continuamente de la niñez a la juventud y a la vejez, pasa también a otro cuerpo en el momento de la muerte. Una persona sensata no se confunde ante ese cambio» (Bg. 2.13). Así, la primera instrucción es que debemos entender que el alma está dentro del cuerpo y que transmigra de un cuerpo a otro. Ese es el comienzo del conocimiento espiritual. Una persona que no es experta en comprender esta ciencia, o no desea entenderla, permanece bajo la influencia del concepto corporal o animal de la vida, como se confirma en el Śrīmad-Bhāgavatam (yasyātma-buddhiḥ kuṇape tri-dhātuke... sa eva go-kharaḥ). Todo miembro de la sociedad humana debe entender claramente las instrucciones del Bhagavad-gītā, pues esa es la única manera de elevarse espiritualmente y abandonar inmediatamente el conocimiento falso e ilusorio que nos lleva a pensar: «Yo soy el cuerpo, y todo lo que pertenece al cuerpo es mío [ahaṁ mameti]». Ese concepto perruno debe abandonarse de inmediato. Debemos estar preparados para comprender al alma espiritual y al espíritu supremo, Dios, entre los cuales existe una relación eterna. De ese modo podremos regresar al hogar, de vuelta a Dios, habiendo resuelto todos los problemas de la vida.

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