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Text 30

na yasya kaścātititarti māyāṁ
yayā jano muhyati veda nārtham
taṁ nirjitātmātma-guṇaṁ pareśaṁ
namāma bhūteṣu samaṁ carantam


na—no; yasya—de quien (de la Suprema Personalidad de Dios); kaśca—nadie; atititarti—puede superar; māyām—la energía ilusoria; yayā—por quien (por la energía ilusoria); janaḥ—la gente; muhyati—queda confundida; veda—entiende; na—no; artham—el objetivo de la vida; tam—a Él (a la Suprema Personalidad de Dios); nirjita—que controla completamente; ātmā—a las entidades vivientes; ātma-guṇam—y Su energía externa; para-īśam—el Señor, cuya posición es trascendental; namāma—ofrecemos respetuosas reverencias; bhūteṣu—a todas las entidades vivientes; samam—en una posición ecuánime o equilibrada; carantam—controlando o gobernándolas.


Nadie puede superar la energía ilusoria [māyā] de la Suprema Personalidad de Dios, que, con su inmensa fuerza, nos confunde a todos y nos hace perder la capacidad de entender el objetivo de la vida. Sin embargo, esa misma māyā es vencida por la Suprema Personalidad de Dios, que gobierna a todos y mantiene una actitud ecuánime hacia todas las entidades vivientes. A Él ofrecemos respetuosas reverencias.


SIGNIFICADO: En verdad, el poder de la Suprema Personalidad de Dios, Viṣṇu, controla a todas las entidades vivientes, hasta el punto de hacerles olvidar el objetivo de la vida. Na te viduḥ svārtha-gatiṁ hi viṣṇum: Las entidades vivientes han olvidado que el objetivo de la vida es ir de regreso al hogar, de vuelta a Dios. La energía externa de la Suprema Personalidad de Dios da a todas las almas condicionadas una aparente oportunidad de ser felices en el mundo material, pero en realidad es māyā; en otras palabras, es un sueño que nunca se cumplirá. Así, todos los seres vivos viven ilusionados por la energía externa del Señor Supremo. Esa energía ilusoria es, sin duda alguna, muy fuerte, pero el Señor trascendental, la persona trascendental a quien se describe en este verso con la palabra pareśam, la tiene bajo completo control. El Señor no es parte de la creación material, sino que está más allá de la creación. Por lo tanto, además de controlar a las almas condicionadas por medio de Su energía externa, controla también a la energía externa misma. El Bhagavad-gītā dice claramente que la poderosa energía material nos controla a todos, y que sustraerse a su control es muy difícil. Esa energía de control pertenece a la Suprema Personalidad de Dios y actúa bajo Su control. En cambio las entidades vivientes, dominadas por la energía material, han olvidado a la Suprema Personalidad de Dios.

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