Text 29
pitrā dattā devayānyai
śarmiṣṭhā sānugā tadā
svānāṁ tat saṅkaṭaṁ vīkṣya
tad-arthasya ca gauravam
devayānīṁ paryacarat
strī-sahasreṇa dāsavat
pitrā—por el padre; dattā—dada; devayānyai—a Devayānī, la hija de Śukrācārya; śarmiṣṭhā—la hija de Vṛṣaparvā; sa-anugā—con sus amigas; tadā—en esa ocasión; svānām—de su propia; tat—esa; saṅkaṭam—posición peligrosa; vīkṣya—al observar; tat—de él; arthasya—del beneficio; ca—también; gauravam—la grandeza; devayānīm—a Devayānī; paryacarat—sirvió; strī-sahasreṇa—con miles de mujeres más; dāsa-vat—actuando como esclava.
Vṛṣaparvā fue sabio y pensó que disgustar a Śukrācārya era muy peligroso, y que complacerle supondría ganancias materiales. Por consiguiente, cumplió la orden de Śukrācārya y le sirvió como un esclavo. Entonces puso a su hija Śarmiṣṭhā en manos de Devayānī para que la sirviese como esclava, junto con miles de mujeres más.
SIGNIFICADO: Al comienzo de esta historia acerca de Śarmiṣṭhā y Devayānī, vimos que Śarmiṣṭhā tenía muchas amigas. Todas esas amigas eran ahora sirvientas de Devayānī. Cuando una muchacha se casaba con un rey kṣatriya, era costumbre que todas sus amigas fuesen a vivir con ella a casa de su esposo. Vasudeva, por ejemplo, se casó con Devakī, la madre de Kṛṣṇa, pero además se casó también con las seis hermanas de Devakī, a la que acompañaban muchas amigas. El rey no mantenía solamente a su esposa, sino también a todas las amigas y sirvientas de la esposa. Algunas de esas sirvientas quedaban embarazadas y tenían hijos. Esos hijos eran considerados dāsī-putra, los hijos de las sirvientas, y eran mantenidos por el rey. La población femenina siempre es mayor que la masculina, pero, como la mujer necesita de la protección de un hombre, el rey mantenía a muchas jóvenes, que hacían el papel de amigas o de sirvientas de la reina. En la historia de la vida familiar de Kṛṣṇa vemos que Kṛṣṇa se casó con 16 108 esposas. No se trataba de sirvientas, sino de verdaderas reinas, y Kṛṣṇa Se expandió en 16 108 formas para mantener el hogar de todas y cada una de ellas. Eso no está al alcance del hombre común. Los reyes, si bien mantenían a muchísimas sirvientas y esposas, no podían proveer a cada una de una residencia particular.