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La Propiedad del Empobrecido
namo ’kiñcana-vittāya
nivṛtta-guṇa-vṛttaye
ātmārāmāya śāntāya
kaivalya-pataye namaḥ
Mis reverencias a Ti, que eres la propiedad del empobrecido en lo material. Tú no tienes nada que ver con las acciones y reacciones de las modalidades materiales de la naturaleza. Tú estás satisfecho en Ti mismo y, por consiguiente, eres el más gentil de todos y el amo de los monistas.
Śrīmad-Bhāgavatam 1.8.27
El ser viviente se acaba en cuanto no hay nada que poseer. Luego el ser viviente no puede ser un renunciante en el verdadero sentido del término. El ser viviente renuncia a una cosa para ganar otra más valiosa. El estudiante sacrifica sus tendencias infantiles para adquirir una mejor educación. El sirviente abandona un trabajo por otro mejor. De modo similar, el devoto no renuncia al mundo material a cambio de nada, sino por algo tangible en valores espirituales. Śrīla Rūpa Gosvāmī y Sanātana Gosvāmī, así como Śrīla Raghunātha dāsa Gosvāmī y otros, abandonaron su lujo y prosperidad mundanas en aras del servicio al Señor. Ellos eran grandes hombres en el sentido mundano. Los Gosvāmīs eran ministros al servicio del gobierno de Bengala, y Śrīla Raghunātha dāsa Gosvāmī era hijo de un gran zamindar (terrateniente) de la época. Pero lo dejaron todo para adquirir algo superior a lo que poseían anteriormente. Por lo general, los devotos no tienen prosperidad material, pero tienen una mina muy secreta en los pies de loto del Señor. Hay una bella historia acerca de Śrīla Sanātana Gosvāmī. Él tenía consigo una piedra de toque, la cual había dejado entre un montón de desechos. Un hombre necesitado la tomó, pero luego se preguntó por qué la valiosa joya se guardaba en un lugar tan descuidado. Por lo tanto, pidió a Sanātana Gosvāmī la cosa más valiosa de todas, y entonces le dio el santo nombre del Señor. Akiñcana significa «aquel que no tiene nada material que dar». El verdadero devoto, el mahātmā, no da a nadie nada material, porque ya ha dejado todos los bienes materiales. Sin embargo, puede dar el bien supremo, es decir, la Personalidad de Dios, porque Él es la única propiedad de un verdadero devoto. La piedra de toque de Sanātana Gosvāmī, que estaba tirada en la basura, no era la verdadera propiedad del gosvāmī, pues de lo contrario no la habría guardado en semejante lugar. Este ejemplo específico se da para los devotos neófitos, para convencerlos de que los anhelos materiales y el avance espiritual no se llevan bien. A menos que seamos capaces de verlo todo como algo espiritual que está relacionado con el Señor Supremo, tendremos que distinguir siempre entre el espíritu y la materia. Un maestro espiritual como Śrīla Sanātana Gosvāmī, aunque en lo personal es capaz de verlo todo como espiritual, nos dio este ejemplo a nosotros únicamente porque no tenemos semejante visión espiritual.
El avance de la visión material o de la civilización material es un gran obstáculo para el avance espiritual. Dicho avance material enreda al ser viviente en el cautiverio de un cuerpo material, seguido por toda clase de sufrimientos materiales. Ese avance material se denomina anartha, algo que no se quiere. De hecho es así. En el presente contexto del avance material, se usa lápiz labial que cuesta cien pesos, y hay muchísimas otras cosas indeseables, todas producto del concepto material de la vida. Al desviar la atención hacia tantas cosas indeseables, la energía humana se arruina sin que se logre la comprensión espiritual, que es la necesidad primordial de la vida humana. El intento de llegar a la Luna es otro ejemplo del desperdicio de energía, porque, incluso si se llegara a la Luna, los problemas de la vida no se resolverían. Los devotos del Señor reciben el nombre de akiñcanas, porque prácticamente no tienen ningún bien material. Todos esos bienes materiales son producto de las tres modalidades de la naturaleza material, y desbaratan la energía espiritual. En consecuencia, cuanto menos poseamos dichos productos de la naturaleza material, más tendremos una buena oportunidad de progresar espiritualmente.
La Suprema Personalidad de Dios no tiene ninguna relación directa con las actividades materiales. Todos Sus actos y proezas, que se exhiben incluso en este mundo material, son espirituales y no son afectados por las modalidades de la naturaleza material. En el Bhagavad-gītā, el Señor dice que todos Sus actos, incluso Su advenimiento y partida del mundo material, son trascendentales, y que aquel que sabe esto perfectamente no habrá de nacer de nuevo en el mundo material, sino que irá de regreso a Dios.
La enfermedad material se debe al anhelo que tenemos de la naturaleza material y de enseñorearse de ella. Ese anhelo se debe a una interacción de las tres modalidades de la naturaleza, y ni el Señor ni los devotos tienen apego por dicho disfrute falso. Por consiguiente, el Señor y los devotos reciben el nombre de nivṛtta-guṇa-vṛtti. El nivṛtta-guṇa-vṛtti perfecto es el Señor Supremo, porque Él nunca queda atraído por las modalidades de la naturaleza material, mientras que los seres vivientes tienen esa tendencia. Algunos de ellos están atrapados por la ilusoria atracción de la naturaleza material.
Debido a que el Señor es la propiedad de los devotos y éstos son recíprocamente la propiedad del Señor, los devotos son indudablemente trascendentales a las modalidades de la naturaleza material. Es una conclusión natural. Esos devotos puros son distintos de los devotos «con mezcla» que acuden al Señor para mitigar los sufrimientos y la pobreza, o movidos por la curiosidad y la especulación. Los devotos puros y el Señor están apegados entre sí de un modo trascendental. En cuanto a los demás, el Señor no tiene nada que corresponder y, por eso recibe el nombre de ātmārāma, satisfecho en Sí mismo. Como está satisfecho en Sí mismo, el Señor es el amo de todos los monistas que buscan fundirse en Su existencia. Esos monistas se funden en la refulgencia personal del Señor denominada brahmajyoti, pero los devotos entran en los pasatiempos trascendentales del Señor, que nunca deben ser mal entendidos, considerándolos materiales.
Estar empobrecido en lo material es la primera cualidad que debe tener un devoto. Aquel que no posee nada en este mundo material, sino que simplemente posee a Kṛṣṇa, recibe el nombre de akiñcana. La palabra akiñcana significa «aquel que ha perdido todas las posesiones materiales». Mientras tengamos tan siquiera el más ligero vestigio de la idea de volvernos felices en sentido material, de una u otra forma, tendremos que aceptar un cuerpo material. La naturaleza es tan bondadosa que, conforme a como queramos disfrutar de este mundo material, ella nos dará un cuerpo apropiado para ello, bajo la dirección del Señor. Como el Señor está situado en el corazón de todos, Él lo sabe todo. Por consiguiente, sabiendo que aún queremos algo material, nos dará otro cuerpo material: «Sí, tómalo». Kṛṣṇa quiere que tengamos plena experiencia para que entendamos que nunca seremos felices con beneficios materiales. Ése es el deseo de Kṛṣṇa.
Como somos partes integrales de Kṛṣṇa, quien tiene plena libertad, nosotros también tenemos plena libertad, aunque la cantidad de ella es muy diminuta. Aunque la cantidad de sal que hay en una gota de agua de mar no se puede comparar con la cantidad de sal que hay en el océano, la composición química tanto de la gota como del océano es la misma. De igual manera, cualquier cosa que tengamos en una diminuta cantidad se halla presente en su plenitud en Kṛṣṇa (janmādy asya yataḥ). Por ejemplo, tenemos la propensión a robar, a tomar cosas que pertenecen a otros. ¿Por qué? Porque Kṛṣṇa tiene la misma propensión. A menos que la propensión a robar esté presente en la Verdad Absoluta, ¿cómo puede presentarse en nosotros? A Kṛṣṇa se Le conoce como «el ladrón de mantequilla». Pero el robo de Kṛṣṇa y el nuestro son diferentes. Como nosotros estamos contaminados por lo material, nuestro robo es abominable, mientras que en el plano espiritual y absoluto el mismo robo es tan hermoso que se disfruta. Madre Yaśodā disfruta, pues, de las actividades delictivas de Kṛṣṇa. Ésa es la diferencia entre material y espiritual.
Cualquier actividad que sea espiritual es totalmente buena, y cualquier actividad que sea material es totalmente mala. Ésa es la diferencia entre espiritual y material. La supuesta moralidad y bondad de este mundo material son todas malas, pero en el mundo espiritual hasta la supuesta inmoralidad es buena. Eso debemos entenderlo. Por ejemplo, es inmoral bailar con las esposas de otros en plena noche, al menos según la civilización védica. Hasta hoy en día, en la India, a una joven nunca se le permitiría ir a bailar con un joven a plena noche. Pero en el Śrīmad-Bhāgavatam encontramos que, en cuanto todas las gopīs, las jóvenes pastorcillas de vacas de Vṛndāvana, oyeron la flauta de Kṛṣṇa, de inmediato fueron a bailar con Él. Ahora bien, desde un punto de vista material, eso es inmoral, pero desde el punto de vista espiritual, eso se ajusta a la mayor moralidad que existe. Por consiguiente, Caitanya Mahāprabhu dijo: ramyā kācid upāsanā vraja-vadhū-vargeṇa yā kalpitā: «¡Oh!, no hay mejor manera de adorar que la que concibieron las vraja-vadhūs, las doncellas de Vṛndāvana». Después de que Caitanya Mahāprabhu adoptó la orden de vida de renuncia, evitó muy estrictamente tener contacto con mujeres. Incluso en Su vida familiar, nunca bromeaba con mujeres. Él tenía gran sentido del humor, pero sólo con los hombres, no con las mujeres. Una vez, dijo a Su esposa, Viṣṇupriyā, algunas palabras jocosas. Cuando Śacīmātā, la madre del Señor Caitanya, estaba buscando algo, Él le dijo en broma: «Quizás lo tiene tu nuera». Pero en toda Su vida, éstas son las únicas palabras jocosas que encontramos en relación con las mujeres. Él era muy estricto. Después de que adoptó sannyāsa, la orden de renuncia, ninguna mujer podía ni siquiera acercarse a Él a ofrecerle reverencias; ellas Le ofrecían reverencias desde lejos. Sin embargo, Caitanya Mahāprabhu dijo: ramyā kācid upāsanā vraja-vadhū-vargena yā kalpitā: «No hay ningún concepto de adoración mejor que el que concibieron las doncellas de Vṛndāvana». ¿Cuál era el concepto que ellas tenían? Querían amar a Kṛṣṇa frente a todo riesgo. Y eso nunca es inmoral.
Aquello que está relacionado con Kṛṣṇa nunca puede ser inmoral. Para dar otro ejemplo, el Señor Kṛṣṇa, en Su encarnación de Nṛsiṁhadeva, mató a Hiraṇyakaśipu, el padre de Prahlāda Mahārāja, mientras Prahlāda Mahārāja se hallaba cerca sin protestar. Ahora bien, ¿es eso moral? ¿A quién le gustaría ver a su propio padre ser matado? ¿Quién se quedaría ahí sin protestar? Nadie aprobaría semejante comportamiento ni diría que es moral. Sin embargo, esto de hecho ocurrió. No sólo eso, sino que Prahlāda Mahārāja hizo incluso una guirnalda de flores para colocarlo en el cuello del asesino. «Mi querido Señor Asesino —dijo él—, por favor, toma este collar de flores. Tú has matado a mi padre, y Tú eres muy bueno». Esto debe entenderse espiritualmente. Si alguien ataca a nuestro padre y no podemos protegerle, debemos protestar y pedir ayuda a gritos. Pero como al padre de Prahlāda Mahārāja lo mató Kṛṣṇa en la forma del Señor Nṛsiṁhadeva, Prahlāda Mahārāja preparó una guirnalda de flores para el asesino. Después de que su padre fue matado, Prahlāda dijo a Nṛsiṁhadeva: «Mi querido Señor, ahora que mi padre ha sido matado, todo el mundo está feliz. Por favor, aplaca Tu furia».
El sādhu, la persona santa, nunca aprueba la matanza, ni siquiera la de un animal, pero Prahlāda Mahārāja dijo: modeta sādhur api vṛścika-sarpa-hatyā: «Hasta las personas santas se complacen cuando se mata a un escorpión o a una serpiente». El escorpión y la serpiente también son entidades vivientes, y a los sādhus nunca les satisface el hecho de ver matar a otra entidad viviente; pero Prahlāda Mahārāja dijo: «Hasta los sādhus se complacen cuando se mata a una serpiente o a un escorpión. Mi padre era exactamente igual que una serpiente o un escorpión, por lo tanto, ahora que ha sido matado, todo el mundo está feliz». Hiraṇyakaśipu era un demonio muy peligroso que causó dificultades a los devotos y, cuando se mata a un demonio de esa índole, hasta las personas santas se sienten satisfechas, aunque por lo general nunca quieren que se mate a nadie. En consecuencia, aunque parezca que el Señor Kṛṣṇa o Prahlāda Mahārāja actuaron de un modo inmoral, de hecho actuaron de conformidad con la máxima moralidad.
Kṛṣṇa es akiñcana-vitta, el único solaz de aquel que ha perdido todo lo material. En el Caitanya-caritāmṛta, el Señor Kṛṣṇa dice: «Si alguien Me quiere a Mí pero al mismo tiempo quiere la prosperidad material, es un tonto». Kṛṣṇa es tan bondadoso, que si alguien quiere prosperidad material pero al mismo tiempo quiere volverse devoto, Kṛṣṇa lo vuelve un fracaso en la vida material. Por eso la gente tiene mucho miedo de venir al movimiento para la conciencia de Kṛṣṇa. «¡Oh! —piensan ellos—, mi prosperidad material se acabará».
Por lo general, la gente va a la iglesia o al templo para pedir a Dios prosperidad material: «¡Oh, Dios!, danos nuestro pan de cada día». Pero, aunque acuden a Dios en busca de prosperidad material —«Dame esto, dame aquello»—, también se les considera piadosos, porque acuden a Dios, a diferencia de los ateos, que nunca acuden a Él. «¿Por qué habría de acudir a Dios? —dice el ateo—. Voy a hacer mi propia fortuna, y mediante el avance de la ciencia seré feliz». Aquel que piensa: «Para mi propia prosperidad dependeré de mi propia fuerza y de mi propio conocimiento» es un duṣkṛtī, una persona de lo más pecadora, pero aquel que piensa: «Mi prosperidad depende de la misericordia de Dios» es piadoso.
Es un hecho que, sin la sanción de Dios, no puede lograrse nada. Tāvat tanur idaṁ tanūpekṣitānām. Hemos descubierto muchos métodos mediante los cuales contrarrestar la aflicción, pero cuando Dios no sanciona que nos libremos de dicha aflicción, esos métodos fracasan. Por ejemplo, un hombre enfermo puede que tenga muy buena medicina y un médico capacitado, pero si preguntamos al médico: «¿Puede usted garantizar la vida de este paciente?», el doctor dirá: «No, no puedo hacerlo. Yo trato de hacer lo mejor que puedo. Eso es todo». Un doctor inteligente sabe: «La sanción final está en las manos de Dios. Yo simplemente soy un instrumento. Si Dios no quiere que el paciente viva, entonces todas mis medicinas y todo mi conocimiento médico y científico fracasarán».
La sanción final, por consiguiente, procede de Kṛṣṇa. Los necios no saben esto, y por ello se les llama mūḍhas, sinvergüenzas. Ellos no saben que aunque cualquier cosa que estén haciendo puede que sea muy buena, si Dios, Kṛṣṇa, finalmente no la sanciona, será un fracaso en su totalidad. Por otra parte, el devoto sabe: «Con toda la inteligencia que tengo puede que trate de ser feliz, pero, sin la sanción de Kṛṣṇa, nunca seré feliz». Ésa es la diferencia entre un devoto y un no devoto.
Como se mencionó anteriormente, Kṛṣṇa dice: «Aquel que trata de acercarse a Mí para volverse consciente de Kṛṣṇa, pero al mismo tiempo quiere volverse feliz en sentido material, no es muy inteligente. Está desperdiciando su tiempo». Nuestro principal deber es volvernos conscientes de Kṛṣṇa. Ése es el principal deber de la vida humana. Si desperdiciamos nuestro tiempo esforzándonos por el mejoramiento material y olvidamos cantar Hare Kṛṣṇa, ello será una gran pérdida. Por consiguiente, Kṛṣṇa dice: āmi-vijña, ei mūrkhe ‘viṣaya’ kena dibā (Cc. Madhya 22.39): «Un sinvergüenza puede que Me pida algo de prosperidad material a cambio del desempeño de servicio devocional. Pero, ¿por qué habría Yo de darle prosperidad material? Por el contrario, le quitaré todo lo que tenga».
Cuando se nos despoja de nuestros bienes materiales, nos sentimos muy tristes. Pero ésa es la prueba. Así lo explicó el propio Kṛṣṇa a Yudiṣṭhira Mahārāja. Yudiṣṭhira Mahārāja preguntó a Kṛṣṇa: «Estamos dependiendo completamente de Ti, pero aun así estamos sufriendo muchísimo desde el punto de vista material. Nos han despojado de nuestro reino, nuestra esposa ha sido insultada y nuestros enemigos intentaron quemarnos en nuestra casa. ¿Cómo es posible que haya ocurrido esto?». Kṛṣṇa respondió: yasyāham anugṛhṇāmi hariṣye tad-dhanaṁ śanaiḥ, «Sí, eso es lo primero que hago. Si Yo favorezco a alguien de una manera especial, entonces le quito todas sus fuentes de ingreso y lo pongo en grandes dificultades». Así pues, Kṛṣṇa es muy peligroso.
Yo tengo experiencia concreta en relación con esto. No deseo narrar toda la historia, pero es un hecho que yo recibí el favor especial de Kṛṣṇa de esa manera. Cuando tenía veinticinco años, mi Guru Mahārāja, mi maestro espiritual, me ordenó ir a predicar. Pero yo pensé: «Primero que todo me haré rico, y luego usaré mi dinero para financiar la labor de prédica». Tenía buenas oportunidades de volverme un comerciante muy rico. Un astrólogo me dijo incluso que me debí haber vuelto tan rico como el hombre más rico de la India. Había muy buenas probabilidades. Era el gerente de una gran fábrica de productos químicos. Comencé mi propia fábrica, y el negocio tenía mucho éxito. Pero con el tiempo todo fracasó, y de ese modo se me puso a la fuerza en la posición de ejecutar las órdenes de mi Guru Mahārāja. Cuando se me despojó de todos mis bienes materiales, me dirigí a Kṛṣṇa, diciéndole: «Tú eres el único refugio». Por consiguiente, Kṛṣṇa es akiñcana-vitta, la propiedad del empobrecido en lo material. Cuando estamos desprovistos de toda opulencia material, nos dirigimos entonces a Kṛṣṇa. Y ahora me estoy dando cuenta de que no he perdido, sino que he ganado.
Así que perder opulencias materiales por el bien de Kṛṣṇa no es una pérdida. Por el contrario, es la mayor de las ganancias. Quien se vuelve akiñcana, al no tener nada que poseer, Kṛṣṇa se vuelve su única riqueza. Expresando este entendimiento, Narottama dāsa Ṭhākura dice:
hā hā prabhu nanda-suta vṛṣabhānu-sutā-yuta
karuṇā karaha ei-bāra
narottama dāsa kahe na ṭheliyā raṅga-pāya
tumi vinā ke āche āmāra
«Kṛṣṇa, aparte de Ti, no tengo nada que exigir. No tengo posesiones. Tú eres mi única posesión, así que, por favor, no me desdeñes».
Esa posición es muy hermosa. Cuando alguien no depende de nada material, sino que simplemente depende de Kṛṣṇa, ha alcanzado la posición de conciencia de Kṛṣṇa de primera categoría. Por lo tanto, Kṛṣṇa recibe el calificativo de akiñcana-vitta. «Cuando una persona se empobrece en lo material, Tú eres la única riqueza». Namo ’kiñcana-vittāya nivṛtta-guṇa-vṛttaye. «Cuando Te toma a Ti como su única posesión, de inmediato se libera de las actividades de la naturaleza material». En otras palabras, por aceptar a Kṛṣṇa de esa manera, alcanza la posición trascendental del Absoluto. Ātmārāmāya: «En ese momento, esa persona se vuelve feliz contigo. Kṛṣṇa, Tú eres feliz contigo mismo, y aquel que se entrega a Ti se vuelve feliz, tal como Tú lo eres». No hay diferencia entre el cuerpo de Kṛṣṇa y el propio Kṛṣṇa. Él es enteramente ser, enteramente espíritu. Nosotros, por otra parte, tenemos un cuerpo que es diferente de nosotros mismos. Yo soy ser, pero poseo un cuerpo material. Mas, cuando verdaderamente nos volvemos dependientes de Kṛṣṇa, que está completamente satisfecho en Sí mismo, podemos también estar satisfechos en nosotros mismos con Kṛṣṇa.
Kaivalya-pataye namaḥ. Los filósofos māyāvādīs, los monistas, quieren volverse uno con el Supremo. El Supremo está satisfecho en Sí mismo, y ellos también quieren estar satisfechos en sí mismos mediante el hecho de volverse uno con el Supremo. Nuestra filosofía de conciencia de Kṛṣṇa es igual, pero, en vez de volvernos uno con Kṛṣṇa, dependemos de Kṛṣṇa. Eso es verdadera unidad. Si simplemente accedemos a acatar las órdenes de Kṛṣṇa y a no estar en desacuerdo con Él, quedamos situados en verdadera unidad.
Los filósofos māyāvādīs piensan: «¿Por qué habría yo de mantener mi existencia individual separada? Voy a fundirme en el Supremo». Pero eso no es posible. Desde el mismo comienzo, somos partes separadas de Kṛṣṇa. Kṛṣṇa dice, por consiguiente, en el Bhagavad-gītā: «Mi querido Arjuna, debes saber que tú, Yo, y todas las personas reunidas en este campo de batalla, éramos individuos en el pasado, somos individuos en el presente, y en el futuro continuaremos siendo individuos».
Nityo nityānāṁ cetanaś cetanānām. Kṛṣṇa es el nitya supremo, la suprema fuerza viviente, entre las innumerables fuerzas vivientes. Nosotros, las entidades vivientes (jīva), somos innumerables (ananta); no existe cuenta de cuántos somos. De igual manera, Kṛṣṇa también es una entidad viviente, pero Él es la principal, la entidad viviente suprema. Ésa es la diferencia. Un líder puede que tenga muchos seguidores. De modo similar, Kṛṣṇa, la entidad viviente suprema, es el líder supremo, y nosotros somos entidades vivientes dependientes y subordinadas.
Que nosotros somos dependientes no es muy difícil de entender. Si Kṛṣṇa no nos provee de comida, pasaremos hambre, porque independientemente no podemos producir nada. Eko bahūnāṁ yo vidadhāti kāmān: Kṛṣṇa está manteniéndolo todo, y nosotros estamos siendo mantenidos. Así pues, Kṛṣṇa es el verdadero predominador, y nosotros debemos estar dispuestos a ser predominados. Ésa es nuestra posición constitucional natural. Si queremos volvernos falsamente predominadores en este mundo material, estamos dominados por la ilusión. Debemos abandonar esa ilusión y tratar siempre de estar predominados por Kṛṣṇa. En ese momento, nuestra vida será un éxito.