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Belleza en Presencia de Kṛṣṇa

neyaṁ śobhiṣyate tatra
yathedānīṁ gadādhara
tvat-padair aṅkitā bhāti
sva-lakṣaṇa-vilakṣitaiḥ


¡Oh, Gadādhara (Kṛṣṇa)!, a nuestro reino lo marcan ahora las impresiones de Tus pies, y por eso se ve hermoso. Pero cuando Tú Te vayas, dejará de verse así.


Śrīmad-Bhāgavatam 1.8.39


En los pies del Señor hay ciertas señales particulares que Lo distinguen a Él de los demás. En la planta de los pies del Señor se encuentran los signos de una bandera, un rayo, un instrumento para conducir elefantes, una sombrilla, un loto, un disco, etc. Esos signos quedan impresos en el suave polvo de la tierra por donde el Señor pasa. La tierra de Hastināpura estaba marcada así mientras el Señor Śrī Kṛṣṇa Se encontraba en ella con los Pāṇḍavas y, en consecuencia, el reino de los Pāṇḍavas floreció en virtud de esos auspiciosos signos. Kuntīdevī señala esas características resaltantes, y expresa su temor de que haya mala suerte en ausencia del Señor.


En el Cāṇakya-śloka, las instrucciones del gran moralista Cāṇakya Paṇḍita, se encuentra este hermosísimo verso:

pṛthivī-bhūṣaṇaṁ rājā
nārīṇāṁ bhūṣaṇaṁ patiḥ
śarvarī-bhūṣaṇaṁ candro
vidyā sarvasya bhūṣaṇam


Todo se ve hermoso cuando se está íntimamente relacionado con ello. El cielo, por ejemplo, se pone hermoso al relacionarse con la Luna. El cielo siempre está ante nosotros, pero en la noche de Luna llena, cuando la Luna y las estrellas brillan deslumbrantemente, el cielo se ve muy hermoso. De modo similar, el Estado se ve muy bien si hay un buen gobierno, con un buen rey o presidente. En esas circunstancias, todo el mundo es feliz y todo se desenvuelve bien. Además, aunque las muchachas son hermosas por naturaleza, una muchacha se ve especialmente hermosa cuando tiene esposo. Vidyā sarvasya bhūṣaṇaṁ: Y si una persona, por fea que sea, es erudita y culta, eso constituye su belleza. Del mismo modo, todo se ve hermoso cuando Kṛṣṇa está presente.


Por lo tanto, Kuntīdevī piensa: «Mientras Kṛṣṇa está con nosotros, todo es hermoso en nuestro reino y capital, Hastināpura. Pero cuando Kṛṣṇa esté ausente, nuestro reino no será hermoso». Ella dice: «Kṛṣṇa, ahora Tú caminas por nuestro reino, y las impresiones de Tus huellas están embelleciendo todo. Hay suficiente agua y fruta, y todo se ve hermoso, pero cuando Tú nos dejes, no se verá así».


Esto no sólo se aplicaba cuando Kṛṣṇa estaba presente y Kuntī estaba hablando. No. La verdad es siempre la misma. Pese al adelanto de nuestra civilización, si no podemos poner a Kṛṣṇa y lo consciente de Kṛṣṇa en el centro de todo, nuestra civilización nunca llegará a ser hermosa. Aquellos que han ingresado al movimiento para la conciencia de Kṛṣṇa eran hermosos antes de ingresar, pero ahora que se han vuelto conscientes de Kṛṣṇa se ven especialmente hermosos. En consecuencia, a menudo los periódicos describen a los devotos como «de caras brillantes». Sus compatriotas observan: «¡Cuán dichosos y hermosos se han vuelto estos muchachos y muchachas!». Actualmente en América, gran parte de la generación joven está confundida y desesperanzada, por lo tanto, se les ve taciturnos y con el semblante oscuro. ¿Por qué? Porque están confundidos: no tienen ninguna meta en la vida. Pero los devotos, los kṛṣṇaítas, se ven muy hermosos, debido a la presencia de Kṛṣṇa.


Por consiguiente, lo que era cierto hace cinco mil años —durante la época de los Pāṇḍavas—, aún es cierto hoy. Con Kṛṣṇa en el centro, todo se vuelve hermoso, y Kṛṣṇa puede volverse el centro en cualquier momento. Kṛṣṇa siempre está presente, y nosotros simplemente tenemos que invitarlo: «Mi querido Señor, por favor ven y ponte en el centro». Eso es todo. Para dar el mismo ejemplo que di antes, el cero no tiene ningún valor, pero si ponemos el número uno al lado del cero, éste se vuelve diez. De modo que no es necesario dejar lo que se esté haciendo, sea esto lo que fuere. Nunca decimos: «Detengan todo lo material». Simplemente se tiene que añadir a Kṛṣṇa.


Desde luego, tenemos que abandonar cualquier cosa que vaya en contra del cultivo de conciencia de Kṛṣṇa. Que no detengamos los deberes materiales no significa que no debamos dejar de comer carne. Debemos dejarlo, pues ello es contrario al progreso en el cultivo de conciencia de Kṛṣṇa. No se pueden realizar actividades pecaminosas y al mismo tiempo progresar en el cultivo de conciencia de Kṛṣṇa. Pero Kṛṣṇa dice: ahaṁ tvāṁ sarva-pāpebhyo mokṣayiṣyāmi: «Entrégate a Mí, y Yo te rescataré, liberándote de todas las clases de reacciones pecaminosas».


Cada uno de nosotros realiza actividades pecaminosas consciente o inconscientemente, vida tras vida. Puede que yo mate a un animal conscientemente, y eso es sin duda pecaminoso, pero incluso si lo hago inconscientemente, también es pecaminoso. Mientras caminamos por la calle, matamos a muchas hormigas inconscientemente, y en el transcurso de nuestras demás actividades cotidianas —mientras cocinamos, mientras recogemos agua, mientras usamos un mortero y un majadero para moler especias—, matamos a muchísimos seres vivientes. A menos que permanezcamos conscientes de Kṛṣṇa, estaremos sujetos a ser castigados por todos esos actos pecaminosos realizados inconscientemente.


Si un niño toca fuego inconscientemente, ¿significa eso que el fuego va a excusar al niño y no lo va a quemar? No. La ley de la naturaleza es tan estricta, tan severa, que no hay ninguna posibilidad de excusa. Hasta en la ley del Estado, la ignorancia no es excusa. Si vamos a la corte y decimos: «No sabía que esta acción fuera criminal», eso no significa que se nos excusará. De igual modo, la ignorancia no es excusa para transgredir las leyes de la naturaleza. Por lo tanto, si verdaderamente queremos estar libres de las reacciones de la vida pecaminosa, debemos ser conscientes de Kṛṣṇa, pues entonces Kṛṣṇa nos liberará de todas las reacciones pecaminosas. Se nos recomienda, pues, kīrtanīyaḥ sadā hariḥ: Debemos cantar constantemente Hare Kṛṣṇa, Hare Kṛṣṇa, Kṛṣṇa Kṛṣṇa, Hare Hare / Hare Rāma, Hare Rāma, Rāma Rāma, Hare Hare, para que así Kṛṣṇa nos salve.


Siempre debemos mantener a Kṛṣṇa en nuestra mente, pues Kṛṣṇa es como el Sol. Ése es el lema de nuestra revista De Vuelta al Supremo:

kṛṣṇa—sūrya-sama; māyā haya andhakāra
yāhāṅ kṛṣṇa, tāhāṅ nāhi māyāra adhikāra


(Cc. Madhya 22.31)


Kṛṣṇa es como el brillante Sol, y māyā, la ignorancia, es como la oscuridad. Cuando el Sol está presente, no puede haber oscuridad. De manera que si nos mantenemos siempre en estado de conciencia de Kṛṣṇa, la oscuridad de la ignorancia no podrá influir en nosotros; por el contrario, caminaremos siempre muy libremente bajo la brillante luz solar de Kṛṣṇa. Por lo tanto, Kuntīdevī ora que Kṛṣṇa continúe estando presente con ella y los Pāṇḍavas.


Sin embargo, Kṛṣṇa no estaba dejando a los Pāṇḍavas, tal como Él nunca dejó Vṛndāvana. En el śāstra, las Escrituras védicas, se dice: vṛndāvanaṁ parityajya no padam ekaṁ gacchati: Kṛṣṇa nunca da ni siquiera un paso fuera de Vṛndāvana. Así de apegado está a Vṛndāvana. ¿Cómo es posible, entonces, que veamos que Kṛṣṇa dejó Vṛndāvana y Se fue a Mathurā, y luego más lejos aún, hasta Hastināpura, y no regresó por muchos años? En verdad, Kṛṣṇa no Se fue, pues todos los habitantes de Vṛndāvana, después de que Kṛṣṇa Se había ido, estuvieron siempre pensando en Él y llorando. La única ocupación de madre Yaśodā, Nanda Mahārāja, Rādhārāṇī y todas las demás gopīs, las vacas, los terneros y los pastorcillos de vacas, era pensar en Kṛṣṇa y llorar, y de ese modo ellos sentían que Kṛṣṇa estaba presente, pues la presencia de Kṛṣṇa puede sentirse más fuertemente al estar separado de Él. Ésa es la enseñanza de Caitanya Mahāprabhu: amar a Kṛṣṇa en medio de la separación. Śūnyāyitaṁ jagat sarvaṁ govinda-viraheṇa me. Caitanya Mahāprabhu pensaba: «Sin Govinda, sin Kṛṣṇa, todo está vacío». Todo estaba vacío, pero había conciencia de Kṛṣṇa.


Cuando lo veamos todo como si no fuera nada y tengamos únicamente conciencia de Kṛṣṇa, habremos alcanzado la más alta perfección. Por eso las gopīs son tan excelsas. Habiendo alcanzado esa perfección, no podían olvidar a Kṛṣṇa ni siquiera por un solo momento. Cuando Kṛṣṇa iba al bosque con Sus vacas y terneros, las gopīs que se quedaban en sus casas se preocupaban. «¡Oh!, Kṛṣṇa está caminando descalzo —pensaban—. Hay muchísimas piedras y espinas por el camino, y deben de estar pinchando los pies de loto de Kṛṣṇa, que son tan suaves que cuando Kṛṣṇa pone Sus pies de loto sobre nuestros pechos pensamos que éstos son duros». Así pues, lloraban, absortas en esos pensamientos. Al atardecer, las gopīs estaban tan ansiosas de ver a Kṛṣṇa de vuelta en el hogar, que se paraban en el camino a tratar de verlo mientras regresaba con Sus terneros y vacas. Eso es conciencia de Kṛṣṇa.


Kṛṣṇa no puede abandonar la compañía del devoto que está intensamente absorto en pensar en Kṛṣṇa. Aquí, Kuntīdevī está sumamente ansiosa, pensando que Kṛṣṇa va a estar ausente, pero el verdadero efecto de la ausencia física de Kṛṣṇa es que Él queda presente con mayor intensidad en la mente del devoto. Por consiguiente, Caitanya Mahāprabhu, mediante el ejemplo de Su propia vida, enseñó vipralambha-sevā, a servir a Kṛṣṇa en medio de la separación. Las lágrimas brotaban de Sus ojos como torrentes de lluvia, pues sentía que todo estaba vacío por la ausencia de Kṛṣṇa.


Hay dos maneras de reunirse con Kṛṣṇa. Estar presente personalmente con Kṛṣṇa, reunirse personalmente con Él, hablarle personalmente y abrazarlo personalmente se denomina sambhoga, pero hay otra manera de estar con Kṛṣṇa —separado de Él—, y eso se denomina vipralambha. De las dos maneras el devoto puede recibir el beneficio de estar en compañía de Kṛṣṇa.


Como ahora estamos en el mundo material, no vemos a Kṛṣṇa directamente. No obstante, podemos verlo indirectamente. Por ejemplo, quien está adelantado en la vida espiritual, al ver el océano Pacífico puede recordar a Kṛṣṇa inmediatamente. Eso se denomina meditación. Puede que piense: «El océano Pacífico es una muy vasta masa de agua, con muchas y grandes olas, pero aunque yo estoy sólo a unos cuantos metros de él, confío en que estoy a salvo, por poderoso que este océano sea y por temibles que sean sus olas. Yo estoy seguro de que no irá más allá de sus límites. ¿Cómo está ocurriendo eso? Por orden de Kṛṣṇa. Kṛṣṇa ordena: “Mi querido océano Pacífico, puede que seas muy grande y poderoso, pero no puedes ir más allá de esta línea”». Así, se puede recordar de inmediato a Kṛṣṇa, Dios, que es tan poderoso que incluso el océano Pacífico acata Su orden. De ese modo, se puede pensar en Kṛṣṇa, y eso es conciencia de Kṛṣṇa.


De la misma manera, al ver la salida del Sol, se puede recordar de inmediato a Kṛṣṇa, pues Kṛṣṇa dice en el Bhagavad-gītā (7.8): prabhāsmi śaśi-sūryayoḥ: «Yo soy el brillo del Sol y de la Luna». Quien ha aprendido a ver a Kṛṣṇa, puede verlo en la luz del Sol. Nuestros científicos no han creado el Sol, y aunque hagan malabarismos con palabras, está más allá de su capacidad saber qué es en verdad el Sol. Pero el Vedānta-sūtra (1.1.3) dice: śāstra-yonitvāt: Podemos conocer todo a través del śāstra, las Escrituras védicas. Por ejemplo, si estudiamos las Escrituras védicas, podemos conocer lo que es el Sol, pues el Sol se describe en el Brahma-saṁhitā (5.5.2):

yac-cakṣur eṣa savitā sakala-grahāṇāṁ
rājā samasta-sura-mūrtir aśeṣa-tejāḥ
yasyājñayā bhramati sambhṛta-kāla-cakro
govindam ādi-puruṣaṁ tam ahaṁ bhajāmi


Este verso describe al Sol como el ojo de todos los planetas, y si meditamos en esto, podemos entender que es un hecho, pues de noche, antes de que el Sol salga, no podemos ver nada. El Sol también se describe como el ojo del Señor. El Sol es uno de Sus ojos, y la Luna es el otro. Por lo tanto, en los Upaniṣads se dice que sólo cuando Kṛṣṇa ve, podemos nosotros ver. Al Sol también se le describe como aśeṣa-tejāḥ, ilimitadamente caliente. Y, ¿cuál es su función? Yasyājñayā bhramati sambhṛta-kāla-cakraḥ. El Sol tiene su órbita. Dios ha ordenado al Sol: «Tú sólo viaja dentro de esta órbita, y a ninguna otra parte». Los científicos dicen que si el Sol se moviera ligeramente hacia un lado, todo el universo quedaría envuelto en llamas, y si se moviera hacia el otro lado, todo el universo se congelaría. Pero por orden del Supremo, no se mueve ni siquiera una diezmilésima de centímetro de donde tiene que estar. Siempre sale con exactitud a la hora correcta. ¿Por qué? Debe haber alguna disciplina, alguna obediencia, alguna orden. Por lo tanto, el Brahma-saṁhitā dice: yasyājñayā bhramati sambhṛta-kāla-cakro govindam ādi-puruṣaṁ tam ahaṁ bhajāmi: «Yo adoro a esa persona original, por cuya orden el Sol se mueve en su órbita. Es Él quien dirige incluso el Sol, el océano y la Luna. Todo se lleva a cabo bajo Su orden».


Así que, ¿dónde está la dificultad en entender a Dios? No hay ninguna dificultad en ello. Si somos verdaderamente sensatos, si tenemos un cerebro que no esté hecho de excremento, podremos entender a Dios a cada paso. El Señor dice:

raso ’ham apsu kaunteya
prabhāsmi śaśi-sūryayoḥ
praṇavaḥ sarva-vedeṣu
śabdaḥ khe pauruṣaṁ nṛṣu


«¡Oh, hijo de Kuntī!, Yo soy el sabor del agua, la luz del Sol y de la Luna, la sílaba oṁ de los mantras védicos; Yo soy el sonido que hay en el éter y la habilidad en el hombre» (Bg. 7.8). ¿Por qué, entonces, la gente dice: «Yo no he visto a Dios»? ¿Por qué no ven a Dios como Dios les indica que Lo vean? ¿Por qué inventan su propia manera? No podemos ver a Dios a nuestra manera. Eso no es posible. Si tratamos de hacerlo, permaneceremos ciegos siempre. En los actuales momentos, supuestos filósofos y científicos están tratando de ver a Dios a su manera, pero eso no es posible. Tenemos que ver a Dios a la manera de Dios. Entonces podremos  verlo. Si yo quiero ver al presidente de los Estados Unidos, ¿puedo verlo a mi manera? Y si no, entonces, ¿cómo puedo pretender ver a Dios a mi manera? ¿No es eso sinvergüencería? Yo ni siquiera puedo ver a mi manera a un hombre común que está en una posición importante; tengo que pedir una cita a su secretario y hacer los demás trámites que se requieran. Pero aunque Dios es muchísimo más importante que los hombres comunes, algunos pícaros son de la opinión de que cada uno puede ver a Dios a su manera. «Todas las maneras que inventes —dicen ellos— son genuinas». Eso es sinvergüencería. El mundo está lleno de sinvergüenzas y necios y, en consecuencia, el estado de conciencia de Dios, de conciencia de Kṛṣṇa, se ha convertido en una idea vaga. Sin embargo, si queremos ver a Dios, si queremos que Él siempre esté presente —tal como Kuntīdevī lo está pidiendo—, podemos siempre mantener a Dios dentro de nuestro corazón.


Simplemente tenemos que aplicar nuestra mente y sentidos al proceso de conciencia de Kṛṣṇa, como hizo Mahārāja Ambarīṣa. Sa vai manaḥ kṛṣṇa-padāravindayor vacāṁsi vaikuṇṭha-guṇānuvarṇane (Bhāg. 9.4.18). Primero debemos fijar nuestra mente en los pies de loto de Kṛṣṇa, pues la mente es el centro de todas las actividades de los sentidos. Si la mente estuviera ausente, pese a que tuviéramos ojos, no podríamos ver, y pese a que tuviéramos oídos, no podríamos oír. Por eso a la mente se la considera el undécimo sentido. Hay diez sentidos —cinco sentidos de trabajo y cinco sentidos de adquisición de conocimiento—, y el centro de los sentidos es la mente. El Bhagavad-gītā (3.42) dice:

indriyāṇi parāṇy āhur
indriyebhyaḥ paraṁ manaḥ
manasas tu parā buddhir
yo buddheḥ paratas tu saḥ


En este verso, Kṛṣṇa explica que aunque consideramos que los sentidos son muy importantes, más allá de los sentidos hay algo superior —la mente—, más allá de la mente está la inteligencia, y más allá de la inteligencia está el alma.


¿Cómo podemos percibir la existencia del alma, si ni siquiera podemos entender los movimientos psicológicos de la mente? Más allá de la mente está la inteligencia y, mediante la especulación, a lo sumo podemos acercarnos al plano intelectual. Pero para entender el alma y a Dios, debemos ir más allá del plano intelectual. Es posible entender todo, pero debemos adquirir la comprensión a través del canal indicado. Por consiguiente, el mandamiento védico dice:

tad-vijñānārthaṁ sa gurum evābhigacchet
samit-pāṇiḥ śrotriyaṁ brahma-niṣṭham

«Quien verdaderamente es sincero en querer entender los temas trascendentales y sobrenaturales debe acudir a un maestro espiritual genuino» (Muṇḍaka Up. 1.2.12).

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