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Capítulo 75

Por qué Duryodhana se sintió insultado al final del sacrificio Rājasūya


El rey Yudhiṣṭhira era conocido como ajāta-śatru, o una persona que no tiene ningún enemigo. Por lo tanto, cuando todos los hombres, semidioses, reyes, sabios y santos vieron la culminación exitosa del Rājasūya-yajña ejecutado por el rey Yudhiṣṭhira, se pusieron muy felices. El hecho de que solo Duryodhana no estuviera feliz le resultó asombroso a Mahārāja Parīkṣit, y, en consecuencia, él le pidió a Śukadeva Gosvāmī que explicara eso.


Śukadeva Gosvāmī dijo: «Mi querido rey Parīkṣit, tu abuelo, el rey Yudhiṣṭhira, era una gran alma. Su disposición agradable atraía a todos y los volvía amigos de él, y, por consiguiente, se le conocía como ajāta-śatru: aquel que nunca creó un enemigo. Él ocupó a todos los miembros de la dinastía Kuru como directores de diferentes departamentos, para la administración del sacrificio Rājasūya. Por ejemplo, Bhīmasena fue puesto a cargo del departamento de cocina. Duryodhana a cargo del departamento de tesorería, Sahadeva a cargo del departamento de recepción, Nakula a cargo del departamento de almacenaje, y Arjuna se ocupó de velar por la comodidad de las personas mayores. Lo más asombroso de todo era que Kṛṣṇa, la Suprema Personalidad de Dios, se encargó de lavarles los pies a todos los invitados que llegaban. La reina Draupadī, la diosa de la fortuna, estaba a cargo de dirigir la distribución de la comida, y debido a que Karṇa era famoso por dar caridad, fue puesto a cargo del departamento de caridad. De igual manera, Sātyaki, Vikarṇa, Hārdikya, Vidura, Bhūriśravā y Santardana, el hijo de Bāhlīka, fueron todos encargados de diferentes departamentos para la administración de los asuntos del sacrificio Rājasūya. Estaban todos tan atados al rey Yudhiṣṭhira con afecto amoroso, que tan solo querían complacerlo».


Después de que Śiśupāla había muerto por la misericordia del Señor Kṛṣṇa y que se había fundido en la existencia espiritual, y después del final del Rājasūya-yajña, cuando todos los amigos, invitados y bienquerientes habían sido honrados y recompensados suficientemente, el rey Yudhiṣṭhira fue a bañarse al Ganges. La ciudad de Hastināpura se encuentra hoy en la ribera del Yamunā, y la afirmación del Śrīmad-Bhāgavatam de que el rey Yudhiṣṭhira fue a bañarse en el Ganges indica, por lo tanto, que en el tiempo de los Pāṇḍavas, al río Yamunā también se le conocía como Ganges. Mientras el Rey ejecutaba el baño avabhṛtha, se vibraron diferentes instrumentos musicales, tales como mṛdangas, caracolas, tambores, timbales y cornetas. Además, las campanitas tobilleras de las bailarinas, tintinearon. Muchos grupos de cantantes profesionales tocaron viṇās, flautas, gongos y címbalos, y, así pues, un sonido estruendoso vibró en el cielo. Los invitados principescos de muchos reinos, como Sṛñjaya, Kāmboja, Kuru, Kekaya y Kośala, estaban presentes con sus diferentes banderas y con sus soldados, caballos, cuadrigas y elefantes magníficamente adornados. Todos pasaban en una procesión, y el rey Yudhiṣṭhira iba delante. Los dirigentes, tales como los sacerdotes, ministros religiosos y brāhmaṇas, ejecutaban un sacrificio, y todos estaban cantando fuertemente los himnos védicos. Los semidioses, los habitantes de Pitṛloka y de Gandharvaloka, así como también muchos sabios, derramaban flores desde el cielo. Los hombres y mujeres de Hastināpura, Indraprastha, con sus cuerpos untados con esencias y aceites florales, estaban hermosamente vestidos con ropas de mucho colorido, y adornados con guirnaldas, joyas y ornamentos. Todos estaban disfrutando de la ceremonia, y se lanzaban entre sí sustancias líquidas, como agua, aceite, leche, mantequilla y yogur. Algunos hasta las untaban en los cuerpos de los otros. De esa manera, disfrutaban de la ocasión. Las prostitutas profesionales también estaban ocupadas, untando jubilosamente estas sustancias líquidas en los cuerpos de los hombres, y los hombres respondían recíprocamente, de la misma manera. Todas las sustancias líquidas se habían mezclado con cúrcuma y azafrán, y su color era un amarillo brillante.


Para observar la gran ceremonia, muchas esposas de los semidioses habían llegado en diferentes aeroplanos, y estaban visibles en el cielo. De igual manera, las reinas de la familia real llegaron en la superficie de diferentes palanquines, hermosamente adornadas y rodeadas por guardaespaldas. En esa ocasión, el Señor Kṛṣṇa, el primo materno de los Pāṇḍavas, y Su amigo especial, Arjuna, estaban ambos lanzando las sustancias líquidas sobre los cuerpos de las reinas. Las reinas se avergonzaron, pero, al mismo tiempo, sus hermosas sonrisas iluminaban sus caras. A causa de las sustancias líquidas que fueron lanzadas sobre sus cuerpos, los sārīs que las cubrían quedaron completamente mojados. Las diferentes partes de sus bellos cuerpos, en particular sus pechos y sus cinturas, se hicieron visibles parcialmente a causa de la tela mojada. Las reinas también trajeron baldes de sustancias líquidas, y las rociaron sobre los cuerpos de sus cuñados. Mientras se dedicaban a esas actividades jubilosas, sus cabellos se soltaron, y las flores que adornaban sus cuerpos comenzaron a caerse. Cuando el Señor Kṛṣṇa, Arjuna y las reinas estaban así ocupados en estas actividades jubilosas, las personas que no eran limpias de corazón fueron agitadas por deseos lujuriosos. En otras palabras, ese comportamiento entre hombres y mujeres puros es disfrutable, pero las personas que están contaminadas por la materia se vuelven lujuriosas.


El rey Yudhiṣṭhira, en una hermosa cuadriga que tenía enyuntados caballos excelentes, se encontraba presente con sus reinas, entre ellas Draupadī y otras. Las festividades del sacrificio eran tan hermosas, que parecía como si Rājasūya estuviese parado allí en persona con las funciones del sacrificio.


Después del sacrificio Rājasūya, había un deber ritual védico conocido como patnī-saṁyāja. Este sacrificio se llevaba a cabo junto con la esposa de uno, y también fue debidamente ejecutado por los sacerdotes del rey Yudhiṣṭhira. Cuando la reina Draupadī y el rey Yudhiṣṭhira ejecutaban su baño avabhṛtha, los ciudadanos de Hastināpura, así como también los semidioses, comenzaron a sonar tambores y a tocar trompetas debido a sentimientos de felicidad, y cayó una lluvia de flores desde el cielo. Cuando el Rey y la Reina terminaron su baño en el Ganges, todos los demás ciudadanos, de todos los varṇas o castas—los brāhmaṇas, los kṣatriyas, los vaiśyas y los śudras—, se bañaron en el Ganges. En las Escrituras védicas se recomienda bañarse en el Ganges, debido a que en virtud de ese baño uno se libera de toda reacción pecaminosa. Esto todavía está vigente en la India, especialmente en momentos particularmente auspiciosos. En esos momentos, millones de personas se bañan en el Ganges.


Después de bañarse, el rey Yudhiṣṭhira se vistió con un tela y un manto de seda nuevos, y se adornó con joyas valiosas. El Rey no solamente se vistió y se adornó él, sino que también le dio ropa y ornamentos a todos los sacerdotes y demás personas que habían participado en los yajñas. De esta manera, el rey Yudhiṣṭhira los adoró a todos. Él adoró constantemente a los amigos, a los miembros de su familia, a sus parientes, a sus bienquerientes y a todos los presentes, y debido a que él era un gran devoto del Señor Nārāyaṇa, o debido a que él era un vaiṣṇava, sabía cómo tratar bien a todo el mundo. Los esfuerzos que hacen los filósofos māyāvādīs para ver a todo el mundo como Dios, constituyen una vía artificial hacia la unidad; pero un vaiṣṇava, o un devoto del Señor Nārāyaṇa, ve a toda entidad viviente como una parte integral del Señor Supremo. Por consiguiente, el trato que un vaiṣṇava les da a otras entidades vivientes está en el plano absoluto. Así como uno no puede tratar una parte de su cuerpo de forma diferente a otra debido a que ambas pertenecen al mismo cuerpo, de igual manera un vaiṣṇava no ve a un animal como diferente de un ser humano, debido a que en ambos ve al alma y a la Superalma situadas allí simultáneamente.


Cuando todo el mundo se había refrescado después de bañarse, y se había vestido con ropas de seda y zarcillos enjoyados, guirnaldas de flores, turbantes, largos mantos y collares de perlas, se veían todos en conjunto, como los semidioses del cielo. Esto era cierto especialmente de las mujeres, quienes estaban muy hermosamente vestidas. Cada una llevaba un cinturón de oro alrededor de la cintura. Todas estaban sonriendo. Manchas de tilaka y cabellos rizados estaban esparcidos en algunas partes. Esta combinación era muy atractiva.


Las personas que habían participado en el sacrificio Rājasūya —entre ellas, los sacerdotes más cultos de todos, los brāhmaṇas que habían asistido en la ejecución del sacrificio, los ciudadanos de todos los varṇas, los reyes, los semidioses, los sabios, los santos y los ciudadanos de Pitṛloka —estaban todas muy satisfechas con los tratos del rey Yudhiṣṭhira, y, al final, partieron felizmente hacia sus residencias. Mientras regresaban a sus hogares, hablaron acerca de los tratos del rey Yudhiṣṭhira, y aun después de una conversación continua acerca de su grandeza, no se saciaron, así como uno puede beber néctar una y otra vez y nunca estar satisfecho. Mahārāja Yudhiṣṭhira detuvo el círculo íntimo de sus amigos, entre ellos al Señor Kṛṣṇa, después de la partida de todas las demás personas, no permitiéndoles irse. El Señor Kṛṣṇa no pudo negarse al pedido del Rey. Por lo tanto, envió de regreso a todos los héroes de la dinastía Yadu, tales como Sāmba y otros. Todos regresaron a Dvārakā, y el Señor Kṛṣṇa se quedó personalmente para darle placer al Rey.


En el mundo material, toda la gente tiene un tipo de deseo particular que satisfacer, pero uno nunca puede cumplir sus deseos a plena satisfacción. Mas el rey Yudhiṣṭhira, debido a su devoción resuelta por Kṛṣṇa, pudo cumplir todos sus deseos exitosamente mediante la ejecución del Rājasūya-yajña. De la descripción de la ejecución del Rājasūya-yajña, se infiere que dicha ceremonia es un gran océano de deseos opulentos. No es posible para un hombre ordinario cruzar dicho océano; sin embargo, por la gracia del Señor Kṛṣṇa, el rey Yudhiṣṭhira logró cruzarlo muy fácilmente, y, así pues, se liberó de toda ansiedad.


Cuando Duryodhana vio que Mahārāja Yudhiṣṭhira se había vuelto muy famoso después de la ejecución del Rājasūya-yajña, y que estaba plenamente satisfecho en todo aspecto, comenzó a quemarse en el fuego de la envidia debido a que su mente era siempre venenosa. Una razón era que envidiaba el palacio imperial que había sido construido para los Pāṇḍavas por el demonio Maya. El palacio era excelente en cuanto a su enigmática artesanía artística, y era digno de la posición de grandes príncipes, reyes o líderes de los demonios. En ese gran palacio, los Pāṇḍavas vivían con los miembros de su familia, y la reina Draupadī servía a sus esposos muy pacíficamente. Y debido a que en aquellos días el Señor Kṛṣṇa también estaba allí, el palacio también se encontraba decorado con Sus miles de reinas. Cuando las reinas, con sus pesados pechos y delgadas cinturas, se movían dentro del palacio, y sus campanitas tobilleras sonaban muy melodiosamente con sus movimientos, el palacio entero parecía ser más opulento que los reinos celestiales. Debido a que una parte de sus pechos estaba salpicada con polvo de azafrán, los collares de perlas que había sobre sus pechos parecían ser rojizos. Con sus abundantes zarcillos y cabellos ondulados, las reinas se veían muy hermosas. Después de mirar a esas bellezas del palacio del rey Yudhiṣṭhira, Duryodhana se puso envidioso. Se puso especialmente envidioso y lujurioso al ver la belleza de Draupadī, pues había abrigado una atracción especial por ella desde el mismo comienzo de su matrimonio con los Pāṇḍavas. Duryodhana también había estado presente en la asamblea de selección matrimonial de Draupadī y, juntamente con otros príncipes, había estado muy cautivado por la belleza de Draupadī, pero había fracasado en conseguirla a ella.


Una vez, el rey Yudhiṣṭhira estaba sentado en el trono de oro, en el palacio construido por el demonio Maya. Estaban presentes sus cuatro hermanos y otros parientes, así como también su gran bienqueriente, la Suprema Personalidad de Dios, Kṛṣṇa, y la opulencia material del rey Yudhiṣṭhira no parecía menor que la del Señor Brahmā. Cuando estaba sentado en el trono rodeado por sus amigos, y los recitadores le ofrecían oraciones en la forma de hermosas canciones, Duryodhana, con su hermano menor, llegó al palacio. Duryodhana estaba adornado con un yelmo, y llevaba una espada en su mano. Él siempre estaba envidioso y furioso, y, por eso, a raíz de una ligera provocación, habló ásperamente con los porteros y se disgustó. Él estaba irritado porque no había podido distinguir entre el agua y la tierra. Por la artesanía del demonio Maya, el palacio estaba decorado de forma tal en diferentes lugares, que aquel que no conocía los trucos consideraba que el agua era tierra y la tierra era agua. Duryodhana también fue engañado por esta obra de artesanía, y cuando estaba cruzando agua creyendo que era tierra, se cayó. Cuando Duryodhana cayó así por su necedad, las reinas disfrutaron del incidente, riéndose. El rey Yudhiṣṭhira pudo comprender los sentimientos de Duryodhana, y trató de hacer que las reinas dejaran de reír, pero el Señor Kṛṣṇa indicó que el rey Yudhiṣṭhira no debía impedir que disfrutaran del incidente. Kṛṣṇa deseó que Duryodhana fuera engañado de esa manera, y que todos ellos disfrutaran de su tonto proceder. Cuando todo el mundo rió, Duryodhana se sintió muy insultado, y sus pelos se erizaron por la furia. Al ser insultado de esta manera, inmediatamente abandonó el palacio, inclinando su cabeza. Estaba callado y no protestó. Cuando Duryodhana se fue así de furioso, todo el mundo lamentó el incidente, y el rey Yudhiṣṭhira también lo lamentó mucho. Pero a pesar de todos los sucesos, Kṛṣṇa se quedó callado. No dijo nada en contra ni a favor del incidente. Parecía que la voluntad suprema del Señor Kṛṣṇa había hecho que Duryodhana hubiera sido engañado, y este fue el comienzo de la enemistad entre las dos facciones de la dinastía Kuru. Parecía que era una parte del plan de Kṛṣṇa, en Su misión de disminuir la carga del mundo.


El rey Parīkṣit le había preguntado a Śukadeva Gosvāmī por qué Duryodhana no se encontraba satisfecho después de la culminación del gran sacrificio Rājasūya, y Śukadeva Gosvāmī lo explicó de esa manera.


Así termina el significado de Bhaktivedanta del capítulo septuagésimo quinto del libro Kṛṣṇa, titulado: «Por qué Duryodhana se sintió insultado al final del sacrificio Rājasūya».

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