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Capítulo 79

La liberación de Balvala y el recorrido del Señor Balarāma por los lugares sagrados


El Señor Balarāma se preparó para enfrentarse al demonio Balvala. En el momento en que normalmente el demonio atacaba el lugar sagrado, apareció una gran tormenta de granizo, el cielo entero de cubrió de polvo, y la atmósfera se sobrecargó de un olor apestoso. Justamente después de esto, el malicioso demonio Balvala empezó a hacer llover torrentes de excremento y orina, y otras sustancias impuras, sobre la arena de sacrificio. Después de este ataque violento, el demonio mismo apareció con un gran tridente en su mano. Él era una persona gigantesca, y su negro cuerpo era como una inmensa masa de carbón. Sus cabellos, su barba y su bigote se veían rojizos como el cobre, y a causa de su gran barba y bigote, su boca parecía ser muy peligrosa y fiera. El Señor Balarāma se preparó para atacar al demonio tan pronto como lo vio. En primer lugar, consideró cómo podría aplastar al gran demonio y volverlo pedazos. El Señor Balarāma llamó a Su arado y a Su maza, y estos aparecieron de inmediato ante Él. El demonio Balvala estaba volando por el cielo, y el Señor Balarāma, en la primera oportunidad que tuvo, lo arrastró hacia abajo con Su arado, y furiosamente aplastó la cabeza del demonio con Su maza. La frente del demonio se fracturó con los golpes de Balarāma. Hubo una profusa corriente de sangre que manaba de su frente, y él empezó a gritar fuertemente. Así pues, el demonio, que había sido una gran perturbación para los piadosos brāhmaṇas, cayó al suelo. Su caída fue como la de una gran montaña con un pico de color rojo óxido, al ser golpeada por un rayo y aplastada contra el suelo.


Los habitantes de Naimiṣāraṇya, brāhmaṇas y sabios eruditos, se sintieron muy complacidos al ver esto, y ofrecieron sus oraciones respetuosas al Señor Balarāma. Ellos ofrecieron sus más sinceras bendiciones al Señor, y todos estuvieron de acuerdo en que todo intento que hiciera el Señor Balarāma para realizar algo, nunca sería un fracaso. Los sabios y los brāhmaṇas ejecutaron entonces un baño ceremonial del Señor Balarāma, tal como los semidioses bañan al rey Indra cuando vence a los demonios. Los brāhmaṇas y los sabios honraron al Señor Balarāma obsequiándole ropa nueva y ornamentos de primera clase, y la guirnalda de la victoria hecha de flores de loto, que era el manantial de toda belleza, y que nunca habría de secarse, ya que existía de forma sempiterna.


Después de este incidente, el Señor Balarāma pidió el permiso de los brāhmaṇas reunidos en Naimiṣāraṇya y, acompañado por otros brāhmaṇas, fue a la ribera del río Kauśikī. Después de bañarse en ese lugar sagrado, se dirigió hacia el río Sarayū y visitó la fuente del mismo. Él comenzó a viajar por la ribera del río Sarayū, y gradualmente llegó a Prayāga, donde hay una confluencia de tres ríos: el Ganges, el Yamunā y el Sarasvatī. También aquí se bañó regularmente, adoró los templos locales de Dios, y, tal como está prescrito en la literatura védica, ofreció oblaciones a los antepasados y a los sabios. Gradualmente, llegó al āśrama del sabio Pulaha, y de allí fue a Gaṇḍakī, que se encuentra en las riberas del río Gomatī. Después de esto, se bañó en el río Vipāśā. Luego, llegó de forma gradual a la ribera del río Śoṇa. (El río Śoṇa todavía fluye como uno de los grandes ríos de la provincia Behar). También allí se bañó y ejecutó las ceremonias rituales védicas. Él continuó Su viaje, y gradualmente llegó a la ciudad de peregrinaje de Gayā, donde hay un célebre templo de Viṣṇu. Siguiendo el consejo de Su padre Vasudeva, Él ofreció oblaciones a los antepasados en ese templo de Viṣṇu. De allí viajó hacia el delta del Ganges, donde el sagrado río Ganges se mezcla con las aguas de la bahía de Bengala. Este lugar sagrado se llama Gaṇgā-sāgara, y hasta el día de hoy, todos los años a fines de enero, se celebra una gran asamblea de personas santas y de hombres piadosos, así como en Prayāga se celebra todos los años una asamblea de personas santas que se llama la Feria de Māgha-melā.


Después de terminar Su baño y Sus ceremonias rituales de Gaṅgāsāgara, el Señor Balarāma se dirigió hacia la montaña conocida como Mahendra Parvata. En ese lugar se encontró con Paraśurāma, la encarnación del Señor Kṛṣṇa, y le ofreció respetos postrándose ante Él. Después de esto, gradualmente se dirigió hacia el sur de la India, y visitó las riberas del río Godāvarī. Luego de bañarse en el río Godāvarī y de ejecutar las ceremonias rituales necesarias, visitó gradualmente los otros ríos —el Veṇā, el Pampā y el Bhīmarathī—. En la ribera del río Bhīmarathī hay una deidad llamada Svāmī Kārttikeya. Después de visitar a Kārttikeya, el Señor Balarāma gradualmente avanzó hacia Śailapura, una ciudad de peregrinaje que se encuentra en la Provincia Mahārāṣṭra. Śailapura es uno de los más grandes distritos de Provincia Mahārāṣṭra. Él se dirigió entonces gradualmente hacia el Draviḍadeśa. El Sur de la India está dividido en cinco partes, llamadas Pañcadraviḍa. El norte de la India también está dividido en cinco partes, llamadas Pañcagauḍa. Todos los ācāryas importantes de la era moderna —Śaṅkarācārya, Rāmānujācārya, Madhvācārya, Viṣṇusvāmī y Nimbārka— hicieron su advenimiento en estas Provincias Draviḍa. El Señor Caitanya apareció en Bengala, que es una parte de los cinco Gauḍadeśas.


El lugar más importante de peregrinaje del sur de la India o Draviḍa, es Veṅkaṭācala, comúnmente conocido como Bālajī. Después de visitar este lugar, el Señor Balarāma se dirigió hacia Viṣṇukāñcī, y de allí avanzó por la ribera del Kāverī. Él se bañó en el río Kāverī; luego llegó gradualmente a Raṅgakṣetra. En Raṅgakṣetra se encuentra el templo más grande del mundo, y la Deidad de Viṣṇu de allí es célebre como Raṅganātha. Un templo de Raṅganātha similar se encuentra en Vṛndāvana, aunque no es tan grande como el templo de Raṅgakṣetra.


Mientras iba a Viṣṇukāñcī, el Señor Balarāma también visitó Śivakāñcī. Después de visitar Raṅgakṣetra, se dirigió gradualmente hacia Mathurā, comúnmente conocido como el Mathurā del sur de la India. Después de visitar este lugar, se dirigió de forma gradual hacia Setubandha. Setubandha es el lugar donde el Señor Rāmacandra construyó el puente de piedra que iba de la India a Laṅkā (Ceilán). En este lugar particularmente sagrado, el Señor Balarāma distribuyó diez mil vacas a los sacerdotes brāhmaṇas locales. Es costumbre védica que cuando un visitante rico va a cualquier lugar de peregrinaje, les dé regalos a los sacerdotes locales a manera de caridad, en la forma de caballos, vacas, ornamentos y ropa. Este sistema de visitar lugares de peregrinaje y proveer a los sacerdotes brāhmaṇas locales de lo que se requiere para satisfacer las necesidades de la vida, se ha deteriorado mucho en esta era de Kali. La sección más rica de la población, a causa de su degradación en cuanto a su cultura védica, ya no está atraída por estos lugares de peregrinaje, y los sacerdotes brāhmaṇas que dependían de tales visitantes, también han desmejorado su deber profesional de ayudar a estos. Esos sacerdotes brāhmaṇas de los lugares de peregrinaje se llaman paṇḍa o paṇḍita. Esto significa que anteriormente ellos eran brāhmaṇas muy eruditos, y solían guiar a los visitantes en todos los detalles referentes al propósito de ir allí, y así, tanto los visitantes como los sacerdotes se beneficiaban mediante la cooperación mutua.


De la descripción que se encuentra en el Śrīmad-Bhāgavatam se entiende claramente que cuando el Señor Balarāma estaba visitando los diferentes lugares de peregrinaje, Él siguió correctamente el sistema védico. Después de distribuir vacas en Setubandha, el Señor Balarāma se dirigió hacia los ríos Kṛtamālā y Tāmraparṇī. Estos dos ríos son célebres como sagrados, y el Señor Balarāma se bañó en ambos. Luego se dirigió hacia Colina Malaya. Esta Colina Malaya es muy grande, y se dice que es uno de los siete picos llamados Las Colinas Malaya. El gran sabio Agastya solía vivir allí, y el Señor Balarāma lo visitó y le ofreció Sus respetos postrándose ante él. Después de recibir las bendiciones del sabio, el Señor Balarāma, con el permiso del sabio, se dirigió hacia el océano Índico.


En la punta del cabo hay un gran templo de la diosa Durgā en el que se le conoce como Kanyākumārī. Este templo de Kanyākumārī también fue visitado por el Señor Rāmacandra, y, por lo tanto, ha de comprenderse que el templo ha existido por millones de años. De allí, el Señor Balarāma fue a visitar la ciudad de peregrinaje conocida como Phālgunatīrtha, la cual está en la ribera del océano Índico, o el océano del Sur.
Phālgunatīrtha es célebre porque el Señor Viṣṇu en Su encarnación de Ananta yace allí. De Phālgunatīrtha, el Señor Balarāma fue a visitar otro lugar de peregrinaje, conocido como Pañcāpsarasa. Allí también se bañó conforme a los principios regulativos, y observó las ceremonias rituales. Este paraje también es célebre como un lugar de adoración del Señor Viṣṇu; en consecuencia, el Señor Balarāma distribuyó diez mil vacas entre los sacerdotes brāhmaṇas locales.


De Cabo Comorín, el Señor Balarāma se dirigió hacia Kerala. El país de Kerala todavía existe en el sur de la India bajo el nombre de Kerala del Sur. Después de visitar este lugar, llegó a Gokarṇatīrtha, donde se adora al Señor Śiva constantemente. Balarāma visitó luego el templo de Āryādevī, que está completamente rodeado de agua. De esa isla, siguió hacia un lugar conocido como Śūrpāraka. Después de esto, se bañó en los ríos conocidos como Tāpi, Payoṣṇī y Nirvindhyā, y llegó al bosque conocido como Daṇḍakāraṇya. Este es el mismo bosque Daṇdākāraṇya donde el Señor Rāmacandra vivió mientras estuvo en el exilio. A continuación, el Señor Balarāma llegó a la ribera del río Narmadā, el río más grande de la India central. En la ribera de este sagrado Narmadā, hay un lugar de peregrinaje conocido como Māhiṣmatī Purī. Después de bañarse allí de acuerdo con los principios regulativos, el Señor Balarāma regresó a Prabhāsatīrtha, donde había comenzado Su viaje.


Cuando el Señor Balarāma regresó a Prabhāsartīrtha, oyó de labios de los brāhmaṇas que la mayoría de los kṣatriyas, que se encontraban en la Batalla de Kurukṣetra habían sido matados. Balarāma se sintió aliviado al oír que la carga de mundo se había reducido. El Señor Kṛṣṇa y Balarāma aparecieron en esta Tierra para aminorar la carga de poder militar creado por los ambiciosos reyes kṣatriyas. Así es la vida materialista: la gente ambiciosamente crea necesidades de más, no estando satisfecha con la solución de las necesidades básicas de la vida, y sus deseos ilegales son frenados por las leyes de la naturaleza o por las leyes de Dios, que aparecen en la forma de hambre, guerra, pestilencias y catástrofes similares. El Señor Balarāma oyó que, si bien la mayoría de los kṣatriyas habían muerto, los Kurus aún estaban combatiendo. Por consiguiente, Él regresó al campo de batalla justo el día en que Bhīmasena y Duryodhana estaban realizando un duelo personal. Siendo el bienqueriente de ambos, el Señor Balarāma quería detenerlos, pero ellos no se detenían.


Cuando el Señor Balarāma apareció en la escena, el Señor Kṛṣṇa y Arjuna, y el rey Yudhiṣṭhira y sus hermanos menores —Nakula y Sahadeva—, inmediatamente le ofrecieron sus respetuosas reverencias, pero no dijeron nada. La razón de que se quedaran callados se debía a que el Señor Balarāma era un tanto afectuoso con Duryodhana, y Duryodhana había aprendido de Balarāmajī el arte de luchar con una maza. Así pues, mientras la lucha continuaba, el rey Yudhiṣṭhira y otras personas pensaron que Balarāma pudo haber venido para decir algo en favor de Duryodhana, y, por lo tanto, permanecieron callados. Tanto Duryodhana como Bhīmasena eran grandes entusiastas de la lucha con mazas y, en medio de grandes públicos, cada uno trataba muy hábilmente de golpear al otro, y mientras trataban de hacerlo, parecían estar bailando. Pero a pesar de que parecían estar bailando, estaba claro que ambos estaban muy furiosos.


El Señor Balarāma, queriendo detener la lucha, dijo: «Mi querido rey Duryodhana y Bhīmasena, Yo sé que ustedes dos son dos grandes combatientes y que son bien conocidos en el mundo como grandes héroes, pero aun así creo que Bhīmasena es superior a Duryodhana en cuanto a fuerza corporal. Por otra parte, Duryodhana es superior en el arte de luchar con una maza. Tomando esto en cuenta, opino que ninguno de ustedes es inferior al otro en la lucha. Bajo esas circunstancias, hay muy pocas posibilidades de que uno de ustedes sea derrotado por el otro. En consecuencia, les pido que no pierdan su tiempo luchando de esta manera. Deseo que detengan esta lucha innecesaria».


La buena instrucción dada por el Señor Balarāma tanto a Bhīmasena como a Duryodhana, estaba dirigida a beneficiar a ambos por igual. Pero ellos estaban tan absortos en la ira del uno contra el otro, que solamente podían recordar la enemistad personal que había existido por mucho tiempo entre ellos. Cada uno de ellos pensaba solamente en matar al otro, y no le dieron mucha importancia a la instrucción del Señor Balarāma. Así pues, ambos se volvieron como locos al recordar las fuertes acusaciones y el mal comportamiento que habían intercambiado entre sí. El Señor Balarāma, pudiendo comprender el destino que les esperaba, no sintió deseos de seguir con el asunto. Por consiguiente, en lugar de quedarse, decidió regresar a la ciudad de Dvārakā.


Cuando regresó a Dvārakā, los parientes y amigos, encabezados por el rey Ugrasena y otras personas mayores, lo recibieron con gran júbilo, todos ellos se acercaron para darle la bienvenida al Señor Balarāma. Después de esto, de nuevo fue al lugar santo de peregrinaje de Naimiṣāraṇya, y los sabios, personas santas y brāhmaṇas lo recibieron de pie. Ellos comprendieron que el Señor Balarāma, a pesar de ser un kṣatriya, estaba ahora retirado de los asuntos de combate. Los brāhmaṇas y los sabios, quienes siempre estaban a favor de la paz y de la tranquilidad, estaban muy complacidos con eso. Todos abrazaron a Balarāma con gran afecto, y lo indujeron a que ejecutara varios tipos de sacrificios en ese lugar sagrado de Naimiṣāraṇya. En realidad, el Señor Balarāma no tenía por qué ejecutar los sacrificios recomendados para los seres humanos ordinarios; Él es la Suprema Personalidad de Dios y, por consiguiente, Él Mismo es el disfrutador de todos esos sacrificios. Por ello, Su acción ejemplar de ejecutar sacrificios, solo tenía por objeto enseñarle una lección al hombre común, mostrando cómo uno debe guiarse por los mandatos de los Vedas.


La Suprema Personalidad de Dios, Balarāma, instruyó a los sabios y a las personas santas de Naimiṣāraṇya en lo referente a la relación que tienen las entidades vivientes con esta manifestación cósmica, en cómo uno debe aceptar este universo entero, y en cómo uno debe relacionarse con el cosmos para alcanzar la meta más elevada de la perfección: la comprensión de que toda la manifestación cósmica depende de la Suprema Personalidad de Dios, y que, mediante la función de Su aspecto Paramātma, la Suprema Personalidad de Dios es también omnipresente, encontrándose incluso en el más minúsculo de los átomos.


El Señor Balarāma llevó a cabo entonces el baño avabhṛtha, el cual se realiza al terminar las ejecuciones de sacrificio. Después de bañarse, se vistió con ropa nueva de seda, y se adornó con hermosas joyas en medio de Sus parientes y amigos. Él parecía ser una Luna llena que brilla entre los luminares del cielo. El Señor Balarāma es la Personalidad de Dios, Ananta Mismo; por lo tanto, Él está más allá del alcance de la comprensión de la mente, de la inteligencia o del cuerpo. Él descendió exactamente como un ser humano y se comportó como tal, para satisfacer Su propio propósito; solamente podemos explicar Sus actividades, diciendo que son los pasatiempos del Señor. Nadie puede ni siquiera calcular hasta dónde se extienden las exhibiciones ilimitadas de Sus pasatiempos, pues Él es todopoderoso. El Señor Balarāma es el Viṣṇu original; en consecuencia, aquel que recuerde estos pasatiempos del Señor Balarāma por la mañana y por la tarde, con certeza se volverá un gran devoto de la Suprema Personalidad de Dios, y de esa manera su vida será un éxito en todo aspecto.


Así termina el significado de Bhaktivedanta del capítulo septuagésimo noveno del libro Kṛṣṇa, titulado: «La liberación de Balvala y el recorrido del Señor Balarāma por los lugares sagrados».

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