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Capítulo 85

Instrucción espiritual para Vasudeva / El Señor Kṛṣṇa devuelve a los seis hijos muertos de Devakī

Es costumbre védica que los jóvenes de la familia ofrezcan respetos a las personas mayores todas las mañanas. Especialmente los hijos o los discípulos deben ofrecer sus respetos a los padres o al maestro espiritual, por la mañana. El Señor Kṛṣṇa y Balarāma solían ofrecer Sus reverencias a Su padre Vasudeva, así como a las esposas de este, siguiendo ese principio védico. 

Un día, Vasudeva, después de haber regresado de las ejecuciones de sacrificio de Kurukṣetra, y cuando el Señor Kṛṣṇa y Balarāma fueron a ofrecerle Sus respetos, aprovechó la oportunidad para expresar su admiración por la excelsa posición de sus dos hijos. Vasudeva tuvo la oportunidad de entender la posición de Kṛṣṇa y Balarāma mediante las instrucciones de los grandes sabios que se habían reunido en la arena de sacrificio. Además de escuchar a los sabios, en muchas ocasiones experimentó de hecho que Kṛṣṇa y Balarāma no eran seres humanos ordinarios, sino que eran muy extraordinarios. Por ello, él creyó en las palabras de los sabios que decían que sus hijos Kṛṣṇa y Balarāma eran la Suprema Personalidad de Dios.


Con firme fe en sus hijos, se dirigió a Ellos de la siguiente manera: «Mi querido Kṛṣṇa, Tú eres la Suprema Personalidad de Dios sac-cid-ānanda-vigraha, y mi querido Balarāma, Tú eres Saṅkarṣaṇa, el amo de todo poder místico. Ahora he entendido que Ustedes son eternos. Ambos son trascendentales a esta manifestación material y a su causa, la Persona Suprema, Mahā-Viṣṇu. Ustedes son el controlador original de todos. Ustedes son el reposo y sustento de esta manifestación cósmica. Ustedes son su creador, y también Ustedes son sus ingredientes creativos. Ustedes son el amo de esta manifestación cósmica, y, en realidad, esta manifestación se crea únicamente para Sus pasatiempos.


»Debido a que Tú eres tanto la causa como el efecto de esta manifestación, Tú también eres las diferentes fases materiales que existen desde el comienzo hasta el final del cosmos, manifiestas bajo diferentes fórmulas de tiempo. Tú también eres los dos aspectos de este mundo material: lo predominante y lo predominado, y Tú eres el trascendental controlador supremo que se encuentra por encima de ellos. Por lo tanto, Tú estás más allá de la percepción de nuestros sentidos. Tú eres el Alma Suprema, innaciente e inmutable. Tú no eres afectado por las seis clases de transformaciones que ocurren en el cuerpo material. Las maravillosas variedades de este mundo material también son creadas por Ti, y Tú has entrado como la Superalma en cada entidad viviente, e incluso en el átomo. Tú eres el mantenedor de todo.


»La fuerza vital que actúa como el principio de vida de todas las cosas, y la fuerza creativa que proviene de ella, no actúan independientemente, sino que dependen de Ti, la Persona Suprema que maneja esas fuerzas. Ellas no pueden actuar sin Tu voluntad. La energía material carece de conciencia. Ella no puede actuar independientemente sin ser agitada por Ti. Debido a que la naturaleza material depende de Ti, las entidades vivientes tan solo pueden intentar actuar. Pero si carecen de Tu voluntad y sanción, no pueden realizar nada, ni lograr el resultado que desean.


»La energía original es tan solo una emanación de Ti. Mi querido Señor, el brillo de la Luna, el calor del fuego, los rayos del Sol, el resplandor de las estrellas, y el rayo eléctrico que se manifiesta como algo muy poderoso, así como la gravedad de las montañas, la energía de la Tierra y la naturaleza de su sabor, son todos diferentes manifestaciones de Ti. El sabor puro del agua y la fuerza vital que mantiene a toda vida, son también aspectos de Vuestra Señoría. Tú también eres el agua y su sabor.


»Mi querido Señor, si bien las fuerzas de los sentidos, la facultad mental del pensar, desear y sentir, y la fuerza, movimiento y crecimiento del cuerpo, parecen ser accionados por diferentes movimientos de los aires que se encuentran dentro del cuerpo, en fin de cuentas todos son manifestaciones de Tu energía. La vasta extensión del espacio sideral reposa en Ti Mismo. La vibración del cielo, su trueno, el sonido supremo oṁkara y la disposición de las diferentes palabras para distinguir una cosa de otra, son representaciones simbólicas de Ti Mismo. Tú lo eres todo. Los sentidos, los controladores de los sentidos, los semidioses, y la adquisición de conocimiento, lo cual constituye el propósito de los sentidos, así como el tema del conocimiento —Tú lo eres todo—. Tú Mismo eres también la resolución de la inteligencia y la aguda memoria de la entidad viviente. Tú eres el fundamento egotista de la ignorancia, que es la causa de este mundo material, el fundamento egotista de la pasión, que es la causa de los sentidos, y el fundamento egotista de la bondad, que es el origen de las diferentes deidades controladoras de este mundo material. Tú Mismo eres la energía ilusoria, o māyā, que es la causa de la perpetua transmigración del alma condicionada de una forma a otra.


»Mi querida Suprema Personalidad de Dios, Tú eres la causa original de todas las causas, tal como la Tierra es la causa original de las diferentes clases de árboles, plantas y variedades similares de manifestaciones. Así como la Tierra está representada en todo, así Tú, en forma de la Superalma, estás presente a todo lo largo de esta manifestación material. Tú eres la causa suprema de todas las causas, el principio eterno. Todo es, de hecho, una manifestación de Tu única energía. Las tres cualidades de la naturaleza material —sattva, rajas y tamas— y el resultado de su interacción, están eslabonados contigo por medio de Tu agente, yogamāyā. Ellas son supuestamente independientes, pero en realidad, la totalidad de la energía material se funda en Ti, la Superalma. Como Tú eres la causa suprema de todo, las interacciones de la manifestación material —nacimiento, existencia, crecimiento, transformación, deterioro y aniquilación— se encuentran todas ausentes en Ti Mismo. Tu energía suprema, yogamāyā, se encuentra actuando con variadas manifestaciones, pero debido a que yogamāyā es Tu energía, Tú te encuentras, por lo tanto, presente en todo».


Este hecho se explica muy claramente en el Bhagavad-gītā, en el capítulo noveno, donde el Señor dice: «Yo me encuentro extendido por toda la energía material, en Mi forma impersonal; todo se encuentra en Mí, pero Yo no estoy ahí». Vasudeva también da esa misma declaración. Decir que Él no se encuentra presente en todas partes, significa que Él se encuentra apartado de todo, si bien Su energía está actuando en todas partes. Esto se puede entender mediante un ejemplo común: en un gran establecimiento comercial, la energía, o la organización dispuesta por el jefe supremo, actúa en cada rincón y escondrijo del negocio, pero eso no significa que el propietario original está allí presente, si bien en cada departamento y en cada atmósfera el trabajador siente la presencia del propietario. La presencia física del propietario en cada departamento no es indispensable. En realidad, su energía actúa en todas partes. De forma similar, la omnipresencia de la Suprema Personalidad de Dios se siente en la acción de Sus energías. Por consiguiente, la filosofía de la inconcebible identidad y diferencia simultáneas que se tiene con el Señor Supremo, se confirma en todas partes. El Señor es uno, pero Sus energías son diversas.


Vasudeva dijo: «Este mundo material es como un gran río que fluye, y sus olas son las tres modalidades materiales de la naturaleza: bondad, pasión e ignorancia. Este cuerpo material, así como los sentidos, las facultades de pensar, sentir y desear, y las etapas de aflicción, felicidad, apego y lujuria, son todos diferentes productos de esas tres cualidades de la naturaleza. La persona tonta que no puede percibir Tu identidad trascendental que se encuentra por encima de toda esa reacción material, continúa permaneciendo en el enredo de la actividad fruitiva, y se encuentra sujeta al continuo proceso de nacimiento y muerte, sin oportunidad alguna de ser liberada».


El Señor también confirma esto de una manera diferente, en el capítulo cuarto del Bhagavad-gītā. Ahí se dice que todo aquel que conoce la aparición y actividades del Supremo Señor Kṛṣṇa, se libera de las garras de la naturaleza material y va de vuelta al hogar, de vuelta a Dios. Por lo tanto, el nombre, la forma, las actividades y las cualidades trascendentales de Kṛṣṇa, no son productos de esta naturaleza material.


«Mi querido Señor, Vasudeva continuó, a pesar de todos estos defectos del alma condicionada, si alguien de una u otra forma se pone en contacto con el servicio devocional, logra obtener esta forma de cuerpo, humana, civilizada y con una conciencia desarrollada, y en esa forma se vuelve capaz de ejecutar progresos adicionales en el servicio devocional. Y sin embargo, la gente en general no utiliza esta ventaja de la forma humana de vida, engañados por la energía externa. Así pues, ellos pierden la oportunidad de lograr la libertad eterna y, habiéndolo podido evitar, estropean el progreso que han logrado después de miles de nacimientos.


»Cuando se posee un concepto corporal de vida, y debido al egotismo falso, uno se apega a la prole que se origina en el cuerpo, y todo aquel que se encuentra en la vida condicionada, queda atrapado por las relaciones falsas y el afecto falso. El mundo entero se mueve bajo esa falsa impresión causada por el cautiverio material. Yo sé que ninguno de Ustedes dos es hijo mío: Ustedes son el jefe y progenitor original, las Personalidades de Dios, conocidos como Pradhāna y Puruṣa. Pero ustedes han aparecido en la superficie de este globo, para minimizar la carga del mundo, dándoles muerte a los reyes kṣatriyas que se encuentran aumentando excesivamente su poderío militar. Ustedes ya me han informado de eso en el pasado. Mi querido Señor, Tú eres el refugio del alma rendida, el supremo bienqueriente del manso y humilde. Por consiguiente, yo me estoy refugiando en Tus pies de loto, que constituyen lo único que puede darle a uno la liberación del enredo de la existencia material.


»Durante mucho tiempo tan solo he considerado que yo mismo soy este cuerpo, y si bien Tú eres la Suprema Personalidad de Dios, yo te consideré mi hijo. Mi querido Señor, en el mismo momento en que acababas de aparecer en la prisión de Kaṁsa, se me informó que Tú eras la Suprema Personalidad de Dios, y que Tú habías descendido para la protección de los principios religiosos, así como para la destrucción de los infieles. Si bien eres innaciente, Tú desciendes en cada milenio para ejecutar Tu misión. Mi querido Señor, así como en el cielo hay muchas formas que aparecen y desaparecen, así mismo Tú también apareces y desapareces con muchas formas eternas. Por lo tanto, ¿quién puede entender Tus pasatiempos o misterio de Tu aparición y desaparición? Nuestra única ocupación ha de ser la de glorificar Tu grandeza suprema».


Mientras Vasudeva le hablaba así a sus hijos divinos, el Señor Kṛṣṇa y Balarāma sonreían. Debido a que Ellos son muy afectuosos con Sus devotos, aceptaron todas las expresiones de admiración de Vasudeva con una sonriente actitud bondadosa. Kṛṣṇa comenzó luego a confirmar todas las declaraciones de Vasudeva de la siguiente manera: «Mi querido padre, digas lo que digas, somos a pesar de todo, tus hijos. Lo que has dicho de Nosotros constituye ciertamente un entendimiento altamente filosófico del conocimiento espiritual. Yo lo acepto por completo, sin excepción».


Vasudeva se encontraba en el estado de plena perfección de la vida al considerar que el Señor Kṛṣṇa y Balarāma eran sus hijos, pero debido a que los sabios que estaban reunidos en el lugar de peregrinaje de Kurukṣetra habían hablado del Señor como la causa suprema de todo, Vasudeva simplemente lo repitió debido a su amor por Kṛṣṇa y Balarāma. El Señor Kṛṣṇa no deseaba disminuir la intensidad de Su relación con Vasudeva como padre e hijo; por lo tanto, en el mismo comienzo de Su respuesta aceptó el hecho de que Él es el hijo eterno de Vasudeva, y de que Vasudeva es el padre eterno de Kṛṣṇa. Después de eso, el Señor Kṛṣṇa le informó a Su padre de la identidad espiritual de todas las entidades vivientes. Él continuó: «Mi querido padre, todos, incluso Yo Mismo y Mi hermano Balarāma, así como todos los habitantes de la ciudad de Dvārakā y toda la manifestación cósmica, somos tal como tú ya has explicado, pero además todos nosotros somos uno, cualitativamente».


El Señor Kṛṣṇa quería que Vasudeva viera todo con la visión de un mahā-bhāgavata, un devoto de primera clase. Un devoto de primera clase ve que todas las entidades vivientes son partes integrales del Señor Supremo, y que el Señor Supremo se encuentra situado en el corazón de todos. De hecho, toda entidad viviente tiene identidad espiritual, pero al ponerse en contacto con la existencia material, queda influenciada por las modalidades materiales de la naturaleza. Ella queda cubierta por el concepto corporal de la vida, olvidando que su alma espiritual es de la misma naturaleza que la Suprema Personalidad de Dios. Uno considera equivocadamente que un individuo es diferente de otro, simplemente en base a sus corporales y materiales coberturas. Debido a las diferencias que hay entre los cuerpos, el alma espiritual aparece ante nosotros de diversas maneras.


El Señor Kṛṣṇa dio luego un buen ejemplo en términos de los cinco elementos materiales. Todos los elementos materiales —el cielo, el aire, el fuego, el agua y la tierra— se encuentran presentes dentro de todo en el mundo material, bien sea en un tarro de barro, o en una montaña, o en los árboles, o en un zarcillo. Esos cinco elementos se encuentran presentes en todo, en diferentes proporciones y cantidades. Una montaña es una gigantesca forma de la combinación de esos cinco elementos, y un pequeño tarro de barro está hecho de los mismos elementos, pero en una menor cantidad. Por lo tanto, todos los artículos materiales son de los mismos ingredientes, aunque con diferentes formas o diferentes cantidades. De forma similar, las entidades vivientes —comenzando con el Señor Kṛṣṇa e incluyendo al viṣṇu-tattva y millones de formas de Viṣṇu, y además las entidades vivientes con diferentes formas, comenzando con el Señor Brahmā y descendiendo hasta la pequeña hormiga— todas poseen la misma naturaleza espiritual. Algunas son grandes en términos de cantidad, y algunas son pequeñas, pero cualitativamente, todas tienen la misma naturaleza. Por lo tanto, en los Upaniṣads se confirma que Kṛṣṇa, o el Señor Supremo, es la principal de todas las entidades vivientes, y Él las mantiene y les suministra todo lo que necesitan en la vida. Todo aquel que conoce esta filosofía, posee conocimiento perfecto. La versión védica tat tvaṁśasi —«Eres idéntico»— no significa que todo el mundo es Dios, sino que todo el mundo posee cualitativamente la misma naturaleza que posee Dios.


Después de escuchar a Kṛṣṇa hablar toda la filosofía de la vida espiritual en un abreviado resumen, Vasudeva se sintió extremadamente complacido con su hijo. Por encontrarse regocijado así, no pudo hablar, sino que permaneció silencioso. Mientras tanto, Devakī, la madre del Señor Kṛṣṇa, se sentó al lado de su esposo. Anteriormente ella había escuchado que tanto Kṛṣṇa como Balarāma fueron tan bondadosos con Su maestro, que trajeron de regreso al hijo muerto de este de las garras del superintendente de la muerte, Yamarāja. Como ella había escuchado de ese incidente, también había estado pensando en sus propios hijos, que habían sido matados por Kaṁsa, y mientras los recordaba, se sobrecogió de dolor.


Por compasión con sus hijos muertos, Devakī comenzó a suplicarles al Señor Kṛṣṇa y a Balarāma lo siguiente: «Mi querido Balarāma, Tu propio nombre indica que Tú les das todo el placer y toda la fuerza a todos. Tu potencia ilimitada se encuentra más allá del alcance de nuestras mentes y palabras; y mi querido Kṛṣṇa, Tú eres el amo de todos los yogīs místicos. Yo también sé que Tú eres el amo de los Prajāpatis como Brahmā y sus asistentes, y Tú eres la original Personalidad de Dios, Nārāyaṇa. Yo también sé sin duda, que Tú has descendido a aniquilar a toda clase de herejes que han sido extraviados en el transcurso del tiempo. Ellos han perdido el control de sus mentes y de sus sentidos, han caído de la cualidad de la bondad, y han hecho caso omiso, deliberadamente, de la dirección de las Escrituras reveladas, al vivir una vida de excesos e impudencia. Tú has descendido en la Tierra para minimizar la carga del mundo, dándoles muerte a esos regidores herejes. Mi querido Kṛṣṇa, yo sé que Maha-Viṣṇu, que yace en el océano Causal de la manifestación cósmica, y quien es la fuente de toda esta creación, es simplemente una expansión de Tu porción plenaria. La creación, manutención y aniquilación de esta manifestación cósmica son efectuadas solo por Tu porción plenaria. Por consiguiente, me estoy refugiando en Ti sin ninguna reserva. He escuchado que cuando quisiste recompensar a Tu maestro Sāndīpani Muni, y él te pidió que trajeras de regreso a su hijo muerto, Tú y Balarāma de inmediato lo trajeron de la custodia de Yamarāja, si bien él se encontraba muerto desde hacía mucho tiempo. Por ese acto yo comprendo que Tú eres el amo supremo de todos los yogīs místicos. Por lo tanto, te pido que complazcas mi deseo de la misma manera. En otras palabras, te pido que traigas de regreso a todos mis hijos que fueron matados por Kaṁsa; cuando Tú los traigas de vuelta, mi corazón se sentirá contento, y para mí será un gran placer tan solo verlos una vez».


Después de escuchar a Su madre hablar así, el Señor Balarāma y Kṛṣṇa de inmediato mandaron a pedir la asistencia de yogamāyā, y partieron hacia el sistema planetario inferior conocido como Sutala. Anteriormente, en Su encarnación de Vāmana, la Suprema Personalidad de Dios se sintió complacido con el rey de los demonios, Bali Mahārāja, quien le dio todo lo que tenía. Bali Mahārāja recibió luego todo Sutala para su residencia y reino. Ahora bien, cuando este gran devoto, Bali Mahārāja, vio que el Señor Balarāma y Kṛṣṇa habían llegado a su planeta, de inmediato se sumergió en el océano de la felicidad. Tan pronto como vio ante él al Señor Kṛṣṇa y a Balarāma, él y todos sus familiares se levantaron de sus asientos, y se postraron a los pies de loto del Señor. Bali Mahārāja les ofreció al Señor Kṛṣṇa y a Balarāma el mejor asiento que poseía, y cuando los dos Señores se encontraban sentados cómodamente, comenzó a lavar Sus pies de loto. Luego, él roció el agua en su cabeza y en las cabezas de sus familiares. El agua que se usa para lavar los pies de loto de Kṛṣṇa y Balarāma, puede purificar incluso a los más grandes semidioses, tales como el Señor Brahmā.


Después de esto, Bali Mahārāja trajo ropa valiosa, ornamentos, pasta de sándalo, nueces de betel, lámparas y diversos comestibles nectáreos y, juntamente con sus familiares, adoró al Señor de acuerdo con los principios regulativos, y ofreció sus riquezas y su cuerpo a los pies de loto del Señor. El rey Bali sentía un placer trascendental tan grande, que agarraba repetidamente los pies de loto del Señor y los mantenía en su pecho; y algunas veces él los ponía en la parte superior de su cabeza, y así sentía dicha trascendental. Las lágrimas de amor y afecto comenzaron a caer de sus ojos, y todos sus vellos se erizaron. Él comenzó a ofrecer oraciones a los Señores, con una voz que se ahogaba intermitentemente.


»Mi Señor Balarāma, Tu eres el Anantadeva original. Tú eres tan grande, que Anantadeva Śeṣa y otras formas trascendentales emanaron originalmente de Ti y del Señor Kṛṣṇa. Tú eres la original Personalidad de Dios, y Tu forma eterna es plenamente bienaventurada y se encuentra llena de conocimiento completo. Tú eres el creador del mundo entero. Tú eres el expositor e iniciador original de los sistemas de jñāna-yoga y bhakti-yoga. Tú eres el Brahman Supremo, la original Personalidad de Dios. En consecuencia, con todo respeto, yo les ofrezco mis reverencias a Ustedes dos. Mis queridos Señores, es muy difícil que las entidades vivientes logren verlos a Ustedes, y sin embargo, cuando Ustedes son misericordiosos con Sus devotos, se les hace difícil a ellos verles. Por ello, solo por Su misericordia sin causa han accedido a venir aquí y hacerse visibles ante nosotros, que por lo general nos encontramos influenciados por las cualidades de la ignorancia y la pasión.


»Mi querido Señor, nosotros pertenecemos a la categoría daitya o demoníaca. Los demonios o las personas demoníacas —los Gandharvas, los Siddhas, los Vidyādharas, los Cāraṇas, los Yakṣas, los Rākṣasas, los Piśācas, los fantasmas y los duendes— por naturaleza, son incapaces de adorarte o volverse Tus devotos. En vez de volverse Tus devotos, ellos simplemente se vuelven impedimentos en el sendero de la devoción. Pero, por otra parte, Tú eres la Suprema Personalidad de Dios, que representas a todos los Vedas y que estás situado en la modalidad de la bondad incontaminada. Tu posición es siempre trascendental. Por esa razón, si bien algunos de nosotros hemos nacido de las modalidades de la pasión y la ignorancia, nos hemos refugiado en Tus pies de loto, y nos hemos vuelto devotos. Algunos de nosotros somos de hecho devotos puros, y algunos de nosotros nos hemos refugiado en Tus pies de loto, deseando ganar algo de la devoción.


»Nosotros los demonios estamos en contacto directo con Tu personalidad, solo por Tu misericordia sin causa. Ese contacto no es posible ni siquiera para los grandes semidioses. Nadie sabe cómo Tú actúas a través de Tu potencia yogamāyā. Ni siquiera los semidioses pueden calcular la extensión de las actividades de Tu potencia interna, así que, ¿cómo es posible que nosotros la conozcamos? Por lo tanto, yo presento mis humildes oraciones ante Ti; por favor, sé bondadoso conmigo, que me encuentro completamente rendido a Ti, y favoréceme con Tu misericordia sin causa, de manera que pueda simplemente recordar Tus pies de loto nacimiento tras nacimiento. Mi única aspiración es que yo pueda vivir solo, tal como los paramahaṁsas que, viajando solo de un lado a otro con una gran paz mental, dependen simplemente de Tus pies de loto. También deseo que si he de asociarme con alguien, sea tan solo con Tus devotos puros y con nadie más, debido a que Tus devotos puros son siempre bienquerientes de todas las entidades vivientes.


»Mi querido Señor, Tú eres el supremo amo y director del mundo entero. En consecuencia, por favor, ocúpame en Tu servicio y permíteme así librarme de toda contaminación material. Tú puedes purificarme así, pues si alguien se dedica al servicio amoroso de Vuestra Señoría, de inmediato se libra de toda clase de principios regulativos ordenados por los Vedas».


La palabra paramahaṁsa que aquí se menciona, significa el cisne supremo. Se dice que el cisne puede extraer leche de un manantial de agua; él puede tomar solo la porción láctea y rechazar la porción acuosa. De forma similar, una persona que puede extraer la porción espiritual de este mundo material, y que puede vivir sola, dependiendo solo del Espíritu Supremo y no del mundo material, recibe el nombre de paramahaṁsa. Cuando uno alcanza la plataforma paramahaṁsa, no se encuentra más bajo que los principios regulativos de los mandamientos védicos. Un paramahaṁsa acepta solo la compañía de devotos puros, y rechaza a las demás personas que se encuentran muy adictas a lo material. En otras palabras, aquellos que se encuentran adictos a lo material no pueden comprender el valor del paramahaṁsa, pero aquellos que afortunadamente son avanzados en el sentido espiritual, se refugian en el paramahaṁsa y, de esa forma, completan exitosamente la misión de la vida humana.


Después de que el Señor Kṛṣṇa escuchara las oraciones de Bali Mahārāja, habló de la siguiente manera: «Mi querido rey de los demonios, en el milenio de Svāyambhuva Manu, el Prajāpati conocido como Marīci engendró seis hijos, todos semidioses, en el vientre de su esposa, Ūrṇā. Una vez, el Señor Brahmā fue cautivado por la belleza de su hija y la persiguió, impulsado por el deseo sexual. En ese momento, esos seis semidioses miraron la acción del Señor Brahmā con aborrecimiento. Esta crítica que hicieran los semidioses de la acción de Brahmā, constituyó una gran ofensa de su parte, y por esa razón ellos fueron condenados a nacer como nietos del demonio Hiraṇyakaśipu. Esos nietos de Hiraṇyakaśipu fueron luego puestos en el vientre de madre Devakī, y tan pronto como nacieron, Kaṁsa los mató uno tras otro. Mi querido rey de los demonios, una vez más, madre Devakī está muy ansiosa de ver de nuevo a estos seis hijos muertos, y está muy afligida por su temprana muerte a manos de Kaṁsa. Sé que todos ellos viven contigo. Yo he decidido llevarlos conmigo para tranquilizar a Mi madre Devakī. Después de ver a Mi madre, todas esas seis almas condicionadas se liberarán y, así pues, con gran placer serán trasladadas a su planeta original. Los nombres de esas seis almas condicionadas son los siguientes: Smara, Udgītha, Pariṣvaṅga, Pataṅga, Kṣudrabhṛt y Ghṛnī. Ellos serán reinstalados de nuevo en su anterior posición de semidioses».


Después de informarle eso al rey de los demonios, Kṛṣṇa paró de hablar, y Bali Mahārāja comprendió el propósito del Señor. Él lo adoró suficientemente, y luego el Señor Kṛṣṇa y el Señor Balarāma se llevaron a las seis almas condicionadas, y regresaron a la ciudad de Dvārakā, donde Él las presentó como pequeños bebés ante Su madre, Devakī. Madre Devakī se sobrecogió de júbilo, y estaba tan extática por el sentimiento maternal, que de inmediato comenzó a fluir leche de sus pechos, y ella alimentó a los bebés con gran satisfacción. Ella comenzó a ponerlos en su regazo una y otra vez, oliendo sus cabezas y pensando: «¡Él ha traído de regreso a mis hijos perdidos!». Por los momentos, ella fue sobrecogida por la energía de Viṣṇu, y con un gran afecto maternal comenzó a disfrutar de la compañía de sus perdidos hijos.


La leche del pecho de Devakī era néctar trascendental, debido a que la misma leche había sido chupada por el Señor Kṛṣṇa. Así pues, los bebés que chuparon el pecho de Devakījī, el cual había tocado el cuerpo del Señor Kṛṣṇa, de inmediato se volvieron personas autorrealizadas. Por consiguiente, los bebés comenzaron a ofrecer sus reverencias al Señor Kṛṣṇa, a Balarāma, a su padre Vasudeva y a madre Devakī. Después de esto, fueron de inmediato trasladados a sus respectivos planetas celestiales.


Después que ellos partieron, Devakī se pasmó de asombro ante el hecho de que sus hijos muertos hubieran regresado, y hubieran sido trasladados de nuevo a sus planetas respectivos. Ella podía conciliar los eventos solo al pensar en los pasatiempos del Señor Kṛṣṇa, en los cuales, debido a que las potencias del Señor Kṛṣṇa son todas inconcebibles, cualquier cosa maravillosa puede ejecutarse. Si no se aceptan las inconcebibles e ilimitadas potencias del Señor, uno no puede comprender que el Señor Kṛṣṇa es el Alma Suprema. Mediante Sus potencias ilimitadas, Él realiza pasatiempos también ilimitados, y nadie puede describirlos plenamente, ni nadie puede conocerlos todos. Sūta Gosvāmī, al hablar el Śrīmad-Bhāgavatam ante los sabios de Naimiṣāraṇya, encabezados por Śauṇaka Ṛṣi, dio su veredicto en cuanto a esto de la siguiente manera.


«Grandes sabios, por favor entiendan que los pasatiempos trascendentales del Señor Kṛṣṇa son todos eternos. No son narraciones ordinarias de incidentes históricos. Esas narraciones son idénticas a la propia Suprema Personalidad de Dios. Por lo tanto, todo aquel que escuche esas narraciones de los pasatiempos del Señor, se libera de inmediato de la contaminación de la existencia material. Y aquellos que son devotos puros, disfrutan de esas narraciones como si fueran néctar que entrara en sus oídos». Dichas narraciones fueron relatadas por Śukadeva Gosvāmī, el excelso hijo de Vyāsadeva, y todo aquel que las escuche, así como todo aquel que las narre para que otros las escuchen, se vuelve consciente de Kṛṣṇa. Y solo las personas conscientes de Kṛṣṇa tienen el derecho de ir de vuelta al hogar, de vuelta a Dios.


Así termina el significado de Bhaktivedanta del capítulo octogésimo quinto del libro Kṛṣṇa, titulado: «Instrucción espiritual para Vasudeva / El Señor Kṛṣṇa devuelve a los seis hijos muertos de Devakī».

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