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Text 20

etāvatālaṁ nanu sūcitena
guṇair asāmyānatiśāyanasya
hitvetarān prārthayato vibhūtir
yasyāṅghri-reṇuṁ juṣate ’nabhīpsoḥ


etāvatā—hasta ahora; alam—innecesario; nanu—si acaso; sūcitena—mediante la descripción; guṇaiḥ—por los atributos; asāmya—inconmensurable; anati-śāyanasya—aquel que es insuperable; hitvā—dejando a un lado;itarān—otros; prārthayataḥ—de aquellos que piden; vibhūtiḥ—favor de la diosa de la fortuna; yasya—aquel cuyos; aṅghri—pies; reṇum—polvo; juṣate—sirve; anabhīpsoḥ—de aquel que no está deseoso.


Ahora se ha comprobado que Él [la Personalidad de Dios] es ilimitado y que no hay nadie igual a Él. En consecuencia, nadie puede hablar de Él adecuadamente. Los grandes semidioses no pueden conseguir el favor de la diosa de la fortuna ni siquiera con oraciones, pero esa misma diosa le presta servicio al Señor, aunque Él no está deseoso de tener ese servicio.


SIGNIFICADO: La Personalidad de Dios, o el Parameśvara Parabrahman, según los śrutis, no tiene que hacer nada. Él no tiene igual. Y tampoco hay nadie que lo supere. Él tiene potencias ilimitadas, y cada acción Suya se lleva a cabo sistemáticamente, según Sus estilos naturales y perfectos. Así pues, la Suprema Personalidad de Dios está lleno en Sí Mismo, y Él no tiene nada que aceptar de nadie más, ni siquiera de grandes semidioses tales como Brahmā. Otros piden el favor de la diosa de la fortuna, y pese a esas oraciones, ella rehúsa conferir dichos favores. Pero, no obstante, ella le presta servicio a la Suprema Personalidad de Dios, aunque Él no tiene que aceptar nada de ella. La Personalidad de Dios, en su aspecto de Garbhodakaśāyī Viṣṇu, engendra a Brahmā, la primera persona que se crea en el mundo material, y ello lo hace a partir del tallo de Su loto umbilical, y no en el vientre de la diosa de la fortuna, que está dedicada a Su servicio eternamente. Estos son algunos de los ejemplos de Su completa independencia y perfección. Que Él no tenga que hacer nada no significa que sea impersonal. En sentido trascendental, Él está tan lleno de potencias inconcebibles, que, simplemente por Su deseo, todo se realiza sin esfuerzo físico ni personal. Por eso, Él recibe el nombre de Yogeśvara, o el Señor de todos los poderes místicos.

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