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Text 21

sarve vayaṁ tāvad ihāsmahe ’tha
kalevaraṁ yāvad asau vihāya
lokaṁ paraṁ virajaskaṁ viśokaṁ
yāsyaty ayaṁ bhāgavata-pradhānaḥ


sarve—todos; vayam—nosotros; tāvat—mientras; iha—en este lugar; āsmahe—permaneceremos; atha—luego; kalevaram—el cuerpo; yāvat—mientras; asau—el rey; vihāya—abandonando; lokam—el planeta; param—el supremo; virajaskam—completamente libre de contaminación mundana; viśokam—completamente libre de toda clase de lamentos; yāsyati—regresa; ayam—este; bhāgavata—devoto; pradhānaḥ—el principal.


Todos nosotros esperaremos aquí hasta que el principal devoto del Señor, Mahārāja Parīkṣit, regrese al planeta supremo, que está completamente libre de toda contaminación mundana y de toda clase de lamentos.


SIGNIFICADO: Más allá de los límites de la creación material, que se asemeja a una nube en el cielo, se encuentra el paravyoma, o el cielo espiritual, lleno de planetas llamados Vaikuṇṭhas. Esos planetas Vaikuṇṭhas también son conocidos individualmente como Puruṣottamaloka, Acyutaloka, Trivikramaloka, Hṛṣīkeśaloka, Keśavaloka, Aniruddhaloka, Mādhavaloka, Pradyumnaloka, Saṅkarṣaṇaloka, Śṛdharaloka, Vāsudevaloka, Ayodhyāloka, Dvārakāloka, y muchos otros millones de lokasespirituales en los que predomina la Personalidad de Dios; todas las entidades vivientes que ahí se encuentran son almas liberadas que posen cuerpos espirituales como el del Señor. Ahí no hay contaminación material alguna; ahí todo es espiritual y, en consecuencia, ahí no hay nada lamentable objetivamente. Todos ellos están colmados de bienaventuranza trascendental, y no tienen nacimiento, muerte, vejez y enfermedades. Y entre todos los antedichos Vaikuṇṭhalokas, hay un loka supremo denominado Goloka Vṛndāvana, que es la morada del Señor Śrī Kṛṣṇa y Sus asociados específicos. Mahārāja Parīkṣit estaba llamado a alcanzar ese loka en particular, y todos los grandes ṛṣis que estaban ahí reunidos podían preverlo. Todos ellos hablaron entre sí acerca de la gran partida del rey, y todos quisieron verlo hasta el último momento, porque ya no iban a poder volver a ver a un devoto del Señor tan grandioso como lo era él. Cuando un gran devoto del Señor parte no hay nada de qué lamentarse, porque el devoto está designado a entrar en el Reino de Dios. Pero lo triste de la situación es que esos grandes devotos se van de nuestra vista, y, en consecuencia, ello es razón suficiente para lamentarse. Así como al Señor se lo ve muy rara vez con los ojos actuales, así mismo ocurre con los grandes devotos. Los grandes ṛṣis, por lo tanto, tomaron la correcta decisión de permanecer en el sitio hasta el último momento.

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