Text 16
māṁ khedayaty etad ajasya janma-
viḍambanaṁ yad vasudeva-gehe
vraje ca vāso ’ri-bhayād iva svayaṁ
purād vyavātsīd yad-ananta-vīryaḥ
mām—a mí; khedayati—me produce aflicción; etat—esto; ajasya—del innaciente; janma—nacimiento; viḍambanam—desconcertante; yat—que; vasudeva-gehe—en la casa de Vasudeva; vraje—en Vṛndāvana; ca—también; vāsaḥ—residencia; ari—enemigo; bhayāt—por temor; iva—como si; svayam—Él mismo; purāt—de Mathurā Purī; vyavātsīt—huyó; yat—aquel que es; ananta-vīryaḥ—ilimitadamente poderoso.
Cuando pienso en Śrī Kṛṣṇa —cómo nació en la cárcel de Vasudeva, si bien es innaciente; cómo fue a Vraja, alejándose de la protección de Su padre, y vivió allí de incógnito por miedo al enemigo; y cómo, a pesar de ser ilimitadamente poderoso, huyó de Mathurā por temor—, todos estos desconcertantes incidentes me producen aflicción.
SIGNIFICADO: Como Śrī Kṛṣṇa es la persona original de quien todo y todos han emanado —ahaṁ sarvasya prabhavaḥ (Bg. 10.8), janmādy asya yataḥ (Vs. 1.1.2)—, nada puede ser igual ni más grande que Él. El Señor es supremamente perfecto, y siempre que representa Sus pasatiempos trascendentales como hijo, rival u objeto de enemistad, desempeña el papel de una manera tan perfecta, que incluso devotos puros como Uddhava se desconciertan. Por ejemplo, Uddhava sabía perfectamente bien que Śrī Kṛṣṇa existe eternamente, y que ni puede morir ni desaparecer para siempre, y aun así se lamentó por Śrī Kṛṣṇa. Todos estos hechos constituyen ajustes perfectos para dar perfección a Sus glorias supremas. Se hacen para el disfrute. Cuando el padre juega con su hijito y se tiende en el suelo como si este lo hubiera derrotado, lo hace solo por darle placer al niño, y nada más. Como el Señor es todopoderoso, a Él Le es posible conciliar cosas opuestas, tales como nacimiento y no nacimiento, poder y derrota, miedo y ausencia de temor. El devoto puro sabe muy bien que al Señor Le es posible conciliar cosas opuestas, pero se lamenta por los no devotos que, al no conocer las glorias supremas del Señor, creen que es imaginario, simplemente porque en las Escrituras hay muchísimas declaraciones aparentemente contradictorias. De hecho, no hay nada contradictorio; todo es posible cuando entendemos al Señor como Señor, y no como uno de nosotros, con toda nuestra imperfección.