Text 11
udāsīnam ivādhyakṣaṁ
dravya-jñāna-kriyātmanām
kūṭa-stham imam ātmānaṁ
yo vedāpnoti śobhanam
udāsīnam—indiferente; iva—simplemente; adhyakṣam—el superintendente; dravya—de los elementos físicos; jñāna—sentidos para adquirir conocimiento; kriyā—sentidos de trabajo; ātmanām—y de la mente; kūṭa-stham—fija; imam—esta; ātmānam—alma; yaḥ—todo el que; veda—sabe; āpnoti—obtiene; śobhanam—toda buena fortuna.
Todo el que sabe que el cuerpo material, que está compuesto de cinco elementos densos, los órganos de los sentidos, los sentidos de trabajo y la mente, actúa simplemente bajo la supervisión del alma inmutable es un candidato para la liberación del cautiverio material.
SIGNIFICADO: Este verso explica cómo podemos liberarnos del cautiverio material. En primer lugar, es necesario saber que el alma es diferente del cuerpo. El alma se denomina dehī, «el propietario del cuerpo», y el cuerpo material se denomina deha «la corporificación del alma». El cuerpo cambia a cada momento, pero el alma es inmutable, razón por la cual se dice que es kūṭa-stham. El cambio de cuerpo se debe a las reacciones de las tres modalidades de la naturaleza. Aquel que ha entendido la posición inmutable del alma no se perturba con el ir y venir de las modalidades de la naturaleza material, cuyas interacciones se manifiestan en forma de felicidad y aflicción. En el Bhagavad-gītā, el Señor Kṛṣṇa también explica que la felicidad y la aflicción vienen y van debido a las interacciones de las modalidades de la naturaleza en el cuerpo, y por lo tanto nos aconseja que no nos perturbemos por esos movimientos externos. Incluso si a veces estamos absortos en ellos, tenemos que aprender a tolerarlos. La entidad viviente debe permanecer siempre indiferente a las acciones y reacciones del cuerpo externo.
En el Bhagavad-gītā, el Señor Kṛṣṇa dice que el cuerpo, hecho de los elementos físicos densos (tierra, agua, fuego, aire y espacio) y de los elementos sutiles (mente, inteligencia y ego), es completamente distinto del alma propiamente dicha. Por lo tanto, las acciones y reacciones de esos ocho elementos materiales densos y sutiles no deben perturbarnos. El proceso práctico para llegar a ese estado de indiferencia es la ejecución de servicio devocional. Solo quien se ocupa constantemente en servicio devocional, las veinticuatro horas del día, puede volverse indiferente a las acciones y reacciones del cuerpo externo. Un hombre absorto en un determinado pensamiento no escucha ni ve ninguna actividad externa, aunque se lleven a cabo en su presencia. De manera similar, los que están completamente absortos en servicio devocional no se preocupan de lo que le ocurre al cuerpo externo. Ese estado se denomina samādhi. Cuando alguien está verdaderamente en ese estado de samādhi, se entiende que es un yogī de primera categoría.