Text 30
indriyair viṣayākṛṣṭair
ākṣiptaṁ dhyāyatāṁ manaḥ
cetanāṁ harate buddheḥ
stambas toyam iva hradāt
indriyaiḥ—por los sentidos; viṣaya—los objetos de los sentidos; ākṛṣṭaiḥ—viéndose atraídos; ākṣiptam—agitada; dhyāyatām—siempre pensando en; manaḥ—mente; cetanām—conciencia; harate—se pierde; buddheḥ—de inteligencia; stambaḥ—grandes hierbas; toyam—agua; iva—como; hradāt—del lago.
Cuando la mente y los sentidos se ven atraídos por los objetos del disfrute de los sentidos, la mente se agita. Como resultado de pensar continuamente en esos objetos, la persona pierde casi por completo su verdadera conciencia, como un lago al que la frondosa vegetación de sus orillas va dejando poco a poco sin agua.
SIGNIFICADO: En este verso se explica con gran claridad cómo se contamina nuestra conciencia de Kṛṣṇa original y cómo, gradualmente, llegamos a olvidar casi por completo nuestra relación con el Señor Supremo. En el verso anterior se nos recomendaba mantenernos siempre en contacto con el servicio devocional del Señor, de manera que, poco a poco, el ardiente fuego del servicio devocional reduzca a cenizas los deseos materiales y nos liberemos del ciclo de nacimientos y muertes. Así es como también podremos, indirectamente, conservar intacta nuestra fe en los pies de loto de la Suprema Personalidad de Dios. El permitir que la mente piense continuamente en la complacencia de los sentidos es la causa de nuestro cautiverio material. Si tenemos la mente absorta en la complacencia de los sentidos, aunque practiquemos continuamente y deseemos ser conscientes de Kṛṣṇa, no podremos olvidar esa complacencia. Alguien que entre en la orden de sannyāsa siendo incapaz de controlar la mente, seguirá pensando en los objetos de la complacencia de los sentidos, es decir, la familia, la vida social, una casa costosa, etc. Aunque se vaya a los Himālayas o a la selva, su mente continuara pensando en los objetos de la complacencia sensorial. De esa forma, la inteligencia se verá cada vez más afectada, y cuando eso ocurre, se pierde la atracción original por el proceso de conciencia de Kṛṣṇa.
El ejemplo que aquí se da es muy apropiado. Un gran lago que esté cubierto de grandes tallos de hierba kuśa, del tamaño de columnas, acabará secándose. Análogamente, cuando las grandes columnas del deseo material aumentan de tamaño, las claras aguas de la conciencia se secan. Por consiguiente, hay que cortar y arrojar lejos esas columnas de hierba kuśa desde el mismo principio. Śrī Caitanya Mahāprabhu ha enseñado que, si no arrancamos las malas hierbas de los campos de arroz desde el mismo principio, acabarán por consumir los fertilizantes y el agua, y las plantas de arroz se secarán. El deseo material de disfrute de los sentidos es la causa de que hayamos caído en el mundo material y suframos las tres miserias y la repetición del nacimiento, la muerte, la vejez y las enfermedades. Sin embargo, si dirigimos nuestros deseos hacia el servicio amoroso trascendental del Señor, nuestros deseos se purifican. No podemos acabar con los deseos. Lo que tenemos que hacer es purificarlos de toda clase de identificaciones falsas. Si pensamos constantemente que pertenecemos a determinada nación, sociedad o familia, y no dejamos de pensar en ello, nos enredamos muy a fondo en la vida condicionada del nacimiento y la muerte. Pero si nuestros deseos los dirigimos hacia el servicio del Señor, se purifican, y de esa forma, nos liberamos de inmediato de la contaminación material.