Text 5
antardhāno nabhasvatyāṁ
havirdhānam avindata
ya indram aśva-hartāraṁ
vidvān api na jaghnivān
antardhānaḥ—el rey llamado Antardhāna; nabhasvatyām—a su esposa Nabhasvatī; havirdhānam—de nombre Havirdhāna; avindata—obtuvo; yaḥ—quien; indram—al rey Indra; aśva-hartāram—que estaba robando el caballo de su padre; vidvān api—aunque él lo sabía; na jaghnivān—no mató.
Mahārāja Antardhāna tenía otra esposa, Nabhasvatī, con la cual tuvo la alegría de engendrar otro hijo, al que llamó Havirdhāna. Debido a su gran generosidad, Mahārāja Antardhāna no mató a Indra cuando el semidiós estaba robando el caballo de su padre en el sacrificio.
SIGNIFICADO: Como se ilustra en diversas Escrituras y Purāṇas, el rey del cielo, Indra, era muy experto en robar y en raptar. Podía robar cualquier cosa sin ser visto, y podía raptar a la esposa de otro sin ser detectado. En cierta ocasión se valió de su arte de desaparecer para raptar a la esposa de Gautama Muni, y de la misma forma, haciéndose invisible, robó el caballo de Mahārāja Pṛthu. En la sociedad humana esas actividades parecen abominables; sin embargo, al semidiós Indra no por ello se le considera degenerado. Antardhāna se dio cuenta de que el rey Indra estaba robando el caballo de su padre, pero aun así no le mató, porque sabía que cuando una persona es muy poderosa, los actos abominables que pueda llegar a cometer no se deben tener en cuenta. En el Bhagavad-gītā (9.30), se afirma claramente:
api cet sudurācāro
bhajate mām ananya-bhāk
sādhur eva sa mantavyaḥ
samyag vyavasito hi saḥ
Con estas palabras, el Señor dice que, debido a su devoción inquebrantable, al devoto se le debe considerar sādhu, una persona piadosa, incluso si comete un acto abominable. Los devotos del Señor nunca cometen deliberadamente actividades pecaminosas, pero a veces, debido a sus hábitos anteriores, cometen alguna actividad abominable. Sin embargo, esas acciones no se deben tomar en cuenta, pues los devotos del Señor son muy poderosos, tanto si están en los planetas celestiales como si están en este planeta. Si por casualidad cometen un acto indigno, se debe pasar por alto sin tenerlo en cuenta.