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Cuánto Valemos Realmente?

ke vayaṁ nāma-rūpābhyāṁ
yadubhiḥ saha pāṇḍavāḥ
bhavato ’darśanaṁ yarhi
hṛṣīkāṇām iveśituḥ


Así como el nombre y la fama de un cuerpo en particular se terminan con la desaparición del espíritu viviente, de igual manera, si Tú no nos miras, toda nuestra fama y actividades, junto con los Pāṇḍavas y Yadus, se terminarán de inmediato.


Śrīmad-Bhāgavatam 1.8.38


Kuntīdevī está muy consciente de que la existencia de los Pāṇḍavas se debe tan sólo a Śrī Kṛṣṇa. Los Pāṇḍavas tienen indudablemente nombre y fama bien establecidos, están guiados por el gran rey Yudiṣṭhira, que es la personificación de la moral, y los Yadus son sin duda grandes aliados; pero sin la guía del Señor Kṛṣṇa todos ellos no son nada, al igual que los sentidos del cuerpo son inútiles sin la guía de la conciencia. Nadie debe estar orgulloso de su prestigio, poder y fama, si no lo guía la gracia del Señor Supremo. Los seres vivientes siempre son dependientes, y el propio Señor es el objeto máximo del cual depender. Podemos inventar, pues, mediante nuestro avance del conocimiento material, toda clase de recursos materiales contrarrestantes, pero si no somos guiados por el Señor, todos esos inventos terminan en un fiasco, por fuertes y sólidos que sean los elementos reaccionarios.


En cuanto un hombre importante muere, su nombre y su forma dejan de ser importantes, aunque el hombre haya sido un gran científico, político o filósofo. Mientras estamos vivos, nuestro nombre, forma y actividades son gloriosas, pero en cuanto la vida se va, el cuerpo que queda no es más que un pedazo de materia. Cuando un hombre importante está vivo, puede que tenga muchísimos guardias y que nadie pueda acercársele ni tocarlo, pero cuando el mismo hombre yace muerto en el suelo, se le puede golpear en la cara, y prácticamente a nadie le importa. Después de la desaparición del alma, el cuerpo del hombre importante carece de valor. Y, ¿qué es esa alma? Es la energía de Kṛṣṇa, por tanto, es parte integral de Kṛṣṇa. Así que cuando la energía se retira —es decir, cuando Kṛṣṇa no está ahí—, el cuerpo se vuelve insignificante.


La energía de Kṛṣṇa y el propio Kṛṣṇa no son diferentes (śakti-śaktimator abhedaḥ). El Sol, por ejemplo, es fuente de energía, y la luz del Sol es energía. Mientras la luz del Sol esté presente, el Sol está presente, y si el Sol no estuviera presente, la energía del Sol tampoco estaría ahí. Tanto la energía como la fuente de la energía deben existir. Aunque los filósofos māyāvādīs no aceptan a la fuente de  energía sino únicamente la energía impersonal, debemos aceptar tanto la energía como la fuente de energía.


Mientras la energía actúa, la fuente de energía permanece a distancia, de la misma manera en que la luz del Sol se difunde por todas partes mientras el Sol permanece apartado. De modo similar, hay energía que está actuando por todas partes de la manifestación cósmica. La manifestación cósmica consiste en tierra, agua, fuego, aire, éter, mente, inteligencia y ego falso. Esos ocho elementos materiales son energías materiales separadas (me bhinnā prakṛtir aṣṭadhā), y podemos entender que tras esas energías debe haber una fuente de energía. Por ejemplo, nosotros usamos la energía eléctrica, pero tras esa energía se hallan la central eléctrica y el ingeniero que la opera. Los sinvergüenzas no entienden esto. Ellos simplemente ven el poder de esta manifestación cósmica, pero no entienden que tras ese poder se encuentra el creador del poder, la fuente del poder. Por consiguiente, Kṛṣṇa viene y dice: «Yo soy el creador del poder. Yo estoy tras ese poder».


El propio Kṛṣṇa viene personalmente, porque no tenemos los ojos para ver a Kṛṣṇa y no podemos entenderlo. Cuando pensamos en la forma de Dios, creemos que como Dios hizo la Creación hace millones y millones de años, debe de ser un hombre muy anciano. Así que Dios viene personalmente ante nosotros para que podamos ver lo que Él es. He ahí Su bondad. El Señor dice en el Bhagavad-gītā (4.7):

yadā yadā hi dharmasya
glānir bhavati bhārata
abhyutthānam adharmasya
tadātmānaṁ sṛjāmy aham


«Cuando quiera y dondequiera que disminuya la práctica religiosa, ¡oh, descendiente de Bharata!, y aumente la irreligión de manera predominante, en ese momento desciendo personalmente».


Dios viene a este mundo en persona, deja tras de Sí Sus instrucciones, como el Bhagavad-gītā, y deja tras de Sí a Sus devotos, que pueden explicar quién es Dios; pero aun así somos tan obstinados que no aceptamos a Dios. Eso es una necedad. En el Bhagavad-gītā, a aquellos que no aceptan a Dios se les llama mūḍhas: sinvergüenzas y necios.


Dios existe, y la energía de Dios también existe, de modo que si no podemos ver a Dios, al menos podemos ver Su energía. Puede que no veamos la central eléctrica y al ingeniero que se encuentra en ella generando la energía, pero usamos la electricidad de muchísimas maneras. Por lo tanto, debemos preguntar de dónde proviene esa electricidad. Eso es ser inteligente. Y si indagamos de esa manera, finalmente encontraremos la central eléctrica en sí. De modo similar, si estudiamos más para averiguar quién está operando la central eléctrica, encontraremos a un ser humano. Aunque la electricidad es impersonal e incluso la central eléctrica es impersonal, el hombre que está detrás de todo es una persona. Así mismo, Dios es una persona. Ésa es una conclusión lógica. ¿Cómo puede Él ser impersonal? Aquello que es impersonal no tiene inteligencia alguna. Hemos inventado muchísimas máquinas muy maravillosas, pero éstas no son inteligentes. La inteligencia pertenece al operador. En consecuencia, Kṛṣṇa dice: (mayādhyakṣeṇa prakṛtiḥ sūyate sa-carācaram: «Tú estás viendo la energía que se exhibe en las maravillosas acciones y reacciones de esta manifestación material cósmica, pero no pienses que están actuando independientemente. No, Yo estoy tras ellas».


Kṛṣṇa dice además:

mayā tatam idaṁ sarvaṁ
jagad avyakta-mūrtinā
mat-sthāni sarva-bhūtāni
na cāhaṁ teṣv avasthitaḥ


«Yo, en Mi forma no manifestada, estoy presente en todo el universo. Todos los seres están en Mí, pero Yo no estoy en ellos» (Bg. 9.4). Aquello que es avyakta, no manifestado, también tiene mūrti, una forma. El cielo, por ejemplo, es avyakta, no manifestado, pero también tiene una forma: la forma redonda del universo. Si vamos al océano, también allí encontraremos una forma, como la de un gran círculo. No existe nada que no tenga forma; todo tiene forma, incluso aquello que supuestamente es impersonal.


Por consiguiente, la idea de que todo es cero o impersonal es necia. Tras el aspecto impersonal y el supuesto vacío, se halla la forma suprema: Kṛṣṇa. Īśvaraḥ paramaḥ kṛṣṇaḥ sac-cid-ānanda-vigrahaḥ. La palabra īśvaraḥ significa «controlador». La naturaleza no se está controlando a sí misma; el verdadero controlador es Kṛṣṇa. Icchānurūpam api yasya ca ceṣṭate sa. El Brahma-saṁhitā (5.44) dice que Prakṛti, Durgā —la deidad de la naturaleza material—, está actuando bajo la dirección de Govinda, Kṛṣṇa. ¿Cómo está actuando? Tal como una sombra. Debajo de nuestra mano se halla su sombra; a medida que nuestra mano se mueve, la sombra se mueve. Tras todas las manifestaciones hay movimiento. A veces he dado el ejemplo de la puesta en marcha de los grandes vagones de una línea ferroviaria. La locomotora inicia el movimiento y tira de un vagón, el cual a su vez tira de otro, y éste de otro más, y así sucesivamente. De igual manera, ¿quién estableció el movimiento de la manifestación cósmica? Ese dador original del movimiento es Kṛṣṇa.


Ahora bien, Kuntīdevī dice: «Nosotros, los Pāṇḍavas, nos hemos vuelto famosos, y la gente dice que somos muy importantes. ¿Por qué? Porque Tú eres nuestro amigo». Kṛṣṇa era el amigo de los Pāṇḍavas, y específicamente el amigo de Arjuna y, por lo tanto, Arjuna era un gran y valeroso guerrero. Pero Kuntīdevī sabía que «la gente dice: “¡Oh!, los Pāṇḍavas son guerreros y héroes muy poderosos”, pero ¿de qué valen mis hijos, los Pāṇḍavas?». Así mismo, la dinastía Yadu era famosa porque Kṛṣṇa había nacido en esa familia. Pero Kuntīdevī dice: ke vayam, «¿Qué somos nosotros? ¿Cuánto valemos nosotros?». Ke vayaṁ nāma-rūpābhyām: «Tenemos nuestro nombre y forma, pero sin Ti todo ello es inútil. No tiene ningún valor».


La gente no entiende eso. Está orgullosa de tener un buen cuerpo y un buen nombre. Ellos piensan: «soy americano», «soy hindú», «soy alemán», etc. Pero, ¿qué es todo eso? Son simplemente nombres falsos y formas falsas, sin valor alguno.


Si quitamos a Kṛṣṇa, todo se vuelve cero. Eso es un hecho, pero la gente es tan sinvergüenza, que no entiende ese hecho. Mas, ¿quién puede negarlo? El cuerpo americano o el cuerpo hindú puede que tenga un buen nombre, pero si carece de conciencia, ¿cuál es su valor? Ninguno. Por eso se dice:

bhagavad-bhakti-hīnasya
jātiḥ śāstraṁ japas tapaḥ
aprāṇasyeva dehasya
maṇḍanaṁ loka-rañjanam


«En una persona desprovista de servicio devocional a Kṛṣṇa, su nacimiento en una gran familia o nación, su conocimiento de las Escrituras reveladas, su ejecución de austeridades y penitencias, y su canto de mantras védicos, son como adornos en un cuerpo muerto. Semejantes adornos simplemente prestan servicio a los placeres que la gente corriente inventa» (Hari-bhakti-sudhodaya 3.11).


Todos tenemos conciencia, pero ¿qué es esa conciencia? Es conciencia de Kṛṣṇa. Hemos olvidado a Kṛṣṇa, y por eso decimos sólo «conciencia», pero, en realidad, «conciencia» significa «conciencia de Kṛṣṇa», porque sin Kṛṣṇa no podemos tener conciencia. Sin el Sol, ¿cómo puede haber luz solar? Por consiguiente, decimos «luz solar», no sólo «luz». De la misma manera, «conciencia» significa «conciencia de Kṛṣṇa». Entender esto requiere de un poquito de inteligencia, y devotos como Kuntī tienen esa inteligencia y comprensión. Por lo tanto, Kuntī dice: «Los Pāṇḍavas y los Yadus son muy importantes, pero, ¿cuál es verdaderamente nuestro valor?».


Como Kṛṣṇa se está despidiendo, Kuntī se lamenta, diciendo: «Te vas a ir y no podremos verte. ¿De qué valdrán entonces nuestro nombre y fama?». Bhavato ’darśanaṁ yarhi hṛṣīkāṇām iveśituḥ. Ella da el ejemplo de que sin Kṛṣṇa ellos serían como los sentidos sin vida. En este mundo material deseamos disfrute de los sentidos, pero sin Kṛṣṇa o sin conciencia de Kṛṣṇa no hay posibilidad de disfrute de los sentidos. Puede que tengamos brazos y piernas fuertes, pero cuando no hay conciencia —cuando no hay conciencia de Kṛṣṇa—, ni siquiera podemos utilizarlos. Por lo tanto, una persona inteligente sabe que sin Kṛṣṇa sus sentidos carecen de valor y, en consecuencia, se vuelve devota. Ella concluye correctamente que como hay una relación muy íntima entre los sentidos y Kṛṣṇa, mientras los sentidos estén activos, es nuestro deber utilizarlos en el servicio de Kṛṣṇa. Eso es bhakti.


Para usar un ejemplo que he dado muchas veces, supónganse que en una asamblea encontramos un billete de cien que a alguien se le ha caído del bolsillo. Si tomamos el billete y nos lo ponemos en el bolsillo, seremos ladrones, porque ese billete no nos pertenece. Eso se denomina bhoga, disfrute falso. Por otra parte, otra persona puede que piense: «¡Oh!, ¿por qué habría yo de tocarlo? Le pertenece a otro. Dejémoslo ahí. No tengo nada que ver con ese billete». Eso se denomina tyāga, renunciación. Así que aunque el billete de cien es el mismo, una persona está tratando de disfrutarlo, mientras que otra está tratando de abandonarlo. Pero ambas personas son necias, el bhogī y el tyāgī.


Los bhogīs son los karmīs, aquellos que están trabajando muy duro para explotar los recursos de la naturaleza material; como los científicos, por ejemplo, que están haciendo investigaciones para fomentar dicha explotación. De hecho, su intención es robar. Por otro lado, los tyāgīs, aquellos que son incapaces de robar, tienen una filosofía de «uvas verdes»: «¡Oh!, estas cosas son inútiles. No hay necesidad de ellas». La mayoría de las veces, desde luego, la gente es bhogī, es decir, está tratando de usar todo para disfrutar de la complacencia de los sentidos. Pero, no obstante, existen aquellos que han fracasado en complacer los sentidos y que, por consiguiente, dicen: «No, no, no necesitamos estas cosas».


Sin embargo, continuando con el ejemplo, al hallar un billete de cien, la persona que actúa del modo más apropiado es la que lo toma y dice: «Alguien ha perdido este billete. Voy a encontrar a su dueño». Al devolver ese billete, presta verdadero servicio. Tanto el que se apropia del billete como el que lo deja donde está, son inútiles. De igual manera, el bhogī y el tyāgī son ambos inútiles. Pero el bhakta, el devoto, sabe que todo pertenece a Kṛṣṇa y que, por ende, debe ofrecérsele a Kṛṣṇa. Eso es verdadero servicio.


Todo pertenece a Kṛṣṇa. ¿Qué es el cuerpo? Es una combinación de elementos materiales —tierra, agua, fuego, aire— y de los elementos psicológicos sutiles —la mente, la inteligencia y el ego falso—. Kṛṣṇa declara: «Todos esos ocho elementos constituyen Mi energía separada»[1]. ¿Cómo, entonces, pueden el cuerpo y la mente ser nuestros? Aunque yo pretenda que el cuerpo es mío, ni siquiera sé cómo está funcionando. El inquilino de un apartamento paga el alquiler, y de una u otra forma ocupa el apartamento y disfruta de sus utilidades, aunque puede que de hecho no sepa cómo funcionan la calefacción y el agua potable. De modo similar, aunque no conocemos los detalles de cómo funciona el cuerpo, estamos usando este cuerpo, que en realidad pertenece a Kṛṣṇa y no a nosotros. Ése es el verdadero hecho. El cuerpo consta de los sentidos y la mente, por tanto, los sentidos y la mente también pertenecen a Kṛṣṇa.


Yo soy un alma espiritual, pero se me ha dado la oportunidad de utilizar un cierto tipo de cuerpo material. Debido a que yo lo quería, Kṛṣṇa es tan bondadoso, que me lo ha dado. Ye yathā māṁ prapadyante tāṁs tathaiva bhajāmy aham. Si alguien quiere un cuerpo de rey, Kṛṣṇa se lo dará; si sigue el método prescrito, recibirá un cuerpo de rey. Y si otra persona quiere un cuerpo de cerdo para poder comer excremento, Kṛṣṇa también le dará esa clase de cuerpo. Pero ahora, en la forma humana de vida, debemos entender: «Todo pertenece a Kṛṣṇa, así que, ¿por qué estoy ansiando satisfacer este cuerpo que supuestamente es mío? Más bien, ahora que tengo este cuerpo, voy a servir a Kṛṣṇa». Eso es ser inteligente, y eso es bhakti.


Hṛṣīkeṇa hṛṣīkeśa-sevanaṁ bhaktir ucyate: Bhakti significa usar hṛṣīka —los sentidos— en el servicio de Hṛṣīkeśa, Kṛṣṇa, el amo de los sentidos (tvayā hṛṣīkeśena hṛdi sthitasya yathā karomi). Como yo quería algo de complacencia de los sentidos —olvidando que en realidad todo pertenece a Kṛṣṇa—, se me dio este cuerpo, que constituye una facilidad para complacer los sentidos. Pero sin Kṛṣṇa los sentidos carecen de valor y, por lo tanto, la conclusión natural es que los sentidos pertenecen a Kṛṣṇa. De modo que, como tengo estos sentidos, ¿por qué no usarlos para la satisfacción de Kṛṣṇa? Eso es bhakti.


[1] N. del T.: En el Bhagavad-gītā (7.4) el Señor Kṛṣṇa dice: «La tierra, el agua, el fuego, el aire, el éter, la mente, la inteligencia y el ego falso; estos ocho elementos en conjunto constituyen Mis energías materiales separadas».

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