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Capítulo 51

La liberación de Mucukunda


Cuando Kṛṣṇa salió de la ciudad, Kālayavana, que nunca antes había visto a Kṛṣṇa, vio que era extraordinariamente hermoso, vestido con ropas amarillas. Al pasar a través de Su asamblea de soldados, Kṛṣṇa se veía como la Luna cuando va por el cielo pasando a través de las nubes reunidas. Kālayavana fue lo suficientemente afortunado como para ver las líneas de Śrīvatsa, una impresión particular que se encuentra en el pecho de Śrī Kṛṣṇa, y la joya Kaustubha que Él llevaba. Sin embargo, Kālayavana lo vio a Él en su forma de Viṣṇu, con un cuerpo bien formado, con cuatro brazos y ojos como pétalos de lotos recién florecidos. Kṛṣṇa lucía dichoso, con una frente hermosa y una bella cara, con ojos inquietos y sonrientes, y con zarcillos que se movían. Antes de ver a Kṛṣṇa, Kālayavana había oído de Él de labios de Nārada, y ahora, las descripciones de Nārada fueron confirmadas. Él observó las marcas específicas de Kṛṣṇa y las joyas de Su pecho, Su hermosa guirnalda de flores de loto, Sus ojos como lotos y Sus rasgos corporales igualmente hermosos. Él concluyó que esta hermosa personalidad debía de ser Vāsudeva, debido a que todas las descripciones que él había oído previamente de labios de Nārada, eran confirmadas por la presencia de Kṛṣṇa. Kālayavana estaba muy sorprendido de ver que Él estaba pasando sin ninguna arma en Sus manos y sin ninguna cuadriga. Simplemente caminaba a pie. Kālayavana había venido a luchar con Kṛṣṇa, y aun así, tenía suficientes principios como para no coger ningún tipo de arma. Decidió luchar con Él mano a mano. Así pues, se preparó para capturar a Kṛṣṇa y pelear.


Kṛṣṇa, sin embargo, siguió sin ver a Kālayavana, y Kālayavana empezó a seguirlo con un deseo de capturarlo. Pero a pesar de correr velozmente, no pudo capturar a Kṛṣṇa. Kṛṣṇa no puede ser capturado ni aun a la velocidad de la mente que alcanzan los grandes yogīs. El servicio devocional es lo único que puede capturarlo, y Kālayavana no era experimentado en el servicio devocional. Quería capturar a Kṛṣṇa, y como no podía hacerlo, lo estaba persiguiendo.


Kālayavana empezó a correr muy rápidamente, y pensaba: «Ahora estoy más cerca; lo capturaré». Pero no podía. Kṛṣṇa lo llevó muy lejos, y entró a la cueva de una colina. Kālayavana pensó que Kṛṣṇa estaba tratando de evitar luchar con él, y que por ello se refugiaba en la cueva. Empezó a regañarlo con las siguientes palabras: «¡Oh, Tú, Kṛṣṇa! He oído que eres un gran héroe nacido de la dinastía Yadu, pero veo que estás de hecho huyendo de la lucha, como un cobarde. No es digno de Tu buen nombre y tradición familiar». Kālayavana estaba siguiendo, corriendo muy rápido, pero aun así, no podía atrapar a Kṛṣṇa porque no estaba libre de todas las contaminaciones de la vida pecaminosa.


Según la cultura védica, a todo aquel que no sigue los principios regulativos de la vida, observados por las castas superiores como los brāhmaṇas, kṣatriyas, vaiśyas y aun la clase trabajadora, se le llama mleccha. La situación social védica está planeada de tal manera, que las personas aceptadas como śūdras pueden gradualmente elevarse a la posición de brāhmaṇa, por medio del avance cultural conocido como saṁskāra, o el proceso de purificación. La versión de las Escrituras védicas, es que nadie se convierte en brāhmaṇa o en mleccha simplemente por su nacimiento; por nacimiento, todo el mundo es aceptado como śūdra. Uno tiene que elevarse al estado de vida brahmínica mediante el proceso purificatorio. Si no lo hace, si se degrada más, entonces se llama mleccha. Kālayavana pertenecía a la clase de mlecchas y yavanas. Estaba contaminado por las actividades pecaminosas, y no podía acercarse a Kṛṣṇa. Las actividades de las que se restringe la clase superior de hombres, específicamente el entregarse a la vida sexual ilícita, el comer carne, los juegos de azar y el ingerir bebidas alcohólicas, estimulantes y drogas, son parte integral de la vida de los mlecchas y yavanas. Al estar atado por tales actividades pecaminosas, uno no puede hacer ningún avance en la comprensión de Dios. El Bhagavad-gītā confirma que solamente aquel que esté completamente liberado de toda reacción pecaminosa puede dedicarse al servicio devocional o al desarrollo de conciencia de Kṛṣṇa.


Cuando Kṛṣṇa entró a la cueva de la colina, Kālayavana lo siguió, regañándolo con diversas palabras ásperas. Kṛṣṇa repentinamente desapareció de la vista del demonio, pero Kālayavana lo siguió y también entró a la cueva. La primera cosa que vio fue un hombre que yacía dormido dentro de la cueva. Kālayavana estaba muy ansioso de luchar con Kṛṣṇa, y al no ver a Kṛṣṇa, sino solamente a un hombre acostado, pensó que Kṛṣṇa estaba durmiendo dentro de esa cueva. Kālayavana estaba muy engreído y orgulloso de su fuerza, y pensó que Kṛṣṇa estaba evitando la pelea. Por lo tanto, pateó muy fuertemente al hombre dormido, pensando que era Kṛṣṇa. El hombre que estaba durmiendo había estado acostado por mucho tiempo. Cuando lo despertaron las patadas de Kālayavana, inmediatamente abrió sus ojos y comenzó a mirar en todas las direcciones. Al fin vio a Kālayavana, que estaba parado cerca. Este hombre fue despertado inoportunamente y, por lo tanto, estaba muy furioso, y cuando dirigió su mirada a Kālayavana con ese humor furioso, rayos de fuego emanaron de sus ojos, y Kālayavana quedó reducido a cenizas en un momento.


Cuando Mahārāja Parīkṣit oyó del incidente de cómo Kālayavana había sido reducido a cenizas, le preguntó a Śukadeva Gosvāmī acerca del hombre que dormía: «¿Quién era él? ¿Por qué estaba durmiendo allí? ¿Cómo había adquirido tanto poder, que instantáneamente, por su mirada, Kālayavana quedó reducido a cenizas? ¿Por qué se encontraba acostado en la cueva de la colina?». Muchas preguntas le fueron formuladas a Śukadeva Gosvāmī, y Śukadeva, por su parte, contestó de la siguiente manera:


«Mi querido Rey, esa persona nació en la gran familia del rey Ikṣvāku, en la cual también nació el Señor Rāmacandra, y él resultaba ser el hijo de un gran rey conocido como Mandhātā. Él mismo era también una gran alma, y lo conocían popularmente como Mucukunda. El rey Mucukunda era un seguidor muy estricto de los principios védicos de la cultura brahmínica, y era fiel a sus promesas. Era tan poderoso, que aun los semidioses como Indra y otros, solían pedirle en tono de súplica que ayudara a luchar en contra de los demonios, y por ello luchó frecuentemente contra los demonios para proteger a los semidioses».


El comandante en jefe de los semidioses, conocido como Kārttikeya, estaba satisfecho con la manera en que luchaba el rey Mucukunda, pero una vez le pidió al Rey, quien se había tomado muchas molestias para luchar contra los demonios, que se retirara de la lucha y descansara. El comandante en jefe, Kārttikeya, se dirigió al rey Mucukunda: «Mi querido Rey, has sacrificado todo por el bien de los semidioses. Tú tenías un reino muy hermoso, al que no perturbaba ningún tipo de enemigo. Abandonaste ese reino, hiciste caso omiso de tu opulencia y posesiones, y nunca te importó el satisfacer tus ambiciones personales. Debido a tu larga ausencia del reino mientras luchabas con los demonios en nombre de los semidioses, tu familia, tus hijos, tus parientes y tus ministros, todos murieron en el transcurso del tiempo. El tiempo y la marea no esperan a nadie. Ahora, incluso si te retiras a tu hogar, encontrarás que ya nadie está viviendo allí. La influencia del tiempo es muy fuerte; todos tus parientes murieron en el transcurso del tiempo. El tiempo es muy fuerte y poderoso, por ser una representación de la Suprema Personalidad de Dios; el tiempo es, por lo tanto, más fuerte que lo más fuerte. Por su influencia, se pueden efectuar cambios en cosas sutiles, sin ninguna dificultad. Nadie puede detener el transcurso del tiempo. Así como un domador de animales doma según su propia voluntad, así mismo el tiempo penetra las cosas de acuerdo con su propia voluntad. Nadie puede superar lo dispuesto por el tiempo supremo».


Dirigiéndose así a Mucukunda, los semidioses lo instaron a que pidiera cualquier tipo de bendición que pudiera complacerlo, exceptuando la bendición de la liberación. Ninguna entidad viviente puede otorgar la liberación a excepción de la Suprema Personalidad de Dios, Viṣṇu. Por lo tanto, otro nombre del Señor Viṣṇu, o Kṛṣṇa, es Mukunda: aquel que puede otorgar la liberación.


El rey Mucukunda no había dormido por muchos, muchos años. Estaba ocupado en el deber de luchar, y por lo tanto, estaba muy cansado. Así que, cuando el semidiós le ofreció una bendición, Mucukunda simplemente pensó en dormir. Él respondió de la siguiente manera: «Mi querido Kārttikeya, el mejor de los semidioses, ahora quiero dormir, y deseo de ti la siguiente bendición: concédeme el poder de quemar con tan solo mi mirada, hasta reducir a cenizas, a todo aquel que trate de perturbar mi sueño y me despierte inoportunamente. Por favor, concédeme esta bendición». El semidiós consintió en ello, y también le dio la bendición de que pudiera descansar por completo. Luego, el rey Mucukunda entró en la cueva de la montaña.


En virtud de la bendición de Kārttikeya, Kālayavana fue reducido a cenizas simplemente con la mirada de Mucukunda. Cuando el incidente terminó, Kṛṣṇa se presentó ante el rey Mucukunda. En realidad, Kṛṣṇa había entrado a la cueva para liberar al rey Mucukunda de su austeridad, pero no apareció al principio ante él. Dispuso las cosas de forma que Kālayavana se presentara primero ante el Rey. Así son las actividades de la Suprema Personalidad de Dios: Él hace las cosas de manera tal, que se satisfagan muchos otros propósitos. Él quería liberar al rey Mucukunda quien dormía en la cueva, y al mismo tiempo quería matar a Kālayavana que había atacado Ciudad Mathurā. Por Su acción, satisfizo todos sus propósitos.


Cuando el Señor Kṛṣṇa apareció ante Mucukunda, el rey lo vio vestido con ropas amarillas; Su pecho estaba adornado con el símbolo de Śrīvatsa, y el Kaustubha-maṇi estaba colgando alrededor de Su cuello. Kṛṣṇa apareció ante él con cuatro brazos, como el viṣṇu-murti, con una guirnalda llamada Vaijayantī que colgaba desde Su cuello hasta Sus rodillas. Se veía muy brillante, tenía una sonrisa muy hermosa en Su cara, y llevaba hermosos zarcillos enjoyados en ambas orejas. Kṛṣṇa lucía más hermoso de lo que un ser humano pudiera concebir. No solamente apareció con este aspecto, sino que lanzó Su mirada sobre Mucukunda con gran esplendor, atrayendo la mente del Rey. A pesar de que era la Suprema Personalidad de Dios, el más viejo de todos, se veía como un muchacho joven y lozano, y Sus movimientos eran como los de un venado en libertad. Lucía extremadamente poderoso; la excelencia de Su poder es tan grande que todo ser humano debe temerle.


Cuando el rey Mucukunda vio los magníficos rasgos de Kṛṣṇa, se preguntó acerca de Su identidad, y con gran humildad comenzó a preguntarle al Señor: «Mi querido Señor, ¿me permite preguntarle cómo es posible que Usted se encuentre en la cueva de esta montaña? ¿Quién es Usted? Puedo ver que Sus pies son como suaves flores de loto. ¿Cómo pudo caminar en este bosque lleno de espinas y setos? ¡Estoy simplemente sorprendido de ver esto! Por lo tanto, ¿no es Usted la Suprema Personalidad de Dios, quien es el más poderoso entre los poderosos? ¿No es Usted la fuente original de toda iluminación y fuego? ¿Puedo considerarle como uno de los grandes semidioses, como el Sol, la Luna, o Indra, el rey del cielo? ¿O es Usted la deidad regente de algún otro planeta?


Mucukunda bien sabía que todo sistema planetario tiene una deidad superior regente. Él no era ignorante como los hombres modernos, quienes consideran que este planeta terrenal está lleno de entidades vivientes y todos los demás están vacíos. La pregunta de Mucukunda en relación con que Kṛṣṇa fuese la deidad regente de un planeta desconocido por él, es bastante apropiada. Debido a que era un devoto puro del Señor, el rey Mucukunda pudo inmediatamente comprender que el Señor Kṛṣṇa, quien había aparecido ante él con un aspecto tan opulento, no podía ser una de las deidades regentes de los planetas materiales. Él debía ser la Suprema Personalidad de Dios, Kṛṣṇa, quien tiene Sus muchas formas de Viṣṇu. Por lo tanto, le aceptó como Puruṣottama, el Señor Viṣṇu. También podía ver que la densa oscuridad que había dentro de la cueva de la montaña, se había disipado a causa de la presencia del Señor, por lo tanto, no podía ser otro que la Suprema Personalidad de Dios. Él sabía muy bien que dondequiera que el Señor estuviese personalmente presente mediante Sus trascendentales nombres, cualidad, forma, etc., no podía haber ninguna oscuridad de ignorancia. Él es como una lámpara que se coloca en la oscuridad: inmediatamente ilumina el lugar oscuro.


El rey Mucukunda se puso muy ansioso de saber acerca de la identidad del Señor Kṛṣṇa, y por lo tanto dijo: «¡Oh, el mejor de los seres humanos! Si piensa que estoy calificado para saber acerca de Su identidad, entonces tenga la bondad de decirme quién es Usted. ¿Cuál es Su ascendencia? ¿En qué deber se ocupa, y cuál es su tradición familiar?». Sin embargo, el rey Mucukunda pensó que era prudente identificarse ante el Señor; de no ser así, no tenía derecho a preguntar la identidad del Señor. La etiqueta indica que una persona de menos importancia que otra no puede preguntar la identidad de esta última, sin revelar antes su propia identidad. El rey Mucukunda, por lo tanto, le informó al Señor Kṛṣṇa: «Mi querido Señor, debo informarle acerca de mi identidad. Pertenezco a la muy célebre dinastía del Rey Ikṣvāku, pero yo personalmente no soy tan grandioso como mi antepasado. Mi nombre es Mucukunda. El nombre de mi padre era Mandhātā, y el nombre de mi abuelo era Yuvanāśva, el gran rey. Yo estaba muy fatigado por no haber descansado durante muchos miles de años, y debido a esto, todos los miembros de mi cuerpo estaban aflojados y casi no podían actuar. Para revivir mi energía, estaba descansando en esta cueva solitaria, pero fui despertado por un hombre desconocido que me obligó a interrumpir mi descanso a pesar de que yo no estaba dispuesto a hacerlo. Por este acto tan ofensivo, esa persona fue reducida a cenizas simplemente con una mirada que lancé sobre él. Afortunadamente, ahora puedo verlo a Usted con Sus grandiosos y hermosos rasgos. Pienso, por lo tanto, que Usted es la causa de la muerte de mi enemigo. Mi querido Señor, debo admitir que a causa de la refulgencia de Su cuerpo, intolerable para mis ojos, no puedo verlo bien. Puedo comprender plenamente que por la influencia de Su refulgencia, mi vigorosa potencia se ha tornado insignificante. Puedo comprender que Usted es verdaderamente digno de ser adorado por todas las entidades vivientes».


Viendo al rey Mucukunda tan ansioso de saber acerca de Su identidad, el Señor Kṛṣṇa comenzó a contestarle, sonrientemente, de la siguiente manera: «Mi querido Rey, es prácticamente imposible saber acerca de Mi nacimiento, aparición, desaparición y actividades. Quizás sepas que Mi encarnación Ananta-deva tiene bocas ilimitadas, y durante un tiempo ilimitado ha estado tratando de narrar plenamente acerca de Mi nombre, fama, cualidades, actividades, aparición, desaparición y encarnaciones, pero aún Él no ha sido capaz de terminar. Por lo tanto, no es posible saber exactamente cuántos nombres y formas poseo. Quizás sea posible que un científico materialista calcule aproximadamente el número de partículas atómicas que componen este planeta terrenal, pero el científico no puede enumerar Mis ilimitados nombres, formas y actividades. Hay muchos grandes sabios y personas santas que están tratando de hacer una lista de Mis diferentes formas y actividades, aun así, no han podido hacer una lista completa. Pero ya que estás ansioso de saber acerca de Mí, puedo informarte que en el presente he aparecido en este planeta simplemente para aniquilar los principios demoníacos de la gente en general, y para restablecer los principios religiosos prescritos en los Vedas. Con este propósito, Brahmā, la deidad superintendente de este universo, Me ha invitado, y por lo tanto he aparecido ahora en la dinastía de los Yadus como uno de los miembros de su familia. Nací específicamente como el hijo de Vasudeva en la dinastía Yadu, y la gente por lo tanto Me conoce como Vāsudeva, el hijo de Vasudeva. Puede que también sepas que he matado a Kaṁsa‚ quien en una vida previa era conocido como Kālanemi, así como también a Pralambāsura y a muchos otros demonios. Ellos actuaron como Mis enemigos, y Yo los he matado. El demonio que estaba presente ante ti también actuó como Mi enemigo, y tú muy bondadosamente lo has reducido a cenizas al lanzar una mirada sobre él. Mi querido rey Mucukunda, eres Mi gran devoto, y simplemente para conferirte Mi misericordia sin causa, he aparecido en esta forma. Yo estoy muy afectuosamente inclinado hacia Mis devotos, y en tu vida previa, antes de tu presente condición, actuaste como Mi gran devoto y oraste pidiendo Mi misericordia sin causa. Por lo tanto, he venido a verte para satisfacer tu deseo. Ahora puedes verme a tu entera satisfacción. Mi querido Rey, ahora puedes pedirme cualquier bendición que desees; estoy dispuesto a cumplir tu deseo. Es Mi principio eterno que todo aquel que se refugia en Mí debe tener todos sus deseos complacidos por Mi gracia».


Cuando el Señor Kṛṣṇa le ordenó al rey Mucukunda que pidiera una bendición de Él, el Rey se puso muy jubiloso, e inmediatamente recordó la predicción de Gargamuni, quien había predicho mucho antes de eso, que en el vigésimo octavo milenio de Vaisvasvata Manu, el Señor Kṛṣṇa aparecería en este planeta. Tan pronto como recordó esta predicción, comenzó a comprender que la Suprema Persona, Nārāyaṇa, estaba presente ante él como el Señor Kṛṣṇa. Inmediatamente se postró a Sus pies de loto y comenzó a orar de la siguiente manera:


«Mi querido Señor, ¡oh, Suprema Personalidad de Dios! Puedo comprender que todas las entidades vivientes de este planeta están ilusionadas por Tu energía externa, y están cautivadas por la satisfacción ilusoria de la complacencia sensual. Debido a que se encuentran plenamente ocupadas en ejecutar actividades ilusorias, ellas son renuentes a adorar a Tus pies de loto, y debido a que no están conscientes de los beneficios de rendirse a Tus pies de loto, están sujetos a varias condiciones miserables de existencia material. Están apegados totalmente a los supuestos sociedad, amistad y amor, las cuales simplemente producen diferentes tipos de condiciones miserables. Ilusionado por Tu energía externa, todo el mundo, tanto hombre como mujer, está apegado a esta existencia material, y todos están ocupados en engañarse los unos a los otros en una gran sociedad de engañadores y engañados. Estas personas tontas no saben cuán afortunadas son de haber obtenido esta forma humana de vida, y están renuentes a adorar Tus pies de loto. Por la influencia de Tu energía externa, simplemente están apegados al fulgor deslumbrante de las actividades materiales. Ellos están apegados a los supuestos sociedad, amistad y amor, tal como animales tontos que han caído en un pozo oscuro». Se da el ejemplo de un pozo oscuro, pues en los campos hay muchos pozos que no han sido utilizados por años y que están cubiertos por la hierba, dentro de los cuales caen los pobres animales que no tienen conocimiento de ellos, y que a menos que sean rescatados, mueren. Cautivados por algunas briznas de hierba, los animales caen a un pozo oscuro, y encuentran la muerte. De forma similar, las personas tontas, sin conocer la importancia de la forma humana de vida, la echan a perder simplemente por la complacencia de los sentidos, y mueren innecesariamente, sin haber logrado ningún propósito útil.


«Mi querido Señor, yo no soy una excepción a esta ley universal de la naturaleza material. También soy una de esas personas tontas que ha malgastado su tiempo inútilmente, y mi posición es especialmente difícil. Por el hecho de haber estado situado en la orden real, estaba más envanecido que las personas ordinarias. Un hombre ordinario piensa en convertirse en el propietario de su cuerpo o de su familia, pero yo comencé a pensar de esa manera en una escala mayor. Quería ser el amo del mundo entero, y a medida que me engreía con ideas de complacencia sensual, mi concepto corporal de la vida se hizo más y más fuerte. Mi apego por el hogar, esposa e hijos, por el dinero y por mi dominio del mundo, se hizo más y más intenso, de hecho, no tenía límites. Así que permanecí siempre apegado a pensamientos de mis condiciones materiales de vida.


«Por lo tanto, mi querido Señor, malgasté mucho de mi valiosa vida sin obtener ningún beneficio. Habiéndose intensificado mi concepto erróneo de la vida, comencé a pensar en este cuerpo material como el todo absoluto, si bien es simplemente una bolsa de carne y huesos, y tal era mi vanidad, que yo era como un perro que creía haberse convertido en el rey de la sociedad humana. Con esta comprensión errónea de vida corporal, comencé a viajar por todas partes del mundo, acompañado por mi fuerza militar —soldados, aurigas, elefantes y caballos—. Asistido por muchos comandantes y envanecido por el poder, no podía descubrir a Su Señoría, quien está siempre sentado dentro de mi corazón como el más íntimo amigo. Tú no me importabas, y esto era culpa de mi supuesta condición material eminente. Pienso que como yo, toda criatura viviente es negligente en cuanto a la comprensión espiritual, y siempre está llena de ansiedades, pensando: “¿Qué se debe hacer?, y ¿qué es lo que viene?”. Pero debido a que estamos fuertemente atados por los deseos materiales, continuamos permaneciendo en un estado de locura.


«A pesar de que estamos tan absortos en los pensamientos materialistas, el tiempo inevitable, el cual es solamente una forma de Ti Mismo, está siempre atento a su deber, y tan pronto como el tiempo asignado se acaba, Su Señoría inmediatamente acaba con todas las actividades de nuestros sueños materiales. Tú, como el factor tiempo, pones fin a todas nuestras actividades, así como la hambrienta culebra negra rápidamente se traga a una pequeña rata sin ninguna misericordia. Debido a la acción del tiempo cruel, un cuerpo perteneciente a la realeza, que siempre estuvo adornado con ornamentos de oro durante la vida, y que se movía en una cuadriga tirada por hermosos caballos o en el lomo de un elefante hermosamente decorado con ornamentos de oro, y que fue anunciado como el rey de la sociedad humana —ese mismo cuerpo perteneciente a la realeza—, se descompone bajo la influencia del tiempo inevitable, y se torna apropiado para ser comido por los gusanos y los insectos, o para convertirse en cenizas o en el excremento de un animal. Este hermoso cuerpo puede que sea bello mientras esté en la condición viviente, pero después de la muerte, aun el cuerpo de un rey es comido por un animal, y por ello se vuelve excremento, o es incinerado en el crematorio y convertido en cenizas, o es puesto en una tumba terrenal donde diferentes tipos de gusanos e insectos se producen a partir de él.


«Mi querido Señor, no solamente después de la muerte somos puestos bajo el pleno control de este tiempo inevitable, sino que mientras vivimos también nos controla de una manera diferente. Por ejemplo, puede que yo sea un rey poderoso, y sin embargo, cuando regreso a casa después de conquistar el mundo, me encuentro sometido a muchas condiciones materiales. Puede que cuando regrese, después de resultar victorioso, todos los reyes subordinados vengan y me ofrezcan sus respetos, pero tan pronto como entro en el recinto interno de mi palacio, yo mismo me convierto en un instrumento en manos de las reinas, y por la complacencia de los sentidos, yo tengo que caer a los pies de las mujeres. La vida material es tan complicada, que antes de disfrutarla uno tiene que trabajar tan arduamente que casi no queda oportunidad para disfrutar. Y para alcanzar la condición de juventud con todas las facilidades materiales, uno tiene que someterse a severas austeridades y penitencias, y elevarse a los planetas celestiales. Si alguien obtiene la oportunidad de nacer en una familia muy rica o real, aun encontrándose entonces en esa condición, siempre estará preocupado por mantener el status quo y prepararse para la próxima vida ejecutando diversos tipos de sacrificios y distribuyendo caridad. Aun en la condición de vida de rey, uno no solamente está lleno de ansiedades debido a la administración política, sino que también siente ansiedad por elevarse a los planetas celestiales.


«Por lo tanto, es muy difícil salir del enredo material, pero de una manera u otra, si uno es favorecido por Ti, se nos da la oportunidad —solamente por Tu misericordia— de asociarnos con un devoto puro. Ese es el comienzo de la liberación del enredo de la vida material condicionada. Mi querido Señor, solamente por la relación con los devotos puros, uno es atrapado por Su Señoría, quien es el controlador tanto de la existencia material como de la espiritual. Tú eres la meta suprema de todos los devotos puros, y por asociarse con los devotos puros, uno puede desarrollar su amor latente por Ti. Así pues, el desarrollo de conciencia de Kṛṣṇa por la relación con los devotos puros, es la causa de la liberación de este enredo material.


«Mi querido Señor, eres tan misericordioso, que a pesar de que he sido renuente a asociarme con Tus grandes devotos, me has otorgado Tu extrema misericordia como resultado de mi ligero contacto con un devoto puro como Gargamuni. Solamente por Tu misericordia sin causa, he perdido todas mis opulencias materiales, mi reino y mi familia. No pienso que hubiera podido desembarazarme de todos estos enredos sin Tu misericordia sin causa. Los reyes y emperadores aceptan la vida de austeridad para olvidar la condición de vida de rey, pero por Tu especial misericordia sin causa ya he sido despojado de esa condición. Otros reyes se afanan por salir del apego al reino y a la familia, aceptando las austeridades de la renunciación, pero por Tu misericordia, no tengo que convertirme en un mendigo ni practicar la renunciación.

«Por lo tanto, Mi querido Señor, ruego que simplemente pueda ocuparme en rendir servicio amoroso trascendental a Tus pies de loto, lo cual es la ambición de los devotos puros, quienes están libres de todo tipo de contaminación material. Tú eres la Suprema Personalidad de Dios y eres capaz de ofrecerme cualquier cosa que yo desee, incluso la liberación. ¿Pero quién puede ser una persona tan tonta, que después de complacerte, Te pediría algo que pudiera ser la causa del enredo en este mundo material? No creo que ningún hombre sano Te pediría tal bendición. Por lo tanto, me rindo ante Ti debido a que eres la Suprema Personalidad de Dios, eres la Superalma que vive en el corazón de todos, y eres la refulgencia Brahman impersonal. Además, eres también este mundo material, debido a que este mundo material es solamente la manifestación de Tu energía externa. Por lo tanto, desde cualquier punto de vista, eres el refugio supremo para todos. Todo el mundo, bien en el plano material o bien el plano espiritual, debe refugiarse bajo Tus pies de loto. Por lo tanto, me rindo ante Ti, mi Señor. 

«Por muchos, muchos nacimientos he sufrido las tres clases de sufrimientos de esta existencia material, y ya estoy cansado de eso. Simplemente he sido impulsado por mis sentidos, y nunca estuve satisfecho. Por lo tanto, me refugio en Tus pies de loto, los cuales son la fuente de toda condición apacible de la vida, y pueden erradicar todo tipo de lamentación causada por la contaminación material. Mi querido Señor, Tú eres la Superalma de todo el mundo, y entiendes todas las cosas. Ahora estoy libre de toda contaminación de deseo material. No deseo disfrutar de este mundo material, ni deseo aprovechar la fusión con Tu refulgencia espiritual, ni deseo meditar sobre Tu aspecto localizado de Paramātmā, pues sé que simplemente por refugiarme en Ti, me he de volver completamente apacible e imperturbable».


Al oír esta afirmación del rey Mucukunda, el Señor Kṛṣṇa respondió: «Mi querido Rey, estoy muy complacido con tu afirmación. Has sido el rey de todas las tierras de este planeta, pero estoy sorprendido de observar que tu mente ahora está libre de toda contaminación material. Ahora estás calificado para ejecutar servicio devocional. Estoy de lo más complacido por ver que a pesar de que te ofrecí la oportunidad de pedirme cualquier tipo de bendición, no aprovechaste para pedirme beneficios materiales. Comprendo que tu mente ahora está fija en Mí y que no está perturbada por ningún defecto material».

Las cualidades materiales son tres: bondad, pasión e ignorancia. Cuando uno es puesto en medio de las cualidades materiales de pasión e ignorancia combinadas, diversos tipos de suciedad y deseos lujuriosos lo impulsan a tratar de encontrar alguna comodidad en este mundo material. Cuando uno se sitúa en la cualidad material de la bondad, trata de purificarse ejecutando diversos tipos de penitencias y austeridades. Cuando uno alcanza la plataforma de un brāhmaṇa verdadero, aspira a fundirse en la existencia del Señor, pero el que simplemente desee rendir servicio a los pies de loto del Señor, es trascendental a todas esas tres cualidades. Por lo tanto, la persona pura y consciente de Kṛṣṇa siempre está libre de todas las cualidades materiales. 

«Mi querido Rey, ofrecí darte cualquier tipo de bendición simplemente para examinar cuánto habías avanzado en el servicio devocional. Ahora puedo ver que estás en la plataforma de los devotos puros, debido a que tu mente no está perturbada por ningún tipo de deseo avaricioso ni lujurioso de este mundo material. Los yogīs que tratan de elevarse controlando los sentidos, y que meditan en Mí practicando los ejercicios respiratorios de prāṇāyāma, no están liberados de forma tan completa de los deseos materiales. Se ha visto en diversos casos que tan pronto como hay una tentación, tales yogīs caen otra vez a la plataforma material».


El ejemplo vívido que verifica esta afirmación es el de Viśvāmitra Muni. Viśvāmitra Muni era un gran yogī que practicaba prāṇāyāma, un ejercicio respiratorio, pero aun así cuando Menakā, una cortesana del planeta celestial, lo visitó, él perdió todo el control y engendró en ella una hija llamada Śakuntalā. Pero el devoto puro Haridāsa Ṭhākura, nunca se perturbó, aun cuando las prostitutas le ofrecieron todas esas tentaciones.


«Mi querido Rey —continuó el Señor Kṛṣṇa—, por lo tanto, te doy la bendición especial de que siempre pensarás en Mí. Así podrás atravesar este mundo material libremente, sin ser contaminado por sus cualidades». Estas palabras del Señor, confirman que una persona que ha desarrollado verdadera conciencia de Kṛṣṇa, ocupada en el servicio amoroso trascendental del Señor, bajo la dirección del maestro espiritual, nunca está sometida a la contaminación de las cualidades materiales.


«Mi querido Rey —dijo el Señor—, debido a que eres un kṣatriya, has cometido la ofensa de matar animales, tanto en la caza como en las ocupaciones políticas. Para purificarte, simplemente ocúpate en la práctica del bhakti-yoga, y siempre mantén tu mente absorta en Mí. Muy pronto estarás libre de toda reacción a tales actividades despreciables». En esta afirmación se observa que a pesar de que a los kṣatriyas se les permite matar animales en la caza, ellos no están libres de la contaminación de otras actividades pecaminosas. Por lo tanto, no importa si uno es un kṣatriya, vaiśya o brāhmaṇa; a todo el mundo se le recomienda adoptar la orden de sannyāsa al final de la vida y ocuparse completamente en el servicio del Señor, y de esta forma liberarse de toda reacción pecaminosa de su vida pasada.


El Señor luego le aseguró al rey Mucukunda: «En tu próxima vida, nacerás como un vaiṣṇava de primera clase, el mejor de los brāhmaṇas, y en esa vida, tu única ocupación será la de dedicarte a Mi servicio trascendental». El vaiṣṇava es el brāhmaṇa de primera clase, debido a que aquel que no ha adquirido las cualidades de un brāhmaṇa fidedigno, no puede llegar a la plataforma de un vaiṣṇava. Cuando alguien alcanza la plataforma de un vaiṣṇava, está completamente ocupado en actividades benéficas para todas las entidades vivientes. La actividad benéfica más elevada para las entidades vivientes, es la prédica del cultivo de conciencia de Kṛṣṇa. Se afirma aquí que aquellos que son especialmente favorecidos por el Señor, pueden hacerse absolutamente conscientes de Kṛṣṇa, y estar ocupados en el trabajo de predicar la filosofía vaiṣṇava.


Así termina el significado de Bhaktivedanta del capítulo quincuagésimo primero del libro Kṛṣṇa, titulado: «La liberación de Mucukunda».

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