Texts 43-45
vedāham aṅga paramasya hi yoga-māyāṁ
yūyaṁ bhavaś ca bhagavān atha daitya-varyaḥ
patnī manoḥ sa ca manuś ca tad-ātmajāś ca
prācīnabarhir ṛbhur aṅga uta dhruvaś ca
ikṣvākur aila-mucukunda-videha-gādhi-
raghv-ambarīṣa-sagarā gaya-nāhuṣādyāḥ
māndhātr-alarka-śatadhanv-anu-rantidevā
devavrato balir amūrttarayo dilīpaḥ
saubhary-utaṅka-śibi-devala-pippalāda-
sārasvatoddhava-parāśara-bhūriṣeṇāḥ
ye ’nye vibhīṣaṇa-hanūmad-upendradatta-
pārthārṣṭiṣeṇa-vidura-śrutadeva-varyāḥ
veda—lo sé; aham—yo; aṅga—¡oh, Nārada!; paramasya—del Supremo; hi—ciertamente; yoga-māyām—potencia; yūyam—tú; bhavaḥ—Śiva; ca—y; bhagavān—el gran semidiós; atha—así como también; daitya-varyaḥ—Prahlāda Mahārāja, el gran devoto del Señor nacido de la familia de un ateo; patnī—Satarūpā; manoḥ—de Manu; saḥ—él; ca—también; manuḥ—Svāyambhuva; ca—y; tat-ātma jāḥ ca—e hijos de él como Priyavrata, Uttānapāda, Devahūti, etc.; prācīnabarhiḥ—Prācīnabarhi; ṛbhuḥ—Ṛbhu; aṅgaḥ—Aṅga; uta—incluso; dhruvaḥ—Dhruva; ca—y; ikṣvākuḥ—Ikṣvāku; aila—Aila; mucukunda—Mucukunda; videha—Mahārāja Janaka; gādhi—Gādhi; raghu—Raghu; ambarīṣa—Ambarīṣa; sagarāḥ—Sagara; gaya—Gaya; nāhuṣa—Nāhuṣa; ādyāḥ—etcétera; māndhātā—Māndhātā; alarka—Alarka; śatadhanu—Śatadhanu; anu—Anu; rantidevāḥ—Rantideva; devavrataḥ—Bhīma; baliḥ—Bali; amūrttarayaḥ—Amūrttaraya; dilīpaḥ—Dilīpa; saubhari—Saubhari; utaṅka—Utaṅka; śibi—Śibi; devala—Devala; pippalāda—Pippalāda; sārasvata—Sārasvata; uddhava—Uddhava; parāśara—Parāśara; bhūriṣeṇāḥ—Bhūriṣeṇa; ye—aquellos que; anye—otros; vibhīṣaṇa—Vibhīṣaṇa; hanūmat—Hanumān; upendra-datta—Śukadeva Gosvāmī; pārtha—Arjuna; ārṣṭiṣeṇa—Ārṣṭiṣeṇa; vidura—Vidura; śrutadeva—Śrutadeva; varyāḥ—el principal.
¡Oh, Nārada!, si bien las potencias del Señor son incognoscibles e inconmensurables, aun así, debido a que todos nosotros somos almas rendidas, sabemos cómo Él actúa a través de las potencias de yogamāyā. Y, en forma similar, las potencias del Señor también les son conocidas al todopoderoso Śiva, al gran rey de la familia atea, es decir, a Prahlāda Mahārāja, a Svāyambhuva Manu, a su esposa Śatarūpā, a sus hijos e hijas, como Priyavrata, Uttānapāda, Ākūti, Devahūti, y Prasūti, a Prācīnabarhi, a Ṛbhu, a Aṅga, el padre de Vena, a Mahārāja Dhruva, a Ikṣvāku, a Aila, a Mucukunda, a Mahārāja Janaka, a Gādhi, a Raghu, a Ambarīṣa, a Sagara, a Gaya, a Nāhuṣa, a Māndhātā, a Alarka, a Śatadhanu, a Anu, a Rantideva, a Bhīṣma, a Bali, a Amūrttaraya, a Dilīpa, a Saubhari, a Utaṅka, a Śibi, a Devala, a Pippalāda, a Sārasvata, a Uddhava, a Parāśara, a Bhūriṣeṇa, a Vibhīṣaṇa, a Hanumān, a Śukadeva Gosvāmī, a Arjuna, a Arṣṭiṣeṇa, a Vidura, a Śrutadeva, etc.
SIGNIFICADO: Todos los grandes devotos del Señor, mencionados anteriormente, que florecieron en el pasado o florecen en el presente, y todos los devotos del Señor que habrán de venir en el futuro, están conscientes de las diferentes potencias del Señor, juntamente con la potencia de Su nombre, naturaleza, pasatiempos, séquito, personalidad, etc. Y, ¿cómo lo saben? Ciertamente que no es mediante la especulación mental, ni mediante ningún intento hecho a través de instrumentos limitados de conocimiento. Mediante los instrumentos limitados de conocimiento (bien sea los sentidos o los instrumentos materiales, como los microscopios y los telescopios) uno no puede conocer por completo ni siquiera las potencias materiales del Señor que se encuentran manifiestas ante nuestros ojos. Por ejemplo, existen muchos millones y billones de planetas, muchísimo más allá de los cálculos del científico. Pero estos son tan solo las manifestaciones de la energía material del Señor. ¿Que puede el científico esperar conocer de la potencia espiritual del Señor, mediante esos esfuerzos materiales? Las especulaciones mentales, añadiendo algunas docenas de «síes» y «quizáses», no pueden auxiliar el avance del conocimiento; por el contrario, esas especulaciones mentales concluirán tan solo en la desesperación, desechando el caso abruptamente y declarando la no existencia de Dios. De manera que, la persona cuerda deja de especular acerca de temas que se encuentran más allá de la jurisdicción de su diminuto cerebro, y, como procedimiento normal, trata de aprender a rendirse al Señor Supremo, quién es el único que puede conducirlo a uno al plano del verdadero conocimiento. En los Upaniṣads se dice claramente que la Suprema Personalidad de Dios nunca puede llegar a ser conocido tan solo por trabajar muy duro y agobiar el buen cerebro, ni tampoco puede ser conocido simplemente mediante la especulación mental y el malabarismo de palabras. El Señor puede ser conocido solo por alguien que sea un alma rendida. Aquí Brahmājī, el más eminente de todos los seres vivientes materiales, reconoce esa verdad. Por lo tanto, el infructuoso malgasto de energía que se hace al seguir el sendero del conocimiento experimental, debe ser abandonado. Uno debe obtener conocimiento mediante la entrega al Señor y por reconocer la autoridad de las personas que aquí se mencionan. El Señor es ilimitado, y, por la gracia de yogamāyā, Él ayuda a que el alma rendida lo conozca en proporción al avance de su entrega.