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Mantra Dieciocho

agne naya supathā rāye asmān
viśvāni deva vayunāni vidvān
yuyodhy asmaj juhurāṇam eno
bhūyiṣṭhāṁ te nama-uktiṁ vidhema

agne — ¡oh mi Señor, poderoso como el fuego!; naya — por favor guía; supathā — por el sendero correcto; rāye — para llegar a Ti; asmān — nosotros; viśvāni — todas; deva — ¡oh mi Señor!; vayunāni — acciones; vidvān — el conocedor; yuyodhi — por favor remueve; asmat — de nosotros; juhurāṇam — todos los obstáculos del sendero; enaḥ — todos los vicios; bhūyiṣṭhām — tan numerosos; te — a Ti; namaḥ-uktim — palabras reverenciales; vidhema — yo rindo.

¡Oh, mi Señor, poderoso como el fuego! ¡Oh, Omnipotente! Ahora Te ofrezco todas mis reverencias y caigo al piso a Tus pies. ¡Oh, mi Señor!, por favor guíame por el sendero correcto que lleva a Ti, y ya que sabes todo lo que he hecho en el pasado, libérame por favor de las reacciones de mis pecados pasados para que no haya obstáculo en mi avance.

Al entregarse e implorar la misericordia sin causa del Señor, el devoto puede avanzar en el sendero de la completa autorrealización. El Señor recibe el trato de fuego porque puede reducirlo todo a cenizas, incluso los pecados del alma entregada. Como ya se describió en los mantras anteriores, el aspecto verdadero o último del Absoluto es Su aspecto como la Personalidad de Dios. Su aspecto impersonal de brahmajyoti es un resplandor que cubre Su cara. Las actividades fruitivas, o sea el sendero karma-kāṇa de la autorrealización, son la etapa más baja que hay en este intento.

Tan pronto como esas actividades se desvían aunque sea un poco de los principios regulativos de los Vedas, se transforman en vikarma, o sea actos que van en contra de los intereses del ejecutor. La entidad viviente ilusionada incurre en ese vikarma con la única intención de satisfacer sus sentidos, y de esta manera, esas actividades se vuelven obstáculos en el sendero de la autorrealización.

En la forma humana de vida es posible alcanzar la autorrealización, mas no en las otras formas. Hay 8.400.000 especies o formas de vida y, entre ellas, la forma humana, calificada gracias a la cultura brahmínica, presenta la única posibilidad de adquirir conocimiento acerca de la trascendencia. La cultura brahmínica incluye la veracidad, el control de los sentidos, la paciencia, la sencillez, el conocimiento completo, y la fe total en Dios. No se trata simplemente de estar orgulloso de una ascendencia elevada. Ser el hijo de un brāhmaṇa brinda la oportunidad de volverse un brāhmaṇa así como ser el hijo de una gran persona brinda la posibilidad de volverse una gran persona. Sin embargo, esos derechos de nacimiento no lo son todo porque todavía falta que uno desarrolle las aptitudes brahmínicas. En el momento que uno se enorgullece de haber nacido como el hijo de un brāhmaṇa y descuida adquirir las aptitudes de un verdadero brāhmaṇa, se degrada de inmediato y cae del sendero de la autorrealización. La misión de su vida como un ser humano fracasa así.

En El Bhagavad-gītā (6.41-42) el Señor nos asegura que los yoga-bhraṣṭas, o sea las almas que han caído del sendero de la autorrealización, reciben una oportunidad para rectificarse naciendo en familias de buenos brāhmaṇas o en familias de comerciantes ricos. Tales nacimientos proporcionan mejores oportunidades para lograr la autorrealización. Si alguien desaprovecha esas oportunidades debido a la ilusión, pierde la gran oportunidad que ofrece la vida humana, brindada por el Señor todopoderoso.

Los principios regulativos son aquellos que, al seguirlos, lo elevan a uno del plano de las actividades fruitivas al plano del conocimiento trascendental. Después de muchísimos nacimientos y después de llegar al plano del conocimiento trascendental, uno se perfecciona cuando se entrega al Señor. Éste es el procedimiento general. Pero alguien que se entrega desde el mismo comienzo, tal como se recomienda en este mantra, supera de inmediato todas las etapas con sólo adoptar la actitud devocional. Como se afirma en El Bhagavad-gītā (18.66), el Señor se hace cargo inmediatamente de esa alma entregada y la libera de las reacciones de sus actos pecaminosos. En las actividades karma-kāṇa hay muchas reacciones pecaminosas implicadas; y en el jñāna-kāṇa, el sendero del desarrollo filosófico, el número de dichas actividades pecaminosas es menor. Sin embargo, en el servicio devocional al Señor, el sendero del bhakti, prácticamente no hay oportunidad de incurrir en reacciones pecaminosas. El devoto del Señor consigue todas las buenas cualidades del Señor Mismo, y ¿qué decir de las cualidades de un brāhmaṇa? El devoto desarrolla automáticamente la competencia de un brāhmaṇa experto y autorizado para conducir sacrificios, aunque no haya nacido de una familia brāhmaṇa. Así de grandiosa es la omnipotencia del Señor. Él puede hacer que alguien nacido de una familia brāhmaṇa se degrade tanto como un plebeyo comeperros, y que un plebeyo comeperros se vuelva superior a un brāhmaṇa competente, todo por virtud del servicio devocional.

Puesto que el Señor omnipotente está situado en el corazón de todos, puede instruir a Sus devotos sinceros para que encuentren el sendero correcto. Aun cuando el devoto desee alguna otra cosa, el Señor le ofrece especialmente esas instrucciones. Con respecto a los demás, el Señor les deja hacer lo suyo por su cuenta y riesgo solamente. Sin embargo, en el caso del devoto, el Señor lo guía de manera que nunca actúe equivocadamente. En El Śrīmad-Bhāgavatam (11.5.42) se dice:

sva-pāda-mūlaṁ bhajataḥ priyasya
tyaktānya-bhāvasya hariḥ pareśaḥ
vikarma yac cotpatitaṁ kathañcid
dhunoti sarvaṁ hṛdi sanniviṣṭaḥ

“El Señor es tan bondadoso con Su devoto que aunque éste caiga a veces en el embrollo de vikarma - los actos que van en contra de las instrucciones védicas - el Señor en seguida rectifica en el corazón los errores del devoto. Esto ocurre porque el Señor quiere mucho a Sus devotos”.

En este mantra el devoto le ruega al Señor que lo rectifique internamente en el corazón. Errar es humano. El alma condicionada es muy a menudo susceptible a cometer errores, y la única medida correctiva para esos pecados desconocidos es abandonarse a los pies de loto del Señor para que pueda guiarlo. El Señor se hace cargo de las almas completamente entregadas; así, todos los problemas se solucionan al entregarse al Señor y obrar en función de las instrucciones del Señor. El devoto sincero recibe estas instrucciones de dos maneras. Una es por vía de los santos, las Escrituras y el maestro espiritual; y la otra es por vía del Señor Mismo, quien reside internamente en el corazón de todos. El devoto queda así protegido en todo aspecto.

El conocimiento védico es trascendental y no puede ser comprendido por medio de sistemas educativos mundanos. Sólo es posible comprender los mantras védicos por la gracia del Señor y del maestro espiritual. Si alguien se refugia en un maestro espiritual fidedigno, debe entenderse que ha recibido la gracia del Señor. El Señor aparece ante el devoto en la forma del maestro espiritual. Así, el maestro espiritual, los mandamientos védicos, y el Señor Mismo que se encuentra interiormente, guían al devoto con toda fuerza. Así no hay posibilidad de que el devoto caiga de nuevo en el māyā de la ilusión material. Estando protegido así por todos lados, el devoto seguramente alcanza el destino final de la perfección. En este mantra se presenta una idea acerca de todo el proceso, y El Śrīmad-Bhāgavatam (1.2.17-20) lo explica con mayor detalle.

El oír y el cantar las glorias del Señor son en sí actos de piedad. El Señor quiere que todos oigan y canten, debido a que Él es el bienqueriente de todas las entidades vivientes. Al oír y cantar las glorias del Señor, uno se limpia de todo lo indeseable, y se establece su devoción por el Señor. Cuando llega a ese punto el devoto desarrolla la competencia de un brāhmaṇa y desaparecen por completo las reacciones resultantes de las modalidades inferiores de la naturaleza (la pasión y la ignorancia). El devoto se ilumina plenamente en virtud de su servicio devocional, y así logra conocer el sendero del Señor y la forma de llegar a Él. Cuando las dudas disminuyen, se vuelve un devoto puro.

Así terminan los significados de Bhaktivedanta de El Śrī Īśopaniṣad.

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